Locuras de Familia
Capítulo 1
Sorpresas
Los gemidos en la habitación eran estruendosos, la luz del joven amanecer entraba por la ventana abierta, mientras ambos se movían a un mismo ritmo. Lo vio temblar, mientras le acariciaba el rostro, atrapando en la punta de los dedos una gota de sudor. Ambos en medio del sueño habían despertado cargados de ansias y abrazados, lo que los había llevado a una entrega total. Ella le sonrió de forma traviesa, reconociendo la mirada de él, colocando las manos con fuerza contra el espaldar de la cama, dejó que su cuerpo fuera liberado por las embestidas de Armando. Sin duda, esa danza antigua era exquisita, más cuando se estaba con alguien a quien se conocía. El grito de ambos no fue una sorpresa, pero sí gratamente recibido. Entre jadeos y besos suaves se abrazaron por unos instantes.
-¿Cómo te sientes?
-Excelente…- No le quedaba otra forma de explicar lo que sentía. Sintió que iba a decir algo más, lo vio negar con una sonrisa en los labios, para luego alejarse y tomar la caja de cigarrillos; una mala maña que no había dejado, pero que aún intentaba romper. Lo observó contra luz, pensando que su cuerpo estaba saciado, su mente tranquila y su amante estaba en el balcón de la habitación fumando, un anticlímax total. Ella no le permitía fumar a su lado. Lo que era todo un “crash down”, eso sucedía cuando uno se buscaba un amante que sufría de alergias. Increíble, pero cierto. Se dio la vuelta en la cama para tomar de su cartera el último libro que estaba leyendo. Sus manos rebuscaban entre los objetos mixtos y extraños de su cartera mientras seguía pensando en lo que sucedía con su amante. ¿Hacía cuánto no hablaban o discutían de algún tema que les apasionara? No esperes milagros… era lo que se decía cada vez que entraba en ese apartamento. Sintió un estremecimiento delicioso, aún podía sentir las caricias desesperadas, el dulce dolor en la parte baja de su cuerpo, donde las sensaciones habían sido maravillosas, originadas por dos amantes que se conocían muy bien. Sus pechos hinchados se sentían pesados y llenos, algo que la tenía sorprendida por lo mucho que habían cambiado en tan poco tiempo.
Con un suspiro resignado se arrellanó en la cama y abrió su copia de El cuadro de Dorian Gray, a pesar de que la historia le gustaba muchísimo por la belleza de descripción del autor, su mente viajaba una y otra vez a su amante. Su mirada se posaba con frecuencia en la figura entrecortada por la luz del amanecer.
Lo conocía muy bien, el tiempo había pasado y ellos se habían alejado, sin embargo, el núcleo que les permitía seguir caminando hacia adelante, no fue cambiado por la vida. Entendía que algo le estuviera molestando, lo cual no quería decir que invadiera su privacidad con preguntas incómodas. Cuando estuviera listo, él hablaría. Pero diablos, eran tan diferentes como el agua y el aceite, eso sí, cuando los unías podías hacer un buen arroz. Sonrío ante el pensamiento tan mundano y se dejó envolver por la historia del libro.
Vio como los personajes cobraban vida en su mente y podía ver los sucesos como una película mental, mucho mejor que cualquier versión cinematográfica que se hubiera hecho del libro. Algo que le ayudaría a no pensar en el hombre taciturno que estaba metido en su cueva mental sin decir lo que le estaba comiendo el alma. Escuchó que tocaban a la puerta y el grito de Armando desde el balcón diciendo que no había terminado con el cigarrillo. Ella negó con la cabeza. Se puso en pie, mientras miraba la figura de Armando contra las sombras del amanecer.
Su cuerpo recortado por la luz del amanecer demostraba el paso del tiempo de forma limitada. Recordó al jovenzuelo que vivió con ella por tres años en ese lugar, sintiendo que ambos habían perdido algo, pero que en esos momentos podían ganar mucho más. Aunque no sabía cómo poner sus manos en ese algo que torturaba a Armando. Suspiró profundo y sintió el olor a cigarrillo, el olor de la ciudad y el silencio que había caído en una calle que no sabía lo que era el silencio durante los días de semana, pero que en domingo era punto muerto.
Recordó los gritos y el gran volumen de personas que se congregaban en la estrecha calle, buscando especiales. ¡Como que estaban sobre los puntos de ventas y reunión para jóvenes de la universidad! Río Piedras en un buen día podía recibir la visita de miles de personas de diferentes clases sociales, con diferentes gustos e ideas. La meca de una ciudad que es vecina de una universidad. Con movimientos seguros, aunque sin pensarlo mucho se encaminó hacia la puerta principal del apartamento. Notó con nostalgia lo poco que había cambiado en diez años y lo poco que duraría la estructura si seguía descuidándose. Trató de colocar lo mejor que pudo y con una mano su bata color verde jade, sobre su desnuda piel, las solapas algo abiertas por lo torpe del movimiento. Con el libro en mano y una sonrisa pícara en los labios, abrió la puerta para encontrarse no con la comida que esperaban, sino con una mujer con la nariz enrojecida y lágrimas rodando por sus mejillas. “¡Diablos!”
-Jey… Armando, no es la comida, pero sí es para ti.- Con un movimiento rápido se alejó de la puerta dejando entrar a la tormenta de mujer que conocía por diferentes descripciones, ninguna de las cuales la habían dejado como una fémina lógica y racional. De seguro no podía escoger un mejor día, con tanto que tenía que hablar con la familia y ella que aparecía en su puerta. Sonrió con dulzura y maldijo su mala suerte varias veces. Soltó el libro y ató el tejido de la bata de forma correcta, evitando dar una buena imagen de lo que se escondía bajo la misma.
-Carajo Sara, ¿qué haces aquí?
-Tenía que saber por quién me has dejado. Maldito… es una niña…- La señalada, en este caso yo, terminó encogiéndose ante esa descripción sin poder evitar la descripción de niña.- Te he dado lo mejor de mi vida, nuestro hijos y me engañas con esa chiquilla de mierda.- La mujer la señaló olvidando la buena educación. En otro momento de mi vida hubiera intentado arrancarle la cabeza, pero esa no era su batalla, así que respiró profundo.
-Sara no te deje por ella… tú y yo... ya teníamos más de un problema.
-¿Cómo que no me has dejado por ella? ¡No han pasado dos meses y ya estás viviendo con ella!
-Disculpen… Armando ve a vestirte, ya sabes qué puede pasar.- Él asintió con pesar, había estado preparado para esa escena y sabía cómo todo se iría al demonio pronto. Era mejor estar preparado para la caballería. Sus ojos color verde parecían oscurecidos por los pensamientos que viajaban en su mente. Ella se volteó a mirar en silencio a la mujer que esperaba que Armando se negara a salir de la habitación.- Señora, primero que todo, yo soy mayor que usted, así que no soy una niña. Por otra parte no vivo con Armando, somos amantes ocasionales así que esa seguridad de que le ha dejado por mí, esta errónea. Yo lo menos que deseo es ser la mujer de ese zopenco.- Armando se encogió un poco ante las palabras, pero sonrío tranquilo ante las mismas, no había más que hacer, suplicó control a Elizabeth, a su querida guerrillera Eli, mientras salía de la habitación, sorprendiendo con el acto a Sara.
-No entiendo… él vive aquí.
-Sí, pero yo no vivo aquí, es uno de mis apartamentos, pero mi hogar esta en otro lugar. ¿Desea beber algo?- La mujer parecía haber sido golpeada, como si no comprendiera lo que se le decía de forma educada.
-No… ¿Cómo pudo romper con nuestro matrimonio? ¿Por qué se fue de casa para meterse en este cuchitril?- Las palabras habían dejado de ser un susurro confundido para terminar siendo un grito ultrajado.- ¿Cómo es que rompiste con nuestro matrimonio?
-Ahí está el problema, yo no he roto nada. Ustedes se cargaron su matrimonio solitos, sin ayuda de nadie.
-Maldita ramera…- La mujer se acercó con intenciones claras de lanzar un golpe a la cara, Elizabeth con un movimiento de la muñeca lo evitó, aplicándole una llave que producía dolor y detenía cualquier intento de ataque. Colocando con rapidez la mano abierta frente a la mujer.
-Has estado a centímetros de tener la nariz rota. No hay acción sin reacción, es mejor que lo recuerdes cuando estás conmigo. – Dijo de manera fría.- ¡Armando, ven y sostén a esta mujer antes de que le enseñe lo mucho que me empelota el tenerla al frente!- gritó en dirección a la habitación. Él salió rápido de la habitación, colocando los botones de su camisa y con una mirada de susto en el rostro.
-¿Qué…?- Unos golpes en la puerta detuvieron la pregunta que a Elizabeth le parecía más que estúpida, pero que al fin siempre se hacía en esos casos. ¿Qué sucedió? Ella se alejó de la pareja y tomando en las manos la cartera de él que estaba en la mesa, estaba segura que ahora sí era la comida.- ¿Es la comida?- gritó con alegría al ver al joven vecino. Era hijo de los dueños de un restaurante chino, con los que había entablado una hermosa amistad, tanto así que en sus desayunos la incluían a ella, mientras que ella pagaba como si fuera parte de los servicios del restaurante.
-Vamos, siéntense. Vamos a comer y a dialogar mientras tanto.
-No me pienso sentar a la mesa de esta vulgar puta, hija de su perra madre.
-Es una forma de verlo, pero como la verdad depende del punto de vista, así que me vale madre la opinión que pueda tener usted de mí. Armando los vasos y tenedores.
-No creo… que sea buena idea dejarles a solas.
-Te concedo el punto, pero recuerda que quien ataca es ella, yo sólo me defiendo.
-Eso es lo que me preocupa.
-Sí… se nota que me conoces…- la mujer veía el intercambio y las sonrisas de ambos sin poder evitar la envidia. La camarería entre ambos, hablaba de amistad y entendimiento, algo que nunca llegó a sentir por completo con Armando.- Voy a buscar lo que necesitamos.
-Armando, soy la madre de tus hijos. ¡No puedes hacerme esto!- El teléfono sonó cortando lo que eran las palabras repetidas un millón de veces en boca de Sara para Armando.
-Armando toma la llamada… de seguro es Michael.
-Sí… Hola… Si tenemos un poco de lío. No para nada… es Sara que está visitando, sí, mi ex-mujer.- Ante esas palabras la mencionada se encogió como si la hubieran golpeado, dejando escapar un gemido de negación.
-¿Ya viene?- Preguntó Elizabeth con las manos llenas de vasos y cubiertos.
-Sí, mencionó la comida… creo que estaba pensando en parar en algún lugar.- Él intento preguntar con la mirada por qué la preocupación por la alimentación, pero ella sonrío y se preparó para comer.- Está bien, Sara… me gustaría dejar claro que no te he dejado por otra mujer. Lo nuestro no funciona desde hace años, nuestros hijos sufren más con el infierno en que vivíamos, que con una separación. Yo estoy cansado de ser el malo de la película, pero acepto que no he hecho las cosas perfectas.- Ella comenzó a llorar nuevamente, negandó con la cabeza, Elizabeth pensó que era hermosa, aún con la nariz roja y los ojos hinchados, era hermosa. La pinta de una princesa, ojos azules cristal, el cabello largo y rubio, con buen cuerpo y de largas piernas. Pero era veneno en envase caro, no joda…
-No es cierto… podíamos haberlo arreglado, lo hemos hecho otras veces. Sí ella no hubiera aparecido...
-¡Yo me hubiera suicidado…! ya no lo soportaba… estaba cansado de todo… esa no era mi vida, era la vida que tú querías para nosotros.- Él parecía mayor, tratando de explicar el infierno personal que había sufrido en los últimos meses de matrimonio. -No te das cuenta que nunca te mentí sobre cómo era, sobre mis sueños y anhelos. Crees que no sé qué metí la pata hasta el fondo por ser tan sincero. Tú esperabas un cuento de hadas y yo nunca he sido un príncipe.
-Siempre te he aceptado como eres…
-Mentira… pensaste que podrías cambiarme, convertirme en lo que tú deseabas, en un esposo estilo principesco. Yo lo intenté, juro que lo intenté, pero cuando me portaba como un ángel tus ataques de celos destrozaban algo dentro de mí. Me cansé de ser un juguete defectuoso. Dejé de ser yo, de sonreír de verdad, de disfrutar de eso que me gustaba para ser un padre y esposo respetable.
-¡NUNCA FUISTE MI JUGUETE!
-¡EXPLICA ENTONCES QUE CARAJO FUI EN TU CASA!
-¡ALTO!... Están en mi casa… o por lo menos yo estoy presente. Si esto es un ejemplo de lo que viven en su hogar. Armando tiene razón respecto a sus hijos.- Elizabeth dejó el plato con deseos de abofetearlos a los dos. Parecían gatos y perros.- Si tienen ganas de pleito se van. No tengo problemas con una discusión entre Adultos, esto se está convirtiendo en un circo.
-No entiende… no tiene hijos…
-No tengo hijos es cierto… pero sí tengo familia… sé que lo más importante es un ambiente seguro y saludable. Ustedes han dejado de ser seres racionales en cuestión de segundo, aunque lo racional no creo que se pueda aplicar a usted por la forma en que ha llegado.- Eli tragó de golpe y miró con calma al hombre que un día había amado con locura, en su mirada se encontraba un deseo de perdón. Pero él no podía comprenderlo aún.- Déjeme contarle algo, cuando Armando me dejó por ser una pervertida de lo peor, era su necesidad de estar con una señorita de buena casa, de buena educación, una señorita que no veo hoy aquí. Siempre he deseado tener hijos propios, Armando tiene las cualidades para ser un buen padre, algo raro, pero bueno… lo sé muy bien ya que estuve dos meses pensando los pros y los contras de decirle que estaba embarazada cuando me dejó por usted.
-¿Qué?
-Cállate Armando… es un hecho, no una razón para discutir. Cuando perdí a mi bebe, lloré, grité y me hice una sombra de lo que un día fui. Por un tiempo pensé que había sido un castigo por ser diferente, por ser una mujer apasionada. Pero hoy nada ni nadie menosprecia lo que soy. Soy Elizabeth Cristyal Crast, educadora sexual, escritora con éxito y muy orgullosa de ser una pervertida. Diferente hasta la medula, sí, sincera hasta la crueldad, eso seguro, no me importa las normas sociales, y qué. Si alguien desea juzgar mi conducta se puede ir al carajo.
-¿Qué tiene que ver eso con la discusión?
-¿Quién eres tú, Sara?
-Yo… soy Sara… contable, esposa de Armando y orgullosa madre de tres niños.
-Si ya lo veo… ¿eres feliz como contable?, ¿eres feliz siendo esposa de Armando y siendo madre? No contestes… piénsalo.
-Eli, nunca lo supe… lo siento.
-No hay problema, es un dolor que existió, me enseñó, pero no me destruyó…
-Nunca debí dejarte… por lo menos no como lo hice.
-Estamos de acuerdo en ese punto. Con tus palabras me condenaste, pero quién pago a largo plazo, fuiste tú… yo soy libre, tú has estado y aún estás atrapado por lo que otros puedan pensar. Tu familia hasta ahora no ha encontrado lo que es la libertad, para opinar, para ser o crecer como debe ser. Para colmo de males ella nunca se ha dado cuenta de la forma en que a castrado a su familia con su control absoluto.
-¿Qué?- dijo Sara confundida.
-Es cierto. Sé que tienes razón, nunca dejé de llevar una doble vida. ¿Eres feliz, Eli?- Armando deseaba abrazarla mientras murmuraba esas palabras, pero sabía que eso golpearía con mayor fuerza a Sara, aumentando su rabia contra Eli.
-Cómo todo ser humano tengo mis momentos de felicidad… pero a diferencia de otros yo sé buscar lo que me hace feliz y me agarro a ello con fuerza. Así que ahora soy feliz con la ecuación que ha resultado, pero me preocupan algunos resultados no previstos.- Unas llaves sonaron en la puerta y ambos guardaron silencio esperando a ver qué sorpresa entraba por ésta. Ambos sabían que era la llegada de Michael, pero ninguno sabía que podía suceder de ahí en adelante. Lo vieron entrar con sonrisa en los labios y las manos oscuras a la espalda. Sara gimió, tal vez por lo grande, seis pies cuatro pulgadas bien construidas o por lo peligroso que se veía. La mirada estaba cargada de precaución a pesar de la sonrisa, analizando la situación o buscando algún signo de violencia. Eli se puso en pie lanzándose a los brazos del recién llegado.
-¿Otro esposo?- La voz cargada de resentimiento en Sara y el veneno en la mirada.
-Sí, el mío…- Todos los que conocían a Eli bien, rieron sin poder evitarlo, parecía una gatita restregándose contra el pecho y barriga del recién llegado. Armando parecía triste ante la imagen pero no perdió la sonrisa.-Ah…- gimió ella
-¿Estás bien?- Ella susurró algo contra su pecho, como si fuera una afirmación, pero fue suficiente para que él se relajara.- Adivina quién ha llegado de visita,- dice el recién llegado.
-¿Quién?- Él se movió a un lado dejando ver a quien llegaba tras él.
-Hola…- Fue un susurro, pero provocó que Eli cambiara de expresión varias veces, para luego que se lanzara a los brazos de la mujer.
-Cristina… ¿Estás bien?
-Siento interrumpir.- La joven era delgada, el cabello largo y la mirada abierta de par en par, intentando comprender la situación.
-Le he dicho que no se preocupe… estaba afuera sin atreverse a tocar…- Con una mirada todos comprendieron la razón, Eli se acercó a la joven y la abrazó, no poco después unió sus labios en un beso tierno al que Cristina respondió colocando sus manos en el corto cabello de quien le daba tanta ternura en una simple caricia, hasta que gimió con profundidad por el placer sentido.
-Cochinas… esto es lo que te gusta Armando…- Sara fue silenciada por la mirada tierna y expectante en el hombre que juraba conocer mejor que nadie. Tenía un poco de sensualidad, pero todo lo que podía encontrar en ella era ternura y aceptación. Observó al tal Michael que tenía su mirada oscura sobre las mujeres, observando con avidez la escena. Cuando ambas se separaron, Eli reía contenta, como una niña en la mañana de navidad.
-Sigues llorando… ¿por qué?
-Pensé que no me querrías ver hoy, con tantas cosas.
-Cristina siempre eres bienvenida. Armando está hoy… pero tuvimos una visita inesperada. Por lo demás nada ha cambiado.
-¿Visita? Soy su esposa maldita sea. Ustedes son unas lapas cualquieras.- Un gemido colectivo escapó de los hombres y Cristina se encogió, lo que provocó una reacción violenta en la forma de mirar de Eli.
-Conmigo barre hasta la calle, porque me importa un carajo su opinión. Pero con Cristina ni usted, ni Dios que baje del cielo se mete.- La mujer que hasta ahora había actuado como pacificadora, parecía una gata salvaje. Ante esto Sara debió pensar que la joven era el punto débil de Eli, porque no se quedó callada.
-Esa mierda de mujer… es igual…-no logró terminar lo que iba a decir ya que un puño detuvo sus palabras. Los hombres se movieron, pero ninguno a defender a Sara, que se tocaba el rostro sorprendida por el golpe.
Michael susurró unas palabras al oído de Eli, palabras que lograron relajarla. Armando se movió al lado de Cristina pero no la tocó, sólo evitó con su cuerpo que fuera un punto de ataque de Sara.
-¿Armando?
-No, estás mal. Eres mi ex esposa. No tengo que explicar mis acciones y mis amistades. Por favor vete.
-Te quedarás en la calle… mi padre se encargará de dejarte sin nada.
-Que así sea…
-Tus hijos te odiaran.
-Son seres racionales Sara. Ellos conocen a su padre y a su madre. Además JD, que es el más pequeño comprende que sus padres no pueden seguir viviendo juntos. Haz lo que puedas, quédate con todo, pero yo no voy a renunciar a compartir con mis hijos por tu causa. Ellos decidirán y yo respetaré dicha decisión.
-Maldito seas… ya veremos si es así… verás el odio en sus ojos y te arrepentirás de lo que has hecho... de lo que me has hecho.- Ella sacó el teléfono y comenzó a hablar con alguien diciendo donde estaba y que la fueran a buscar.
-Michael lleva a las chicas a la habitación. ¿Qué les parece una comida en el balcón?- Todos asintieron y movieron juntos la comida. Cristina bajó la mirada asustada, pero tomó los vasos con manos firmes, demostrando así, que no le tenía miedo a la mujer, pero que se sentía incomoda con la situación.
-Armando, amor… ten cuidado… ya sabíamos que este día iba a llegar. Respira profundo y deja que todo siga su curso.- Él asintió y se movió fuera del cuarto cerrando la puerta con cuidado. Los que le vieron salir sintieron un gran peso en el corazón, lo que se avecinaba no sería fácil, para su amigo y amante.
* * * *
-No comprendo que ha sucedido.
-Lo sé cielo… es algo que ya esperábamos, pero nunca imaginé que fuese hoy. Menos aún que estarías involucrada, me disculpo por ello. Ahora come tranquila, es tu día para ser mimada.- Eli observó a la joven algo pálida, se maldijo por hacer la cita en ese lugar y no en un parador tranquilo. Pero Cristina ya tenía un ambiente seguro en ese lugar y bonitos recuerdos en el mismo.
-No deseo que Armando tenga problemas con su familia.
-Querida, ellos tienen problemas desde que dijeron el sí quiero.
-Eso es cierto.- dijo Armando en la puerta a la vez que llevaba en mano un envase de cristal.- Te he comprado mangos, sé que es tu fruta favorita.
-Gracias…- La joven se sonrojó, a lo que él se río sin poder creer que ella reaccionara tiernamente con él. Habían hablado mucho, en persona y en línea. Ambos sabían que tal vez tendrían que compartir a Eli, la mujer que deseaban, así que intentaban forjar más que una relación de amantes, una amistad. Pero supo que se había sonrojado por la fantasía de ella, quizás… tal vez… más tarde se pudiera dar. El observó la habitación que se había convertido en su hogar. Allí lo habían abrazado mientras lloraba por su fracaso. Allí se había peleado en más de una ocasión con Michael y con Eli, pero también había conocido lo que era la libertad sexual entre adultos. Razón por la que amaba a Eli en silencio.
-Coman, quedan dos envases en la nevera y creo que un poco de azúcar natural les viene bien a las dos. Están muy pálidas.
-Armando, siento el haberle golpeado.
-No hay lío. Sara es especialista en explotar el punto débil de las personas y creyó que te haría sufrir golpeando a nuestra dulce Cristina. Era hora de que se encontrara con una leona defendiendo a su cachorro. Temo por el mundo cuando seas madre.- La vio encogerse, recordando lo que había dicho sobre la pérdida de su bebé. Se maldijo en silencio por su torpeza, por hacerle sufrir y volver a recordarle el hecho.- Lo siento, debí tener más cuidado con lo que decía.
-No quiero que midas tus palabras. Di lo que quieras. Yo soy fuerte y no voy a romperme. Además con lo rotos que estamos, lo mejor es hablar cuando no estamos solos.
-¿Por qué no me llamaste…?
-Te llamé… pero… bueno no importa ahora. Lo importante es que somos fuertes juntos. Eres consciente que no estás solo, ¿verdad?- Eli había hecho referencia a los diferentes pasados que todos cargaban en silencio con una sonrisa en los labios. Michael la abrazó y ella acarició a Cristina que lloraba y reía con un pedazo de mango en los labios. La joven aún tenía las heridas abiertas, pero sobreviviría.- ¿Qué ha sucedido con Sara?
-Sé que bomba ha preparado y me gustaría matarla por utilizar a nuestros hijos de esta forma.
-Sabes que en su momento le amaste.
-¿Qué es amor?
-Es cuando cuidas de esa persona, cuando quieres verle reír aun a costa de tu orgullo. Son esas cositas chiquitas que nos recuerdan que somos humanos gracias a ese ser que está a nuestro lado…
-Es sentirte seguro en ese lugar, rodeado de las personas que quieres. Es desear poder protegerle con la misma fuerza.- Cristina los miró de reojo y sonrió. Sabía muy bien que allí no era la rara… allí era la mujer con un gran equipaje, pero dispuesta a sonreír por lo pesado que era.
-Muy cierto Cristina, pero Sara ya no es la mujer de la que me enamoré. Hace mucho que sus sentimientos no llegan a mi corazón.
-Sí, pero eso no significa que no estuvieran, sólo que la persona en que se ha convertido no es por quien tu corazón responde en estos momentos.
-Michael, te doy la razón mi amigo, pero ahora lo único que me interesa es ser un buen padre. Tal vez volver a sonreír y aprender a disfrutar de la vida instando a mis hijos para que vivan con cuidado, pero con energía cada una de sus etapas.
-Jey pá, no te pongas flan. Hola Eli, Michael… ¡Cristina! Pensé que seguías en Utha.- La voz conocida de Marcos gritó desde la puerta, avisando la llegada de los hijos de Armando. Feith, con su actitud burbujeante, Marcos el chico-hombre "dark" y el ángel de la casa, JD. Ese último tenía un algo...
-Regrese hace dos días.- Cristina susurró ante la sorpresa de los recién llegados.
-No habías llamado.- Feith, susurró, mientras hizo un puchero, pero se notaba que no estaba enojada. Aún así Cristina tembló un poco pensando que debió haber llamado. Pero si lo tomaba…
-Hi…-Marcos saludo desde la puerta sin acercarse mucho. Ella bajó la mirada y comenzó a balbucear un poco.
-No te llamé… bueno no quería traerte problemas… tú sabes.- Feith miró sobre su hombro hacia la mujer que le había dado la vida, y comprendió la situación. Pero se preguntó a quién miraba Cristina, a Marcos con su ropa negra y estilo gótico o a su madre que no sabía qué decir ante lo que veía. Era fácil pensar que no deseaba que la esposa de Armando tomara el teléfono, pero cabía la posibilidad de que a quien estuviera evitando fuera a su hermano, Marcos. Ella observó a su madre y su hermano, el otro chico que parecía recién sacado de la infancia, a pesar de estar cumpliendo los trece. No había otra palabra que pudiera caracterizarlo que no fuera “cute”. Era un retrato vivo de su madre eso sin duda. El cabello rubio y ojos azules eran dignos de cualquier príncipe.
-Hola chicos, quieren mangos…- dijo Cristina mostrando el pote de cristal.
-Dale…- JD se acercó a pesar de que su madre había intentado retenerlo a su lado. Sara supo que había perdido. Todos en esa habitación se conocían, Marcos seguía en su lugar, pero sus ojos brillaban con deseos de unirse al grupo que sentados en el suelo entre el balcón y la habitación compartían alimentos.
-¿Qué diablos…?- Sara no podía creer lo que veían sus ojos estaban cargados de furia y odio dirigida hacia Armando, pero en especial a Eli, que la observaba tranquilamente.
-Madre calla… no puedo creer que para esto nos has traído.- Marcos que se había mantenido al lado de la puerta con su cara sería y siempre enojada, más vestimenta gótica, se acercó al grupo pero no se acercó a su padre, parecía un ángel caído en una misión. Se sentó al lado de Cristina, olvidándose que su madre estaba en ese lugar. Ella salió de la habitación llorando, llanto que dejo un gran silencio en los que se quedaron. Sabiendo que no sería fácil lo que venía.
Capítulo 2
Después del silencio
-Lo siento hijos.- Armando bajó la mirada ante los presentes. Su idea no había sido humillar a la que fue un día su esposa. Habían sido 18 años en los que habían compartido más que malos ratos.
-No seas flan, todos sabíamos que este día llegaría.- Faith con su sonrisa abierta su piel clara y cabello castaño oscuro, lanzó una mirada suplicante a Eli, que la miraba sin poder creerlo.
-Armando, todos te queremos, tus hijos te quieren aun cuando no entienden toda la “foto”, pero míralos. Son lo suficientemente mayores como para comprender que pudo haber sucedido si no los hubieras preparado para este momento. Coman en confianza, Michael vienes conmigo, por favor. ¿Cristina vas a estar bien con estos tres diablillos?
-Sí, tienen lo que más necesitan… comida.- Ella sonrío con ganas, al ver que JD, asentía con la boca llena y las manos en varios platos de comida china. Gracias al cielo había hablado con Hana San la noche anterior solicitando un pedido de comida para un batallón. Aunque dudó antes de salir al ver una mirada profunda en Marcos.
-Nosotros la cuidamos…
-Sí, Marcos, José David y Faith, me cuidan.- Todos asintieron, aunque Marcos la miró en silencio. Eli se dirigió a la puerta pensando que tal vez estaba en otro problema sin haberse dado cuenta. Al entrar en la sala se encontró con una escena de pesadilla, debía haber recordado lo que significaba el silencio antes de la tormenta. “Maldición…”
-¿Sara?- El cuerpo de ésta se estremecía en brazos de la que seguro era su madre por el parecido, una mujer que Eli había conocido en el pasado, maldijo en voz baja por no haber dudado en aquella ocasión. La mirada de odio de la mujer dejaba claro lo que pensaba de ella, “diablos, llegaron los refuerzos”.
-Debe estar feliz por haber logrado romper un matrimonio de dieciocho años.
-¿Ah sí? Tan feliz que estoy bailando sobre la tumba del certificado de matrimonio de su hija, simplemente porque estoy esperando a que salga por la puerta. No se haga la idiota, la recuerdo muy bien señora y puede estar segura que me siento igual de feliz que la última vez que me vio.- La mujer la miró como si hubiera recibido un golpe. Eli tuvo que reconocer que había cambiado mucho y que no era la misma muchacha que había bajado la mirada ante la supuesta madre del hombre que amaba. Una mujer que la humilló y que no tuvo compasión de la joven que era y que estaba rota sobre una cama de hospital. La mujer se sonrojó al reconocerla y no le hizo gracia estar ante esa mujer nuevamente, por el brillo asesino de su mirada, ninguna gracia.- No se me ha olvidado su visita al hospital diciéndome que era la madre de Armando.
-Esto es venganza…
-Cómo podría serlo, usted dijo que era la abuela de mi bebé. Nunca hubiera imaginado que era la suegra de Armando.
-¿Qué?
-Luego Armando... – Le pidió disculpas con la mirada y se dejó llevar por las emociones que le abogaban.- Le aclaro señora que el matrimonio de su hija estaba roto mucho antes de que yo volviera a aparecer en escena. Yo sólo fui parte de una conclusión que se había tardado en llegar por la manipulación de su hija y suya. Si quiere una culpable más palpable, mírese en el espejo o mire al bulto lloroso que tiene en los brazos.- Eli no pudo evitar el veneno en su voz, vio que Sara se encogía ante sus palabras, pero no hizo nada por defenderse.
-Descarada…
-Sí señora, descarada, una zorra, puta, mujerzuela, sucia, perra o lo que se le ocurra y con todo eso soy feliz, mucho más feliz que usted o su hija jamás podrán ser. Su hija ha intentado hacer la vida de un hombre y de tres chicos un infierno en un intento de sobornar un regreso a un hogar que hace mucho es un infierno. Ahora llora en sus brazos por qué perdió su mejor carta y aún no sabe cómo carajo.
-Me has robado a mi familia… eres…
-Cuidado Sara… En estos momentos toda lástima que podías provocar en esta familia se fue a la basura por tu intento de utilizar a tus hijos.
-Sara… ella no te ha robado nada… nuestros hijos pidieron conocer a quién me hacía sonreír, todos menos Faith.
-Maldito seas, le entregaste a nuestros hijos.
-No Sara, él no lo hizo, tú los has alejado. Te recomiendo que visites algún consejero o psicólogo. Yo por asuntos evidentes no puedo ayudar a tus hijos con consejería privada, pero seré su amiga hasta que ellos decidan lo contrario. Michael ha conseguido un buen abogado para Armando. Te recomiendo que busques uno.
-Ese hombre se quedará en la calle.- grito la madre de Sara con odio.
-No señora, Armando ha hecho otra familia, esa familia no le dejará caer.
-¿Cómo has podido arrebatarme a mi familia?
-Eso lo puedo contestar yo madre.- Faith parecía cargar el peso del mundo en sus hombros, aunque ya bromeaba y se sentía mejor bajo su propia piel, era un cambio que había costado alcanzar. Era difícil saber qué pensaba o sentía, había aprendido muy bien a esconder sus emociones, pero a su vez era tan vulnerable que quiso abrazarla por esas palabras de lucha. Todos guardaron silencio, esperando que la joven hablara.- Hace un año y medio le pedí a papi que me llevara a una firma de libros de mi autora favorita. Era la primera vez que se presentaba en público y podía ser la última, así que estaba deseosa de conocerle en persona.
-¿Qué tiene que ver? Sí, habías sacado varios libros de tu caja de madera para llevarlos.- Dará parecía recordar el momento mencionado, pero la confusión era clara en su rostro.
-Sí, Eli es la autora de esos libros. La librería estaba a reventar. Mujeres y hombres de todas las edades, desde chicos de quince, hasta abuelos de más de ochenta y algunos con el cabello verde o multicolor.
-La verdad siempre me pregunté qué sucedió con la mujer. Estaba de lo más curiosa.- Todos guardaron silencio ante el comentario de Michael tan fuera de lugar.
-Michael…- Faith no tuvo otra opción que sonreír ante la mirada traviesa de ese hombretón.
-Sigue Faith yo controlo al gorila.
-Gracias Eli, bien el asunto es que cuando papi se enteró que Eli era una escritora erótica, quería que nos fuéramos. Yo me negué, amenacé con ponerme a gritar barbaridades. Al verse vencido, no se quiso separar de mi lado por si algún pervertido intentaba ligar conmigo.- Ella negó con la cabeza, sonriendo ante el recuerdo de su padre rodeado por tantas personas de tan diferentes formas y colores. -Bien, en el momento de la firma, allí estaba Eli haciendo chistes picantes y recibiendo más de un libro para firmar. Cuando puse mi grupo de libros ella se quería quedar bruta.
-Sí, diez libros de los míos era demasiado y más los títulos no eran para tu edad.
-Nos pusimos a discutir cuantos iba a firmar, yo quería los diez firmados, ella quería firmar cuatro. En eso papi soltó un gruñido de los de él y una maldición subida de tono. Lo que hizo que ella lo reconociera al instante…- Eli cerró los ojos recordando los hechos sin poder evitarlo.
-¿Armando?- Él la miró como intentando ubicarla, ella estaba con su disfraz gótico de escritora, así que no se sintió ofendida por la duda en su mirada.
-¿Elizabeth?
-¡ARMANDO!- Ella saltó de la mesa o casi y se había lanzado a los brazos de su juvenil pasión. Él se había olvidado de todo, atrapando su rostro la besó con fuerza y profundidad. Cuando se separaron él lloraba y ella reía como la jovencita que un día había sido. La marca de pinta labios en su rostro era incongruente en Armando, pero provocó más de un gemido y risa en los presentes. Faith se había quedado como algunos pocos, sin saber cómo reaccionar ante la escena, no quedó congelada mucho tiempo.
-Pervertido… fuiste amante de Miss Erótica.
-Yo… es…- Armando no había sabido que hacer.
-No sólo eso, algunos de mis trabajos están dedicados a él.- La joven abrió la boca y la cerró, para luego volver abrirla, pero sin capacidad de decir nada al respecto.- Si quieren hablamos después de yo terminar acá... Michael querido… necesito tu ayuda.-En eso el gigante de su marido se colocó a su lado dejándolos a todos chiquitos.
-Disculpen, vamos a cambiar el formato de la firma de libros. Pido su ayuda y cooperación con la señora Crast, cómo han visto mi mujer se ha vuelto a reunir con su ex amante. Ya pueden sospechar lo que puede suceder y el significado de que ella pida cooperación por parte de todos.
-Un libro nuevo…
-Ideas nuevas…
-Yo lo quiero…- Las voces se entremezclaban con las diferentes reacciones, pero todos estuvieron de acuerdo en cooperar, deseaban otro libro de la autora que había desaparecido por tres años. Eli comenzó a moverse entre las filas repartiendo firmas, besos en las mejillas y dejándose fotografiar, lo que fue un obsequio ante el cambio, ya que nunca lo había permitido. Las charlas eran múltiples, las preguntas eran de todos los tipos y ella sonreía mientras contestaba cada una de ellas con desfachatez. Michael recogió los libros de la muchacha y observó al hombre que hasta ese momento había sido un fantasma en la vida de la mujer que amaba. Lo vio enrojecer y dudó que fuera el mismo que había estremecido el mundo de la joven que un día había sido Eli.
-No creo que sea buena idea el que yo me quede.
-Señor, llevo años escuchándole nombrar. Mi mujer quiere hablar con usted y creo que su hija está soñando con el próximo libro en el que su padre podrá ser un personaje.
-Oh… sí… sí… y triple sí…
-¿Faith?
-Lo siento papi, pero llevó años esperando un trabajo nuevo en la serie EVA y tú no lo vas a detener.
-Me vas a vender por un libro…
-No por un libro… pero por un libro EVA, claro que sí y sin dudarlo dos veces.
-Hijas…- murmuró Armando que se había repuesto de las lágrimas que habían llegado sin una explicación lógica para él.- Sigue siendo buena escuchando a la gente.
-Sí, pero aún le provocan terror.
-Prefiere los libros…- dijeron ambos al unísono. Ambos sonrieron y Faith los miraba extrañada. Eli no se perdió nada del intercambio, aun cuando hablaba con diferentes grupos.
-¿Estás bien?
-Sí, gracias… sé que fue difícil escoger a los que vendrían hoy y organizarlo todo para darme espacio, para luego verlo todo en el suelo por un capricho de tu escritora.- Michael sonrío y la abrazó sin soltar los libros de Faith,
-¿Estás bien?- La pregunta de Michael le hizo sonreír con ternura, se recostó en su pecho y siguió escuchando a Faith.
-Esa noche cenamos juntos y me quedó claro que papi no era feliz. No por lo que dijo, sino por lo que no fue capaz de decir. En ningún momento habló de las peleas, las discusiones, ni de la manipulación por parte de mi madre. Describió una relación inexistente y una mujer que si existió en algún momento, yo nunca le conocí.
-Faith… por favor. Es tu madre, respeto.
-Sí padre, lo siento.
-No te preocupes pequeña. Sara, esa noche supe que no podía seguir contigo.
-¡POR ELLA!
-No madre, por mí. Los libros bajo la marca EVA, son libros de auto ayuda, eróticos pero más que nada son parte de las pesadillas de lo que es el abuso sexual infantil y lo que éste nos hace en nuestro proceso psicológico. Cuando Eli preguntó por mi gusto de libros y el cómo había dado con ellos a una edad tan joven. Yo le conté sobre la consejera que había notado algo raro en mí, el que ella me recomendara Realidad vs. Fantasías, provocó un pandemonio que poco más le cuesta la vida a mi padre. Eli parecía un demonio sacado del mismo infierno con ganas de matar a quien había fallado supuestamente en protegerme.
-Es cierto, nunca la había visto de esa manera, fue aterrador, pero maravilloso, una obra de arte en movimiento. Aunque no sabía la razón por la que me atacaba.
-En eso yo comencé a llorar explicando que él no sabía nada.- Faith miró a su padre con amor, olvidando la puerta emocional que había dejado abierta con él.
-Usted… vieja cabrona, sabe cuál es el subtítulo de mi libro Realidad vs. Fantasías… ¿no? Es “Después del incesto y la pedofilia” Comprende, ¿verdad?
-Una mujerzuela como usted no tiene derecho a calumniar a mi familia.- La mujer mayor parecía haber recibido un golpe en pleno rostro, miraba algo nerviosa y sonrojada, pero el orgullo era mucho en ella, tanto que era capaz de ver a su nieta con desprecio.
-Yo no lanzo calumnias a nadie. El honor de su familia lo puso por el suelo su hijo. Acompañando la acción del desgraciado, la actuación de ustedes dos que se suponían protegieran a una niña en crecimiento de un monstruo como ese.- Eli estaba cambiando, moviéndose hacia adelante hasta que Michael detuvo sus pasos amenazantes contra la mujer que se había puesto pálida, ante la amenaza latente en la pequeña mujer.
-Mi hijo es un buen hombre, ayuda a la sociedad y a personas que van por el mal camino. Cuida de las reglas sagradas de nuestro señor aquí en la tierra, siendo un buen sacerdote.
-Maldita vieja. ¿Sabe lo que es sagrado? Lo único sagrado en el mundo es la inocencia de un niño y ahora diga usted, si de verdad su hijo va a estar entre los llamados a la mesa del padre con todo lo que ha hecho. Faith no es la única, lo están investigando y ya pronto saldrá a la luz la basura que ustedes han escondido bajo la alfombra. El resto de las reglas sociales con las que vive la sociedad y ustedes, se pasean por donde no me da el sol. Y si se atreve a mirar nuevamente a mi Faith de esa manera le juro que le voy reventar el hígado a puro golpe.- Eli no se había dado cuenta de la mirada perpleja en Sara que observaba a su madre como si está fuera la primera vez que la viera. Pero se recompuso nuevamente.
-¿Por qué no dijiste que habías creído las mentiras de Faith? Yo te hubiera explicado.- dijo con una sonrisa conciliadora en los labios Sara, que parecía haber olvidado la acusación que se le había hecho a ambas.
-Cállate Sara, me importan puta madre tus explicaciones. No te dije nada, ya que sabía que dirías algo así y yo terminaría asesinando a la porquería de familia que te cargas y a ti en el mismo bando.- Armando ya había perdido la paciencia, por un momento al ver la duda en la mirada de Sara pensó que ciertamente le habían convencido de que la niña mentía. Pero ella había borrado la duda de su mirada aferrándose a que su hija era una mentirosa.- Ustedes con esas ínfulas de buenos cristianos, lo que guardan bajo los ropajes de mártires es pura mierda. Yo le creo a mi hija. Ella se merecía mejor de mí, mis hijos van a tenerme y ellos decidirán con quien van a vivir. Ahora lárguense arpías.
-Yo…- Sara no podía decir nada, sus hijos observaban todo en silencio sin defenderla. Su hija abrazó a su padre, despreciando a las mujeres que le habían llamado en más de una ocasión mentirosa, que le habían convencido que su tío el sacerdote no era capaz de violar a una niña de once años.
-Señoras… busquen ayuda y sepan que Armando y sus hijos sin importar lo que decidan contarán con todo nuestro apoyo.
-¡MARCOS! ¡VÁMONOS!
-No madre…
-Tú no me puedes dejar… tú no…
-¿Por qué?
-No me puedes dejar por él… ¡No por él!
-Vuelvo y repito madre; ¿por qué no?- Marcos, serio, con su mirada fría observaba la palidez en el rostro de su madre sin inmutarse. No era su intención llevar otra confrontación a la mesa, pero cuando algo malo sucede se juntaban todas o por lo menos eso era lo que él había notado en su corta vida.
-Tú eres mío… sólo mío.
-Mis hermanos también son parte de tu vientre. ¿Por qué ellos no son tuyos?
-Ellos son… ellos son traidores.
-JD, no ha dicho que se queda con Armando.- El evitar llamarlo padre y con una sonrisa cínica en los labios le estaba diciendo a su madre que conocía su secreto.
-Marcos no… por favor.- dijo Eli desesperada leyendo lo que se estaba diciendo entre líneas. Tenía una fuerte sospecha de lo que quería decir, pero la mirada atónita de todos los demás le decía que no estaban al tanto de dicho secreto.
-¿Por qué?
-Es tu madre… no resistirá otro golpe. Hoy no… Necesita ayuda profesional. Debe recibir el apoyo de un psicólogo. Luego te puedes arrepentir, no me importa ella, pero tú no tienes por qué cargar el resto de tu vida con un error de tus padres. ¡Tú no mi niño!
-No es tu niño, maldita seas. Es mío… sólo mío.- Sara estaba histérica, se había olvidado de todo y fue a golpearla, quedando sorprendida cuando fue Marcos quien le detuvo en su intención recibiendo la cachetada. El brillo en la mirada de Marcos era uno de odio y resentimiento.
-¿Eli, cómo sabes qué me voy a arrepentir o a sentirme culpable?
-Mira a tu padre. Mírala a ella, observa sus vidas, la manipulación es parte de lo que respira. No dudo que esté buscando una manera de hacerles pagar el que le derrotaran en su propio juego.
-¿Cómo lo sabes?
-Así era mi padre… hasta que un día se quitó la vida esperando que le salvaran. Pero nadie supo qué hacer.
-La culpa nunca es buena consejera.- Michael colocó la mano en el hombro del joven, agradeciendo en silencio el que protegiera a Eli.
-Madre, me voy a quedar con papá hasta la noche.
-¡No! No te puedes quedar. Eres mío…
-No madre, me pertenezco a mí mismo y no soy una pieza en tu juego.
-¿Crees que si sabe la verdad te va a querer a su lado?
-No importa de lo que están hablando. Marcos decide y yo le respeto por ello.
-Sara, vámonos.
-No madre, mi vida es un infierno. No voy a permitir que se burlen de mí.
-Cállate, Sara. Eres una mujer decente. No permitas que estos ingratos rompan con tus valores.
-Estoy harta de tus valores y tus ideas.- Todos veían la situación en la que nadie podía hacer nada. Eli se movió deteniéndose a unos pasos de ella.
-Yo sé tú secreto… eres una ramera y peor que yo… ¿verdad?- Susurró las palabras volteándose luego hacia su familia. -Armando, mete a los chicos en la habitación, nos vamos esta tarde para la piscina del gimnasio o la playa. Vayan decidiendo donde quieren ir. ¡Cristina ayuda a JD y a Marcos a buscar ropa!
-Ya me encargo. Chicos vamos a prepararnos.
-Eli, ¿qué vas a hacer?
-Algo que tú no puedes querido.-Armando miró a Michael y lo vio asentir. Eli estaría protegida.
-Faith vamos a prepararnos.
-Desgraciada… no te vas a quedar con mis hijos.
-Tienes seis meses para enderezar tu vida. Esta semana se presentarán cargos contra tu hermano y contra ustedes por cómplices. Se ha llevado una investigación de nueve meses donde jóvenes de diferentes edades le han acusándolo de violación, abuso sexual y exposiciones deshonestas. Tu hija no mentía, pero vamos a ver que hacen con la verdad ahora que no la pueden acallar con amenazas. Púdrete con el dinero, busca ayuda y suplica que exista un Dios que pueda perdonarles, yo voy a hacer todo lo que esté en mis manos por destruirles. Dile a tu hermano que busque una piedra bien grande y que se meta debajo, porque voy a acabar con él.- Michael vio a esa mujer de unos cinco pies de altura acercarse a la alta mujer, la vieja parecía mucho mayor y su boca arrugada dando la imagen de haber tragado algo muy agrio.
-Aléjate de mí Satanás.
-Sí con gusto. Pero antes se acuerda de lo que le dijo a su nieta: “Tu palabra contra la nuestra.” Bien ya no es así, pregúntele a su adorado hijo donde ha estado metiendo las manos. A ver si le dice qué ha estado haciendo. ¡Ah! y le debo esto.- Eli sacó la mano con todas las fuerzas pegándole en pleno rostro. Luego le agarró por el cabello y la sacó a patadas por la puerta. Sara no podía creer lo que veía, su madre, la mujer orgullosa y fuerte siendo doblegada por primera vez.- Sara, si me quieres hacer la vida mucho más fácil, te puedes quitar la vida en confianza. Eso sí, hazlo bien, no vayas a quedar vegetal por atentar contra tu adorado Dios. Ha y recuerda, tendrás que explicarle que hiciste con los hijos que te dio.
-O puedes tener suerte y descubrir que Dios no existe.- Michael le cerró la puerta en la cara con esas palabras.
-Me siento enferma.
-No es para poco, pero todo va a estar bien. Cómo le dijiste a Armando; las decisiones y sus consecuencias son individuales.- susurró Michael mientras la abrazaba.
-Vamos, tenemos que subirle el ánimo a esos chicos. ¡Quiero diversión!
-¿Eli, estás bien?- Cristina parecía querer salir corriendo.
-Sí corazón. ¿Vas con nosotros?
-¿No crees que es mala idea con todo lo que ha sucedido?
-Para nada, a Marcos le vendrá bien verte en traje de baño. – dijo Eli con mirada traviesa ya que antes había notado en el joven la mirada de anhelo. Lo cual le decía que tendría que ocuparse de hacer arreglos ante ese nuevo cambio.
-Pero mi cuerpo…- el temblor lo decía todo.
-Tú decides pequeña. Las marcas que tienes son tus medallas de honor. Sobreviviste en el infierno y estas aquí con nosotros que tanto te queremos. Fuiste bautizada en esta vida por el dolor, pero eso sólo significa que eres un ángel que reconoce la pena en otros. Los chicos te necesitan tanto como yo.- Ella volteó buscando la mejilla de Michael con sus labios. Luego fue donde se encontraba Cristina quieta y asustada. La besó con dulzura, durante el beso aprovechó para quitarle la camisa. Ella gimió una protesta pero se dejó hacer.- Tranquila amor, sólo ternura hoy.
-Sí… por favor…- Eli asintió y se acercó a su espalda con delicadeza y comenzó a buscar cada marca, cada cicatriz de cigarrillo. Era un ejercicio que se repetía una y otra vez, entre ellas, y en familia, era una forma de asegurarle y crear fuertes lazos entre ellos. Siempre había quedado claro para todos, que en ese instante en que fue marcada, había sido el momento en que se había roto su lazo con los demás, con la humanidad misma. Era por ello que Eli se centraba en cada una de las pequeñas cicatrices, pidiendo ayuda para no crear más en el alma de esa hermosa mujer que hoy temía estar molestando, que hoy temía ser una piedra en camino de aquellos que le querían.
-¿Puedo?- Cristina pareció despertar de un trance y asintió a Michael que había hablado con voz ronca. Este no tenía nada sexual para con ella, su mirada era la de un amigo, un hermano más en esa relación que compartían. Éste le acarició el rostro y la besó en los labios, como se besa a un niño antes de dormir, deseando que no tenga pesadillas, para luego seguir el rastro de besos de Eli sobre las cicatrices que conocían bien. Con esa imagen se encontraron Armando y sus hijos, no era la primera vez que eran testigos, en más de una ocasión, la vasija que sostenía a ese ser se había quebrantado, pero todos habían permanecido al margen. Él sonrió con ternura, sabía lo que hacían, lo había visto hacer varias veces, pero nunca dejaba de hacerle sentir humilde por pertenecer a esa familia.
Esta vez, después del golpe con la realidad, necesitaba unirse a ellos, aceptar la valentía en esa pequeña mujer que se aferraba a la vida a pesar de todo lo feo, a pesar del dolor y las cicatrices en su alma, era capaz de sonreír y amar. La palabra mala, escrita en su espalda era símbolo de sobrevivencia.
Con un nudo en la garganta vio como Faith y JD, se acercaron en silencio pidiendo permiso, por primera vez tomaban acción ante una ceremonia. Ella con una sonrisa cómplice en los labios y JD con un brillo extraño en la mirada, pero con la misma intención y anhelo, el deseo de consolar, el hacerle entender a ella que eran una familia. El jovenzuelo le abrazó de forma torpe, Cristina colocó sus manos en los rizos rubios que él tanto odiaba, como si fuera una madre aferrándose a un bebé. Ellos no sabían cuánto ella los necesitaba de esa manera y él reconocía la ternura tan grande que nacía del pecho femenino al tenerlo torpemente abrazados.
-Cristina, eres uno de mis pilares, no podemos seguir sin ti, de seguro no sabes lo importante que eres en mi pecho.- Faith no dejaba caer las lágrimas de sus ojos, pero las mostró con orgullo. Fijándose en el brillo de lágrimas en los ojos infantiles, que le decían a Armando que comprendían mucho más de lo que le hubiera gustado, pero justo lo que todos necesitaban.
Ella buscó ayuda en Armando que parecía enternecido con la imagen, de esa forma estiró la mano, él acaricio el labio inferior de ella que temblaba de la emoción. Aun podía sentir los besos de Eli y Michael, también la caricia leve de Faith junto a los brazos de JD, ahora Armando le decía con una simple caricia que comprendía y aceptaba lo que sucedía. Más que eso, que se sentía orgulloso de la aceptación incondicional de sus hijos para con ella.
-Eres hermosa y mis hijos lo saben.- Faith besó el hombro de la joven con ternura, Eli se detuvo y se acercó a Marcos que tenía los puños apretados, mientras veía como todos la abrazaban para transmitirle fortaleza. Eli lo abrazó con fuerza mientras le susurraba al oído.
-No es lo mismo saber, que ver. No te preocupes, llegara un día en que esté completa. Pero sanar siempre es doloroso y el proceso nunca termina, sólo está un poco asustada por los cambios que pueda traer todo esto, pero ciertamente no se ha derrumbado ni una vez.
-Pero… pero papi…-Marcos deseaba llorar como no lo había hecho desde que era niño.
-Él comprenderá. Te juro que entenderá.
-Gracias.- Con esas palabras la abrazó con fuerza y sintió como el cuerpo de esa mujer tan pequeña sostenía el mundo de tantas personas y siempre mantenía una sonrisa en los labios. Le sonrío mientras se separaba de ella y se acercaba a la razón de sus desvelos. Acariciando de forma suave y superficial la M de la palabra MALA que Cristina tenía escrita con cicatrices de quemaduras en la espalda. La caricia provocó otro mar de llanto en la joven que no sabía cómo reaccionar ante Marcos y lo que este niño le hacía sentir.
-Eres hermosa, por dentro y por fuera nunca lo dudes.- Eli le besó sin miedos, ni vergüenza, demostrando lo mucho que le amaba, no era un beso de pasión, era un beso que nacía del alma y el deseo de sanar.- Bien es hora de irnos de fiesta. El cuerpo pide ¡CALLE!
-¡SÍ!- gritaron los chicos intentando demostrarles a Cristina y a todos los adultos que estaban entusiasmados con la idea. Para Eli era algo así como muy exagerado, pero no iba a decir nada al respecto. Todos necesitaban un rato fuera de esa pesadilla.
Capítulo 3
Bajo el sol
Eli cerró sus ojos y se dejó acariciar por los rayos del sol. Antes de haber llegado al gimnasio habían cambiado el rumbo para llegar a la playa de Dorado, el viaje había sido mucho más largo pero había valido la pena. Había mucha gente disfrutando de la tarde bajo el sol. Pero de seguro eran menos que en la mañana. Ella se acercó a su familia que jugaban a la orilla haciendo castillos de arena o algo así. Los hombres estaban en una esquina observando a los chicos mientras dialogaban en susurros, de seguro hablando de Sara y de su visita.
-Armando y Michael, tenemos que hablar.- ellos asintieron y la siguieron, ella asintió en dirección de Cristina que sonrió entendiendo el mensaje.
-¿Cuál es el problema?- preguntó Armando algo alarmando, pensando que la visita de Sara tendría mayores consecuencias en su relación.
-Cristina.- Ellos guardaron silencio sin saber muy bien cuál era el problema o a que en específico se estaba refiriendo Eli, que buscaba algo en el rostro de ambos, una respuesta a una pregunta que aún no había formulado. -No se han dado cuenta de cómo se está comportando. Parece mamá gallina, incluso con nosotros los adultos. Considero que debemos ver cómo trabaja esta nueva faceta, antes de cambiar las reglas del juego.
-Estoy de acuerdo, nunca imagine que aceptara a los chicos tan rápido. Además con todo lo que ha sucedido en el día no se ha derrumbado ni una vez. Yo hubiera jurado que no soportaría ningún tipo de confrontación, la pequeña ave con su ala rota esta sanando muy bien.- Michel decía estas palabras mientras observaba a quien había llegado totalmente destrozada a sus brazos.
-Armando, siento decirte que debemos dar más tiempo a Cristina… por aquello de profundizar la relación entre los adultos. Siempre hemos tenido la regla de sexo libre y desde que has llegado hemos tenido que dividirnos entre tú y ella, también entiendo que ha sido difícil por ser un mal momento en tu vida. Pero no creo que ella deba dar el paso, ni que esta lista aún para ello.- Eli parecía realmente saber de qué estaba hablando. La libertad sexual había llegado a ser difícil en una pareja tan fuera de norma, sin embargo, todos habían llegado a unos acuerdos que funcionaban y que les permitían amar sin límites.
-¡No!- Todos se voltearon ante la voz de Marcos interrumpiendo su conversación.
-¿Hijo…?- Armando parecía estar confundido por las emociones en el rostro de éste, busco la mirada de Eli, buscando respuesta, por otro lado lo que encontró en ella fue comprensión.
-Eli, sé lo que estás haciendo. Yo estoy completo y ella necesita soñar. Nuestra familia necesita crecer, ella necesita sentirse libre, si ahora cierra la puerta a esa relación… ella…, ella no podrá soportarlo y tal vez desaparezca de nuestras vidas.
-Marcos lo sé, pero…
-No hay pero que valga. Ella necesita poder unir las piezas. No hay forma en que yo pueda ayudarle, no a mi edad y no con mi conocimiento. Sé que aún soy muy torpe con esto de las emociones y las necesidades. No creas que no me di cuenta que ustedes se acarician por amor, pero más aún es un deseo de sanarse unos a otros. El contacto privado entre ustedes les hace más fuerte para enfrentarse al mundo. Un año atrás Armando no hubiera podido enfrentarse a mi madre de la manera en que lo hizo.
-Marcos, bebe… es cierto que en estos momentos no puedes ayudarle, pero existen diferentes formas para que ella pueda sentirse completa. Demuestra carácter, está dejando saber su opinión, aún necesita protección, pero aun así… desea protegerles. Con ello tenemos la mitad de la guerra ganada.
-Puede ser, pero tiene que permitir el sentirse amada… el estar con un hombre aparte de Michael, al que ve como extensión tuya.- Marcos parecía desesperado y todos habían desaparecido excepto por Eli que era quien sostenía la llave para que ese juego funcionara.
-Marcos… no creo que Cristina sea capaz de vivir con nosotros y luego aceptar el amor del hijo de su amante. Mentalmente no podrá ser ella misma junto a ti, cuando tú sí estés listo.- Eli suspiro sin poder creer que nadie había gritado al ella soltar esa verdad. Ya lo había dicho, no había vuelta atrás, Armando miraba a su hijo como si lo viera por primera vez, comprendía la situación de Cristina, pero su hijo estaría sufriendo dos veces más y sufriría demasiado al saberla en sus brazos. Ahora comprendía la mención de Eli de un problema, el mismo era muy gordo de por sí. El joven era maduro, debía reconocer que tenía fuerza de voluntad y decisión de su parte al expresar que no estaba preparado para ayudar a la joven, pero a su vez había que aceptar que él no era un bebe.
-¿Marcos?- Armando tenía que poner un alto, primero eran sus hijos, tendría que existir otra forma de arreglar todo ese asunto.
-Padre… lo siento… Eli, te quiero y sé que nos ayudas todo lo que puedes aún creo que mi padre fue un estúpido al dejarte cuando eran jóvenes.-Ambos escucharon como Armando susurraba un gracias irónico, pero seguía escuchado a su hijo con toda su atención.- Me aceptará llegado el momento ya que Armando no es mi padre biológico.
-Diablos Marcos… ¿Cómo carajo tú te enteraste de eso?
-¿Lo sabes?-Marcos no podía creer la cara de su padre, ni el sonrojo del mismo al saber que el gato se había escapado de la bolsa.
-Sí, tu médico me informó tu tipo de sangre cuando tenías cinco años. Para esa fecha yo corría con todas las citas médicas, mientras tu mama cuidaba de JD. Ya sabes lo difícil que fueron los primeros años de vida para él.
-Pero mami…- Marcos no podía creer la sonrisa en los labios de su padre, él había sido un producto de una infidelidad por parte de su esposa, pero aun así había estado a su lado toda la vida.
-Sí, ella cree que yo no sé nada. Yo nunca les he tratado diferentes. Son mis hijos, todos lindos o todos feos… pero mis hijos al fin.- Armando colocó su brazo alrededor del joven, comprendiendo ahora todo lo que había estado fuera de lugar en su vida como familia y la rabia del mismo contra la mujer que le dio la vida.
-Yo lo supe por la clase de ciencia. Mi tipo de sangre no es común, al buscar a cuál de los dos podía pertenecer, me lleve un palmo de narices. Sé que soy hijo de ella, pero también me queda claro que hubo un tercero.
-No hay problema, yo no fui un ángel. Para el tiempo en que tú fuiste engendrado, yo había descubierto que ya no le amaba. Pero me quede por Faith y luego por ti, creo que un hijo necesita a sus padres para crecer seguro. Sin embargo, no fui un buen esposo, fiel... y en fin, nada que ver con un dechado de virtudes.- Armando le acaricio el cabello húmedo como lo hacía cuando era pequeño. Su cabello lacio como el de los indios de la isla, era una de las razones por las que había sospechado de un tercero. Toda su familia tenía el cabello riso, de diferentes colores, él lo tenía de un castaño dorado, pero al fin y al cabo el cabello sin rizo, era un símbolo de diferencias.- Marcos, yo no fui lo que tu madre necesitaba, me enoje un tiempo, no contigo ni por tu nacimiento, sino por el miedo a que llegara alguien a reclamarte. Al pasar el tiempo el miedo dejo de existir y te convertiste en mi hijo, igual que Faith y JD, compartimos nuestra pasión por la música y la justicia.
-¿Pero por qué no le reclamaste a mami?
-Ella tiene derecho a guardar sus secretos, como yo guardo los míos. No niego que temía que me rechazaras en cuanto te enteraras. Sin embargo, nunca imagine que me lo echarías a la cara por asuntos del corazón.
-Eres el hombre que me ha criado. La genética no tiene nada que ver con ser padre.- Marcos por primera vez en meses parecía un muchacho de quince años y no un joven sin edad, con el peso del mundo sobre la espalda, lo que Eli agradeció ya que pondría las cosas más fáciles para explicar la psicología del asunto, lo que era de por sí imposible con un adolescente balanceado. De verdad no quería intentarlo con un joven enojado con el mundo.
-Espero haber hecho un buen trabajo. Además, sé que Sara les quiere con locura.
-El problema aparece al utilizar el término locura tan acertadamente.
-No hagas bromas de esa forma. Sigue siendo tu madre. Es respecto a mi cuando pierde un poco la cabeza.
-Armando sabes que no es tu culpa. Hubiera sido así con quien se enamorase. No es algo con lo que ella pueda luchar sola. Tiene una relación intra-dependiente contigo. Si busca ayuda encontrará que puede ser feliz, incluso aceptarías a la mujer en la que se convirtiese, no dejé de notar lo hermosa que sigue siendo.- Ella sonrío y lo beso con picardía. Fue y abrazo con toda la ternura que pudo al joven que tan valiente había sido hasta ese momento.- Marcos, debes ser consciente que la sangre no es lo que verá Cristina cuando intentes entregarle tus sentimientos. Ella sólo tendrá en mente que fue amante de Armando y que tal vez por ello no es buena idea aceptar tu cariño en esa faceta romántica.
-Pero…
-No estoy diciendo que no le ayudemos, es que han estado sucediendo cambios y ella se ha adaptado mejor de lo que esperábamos. En ningún momento pensé que pudiera soportar un ataque directo de Sara. Ahora tengo una imagen más clara de la joven mujer que crece bajo mi mirada.- Eli dejo que su mirada se perdiera sobre la arena hasta llegar a alcanzar la figura de Cristina que bromeaba quitando arena de los rizos de JD.
-Es cierto, Marcos tienes que estar atento a esos cambios, no es bueno llevarla en una dirección por creer nosotros que es lo mejor. Ella será capaz de decidir, lo que Eli intenta decir es que es mejor esperar a que ella decida.- Michael parecía tranquilo, pero su mirada penetrante no se alejaba de Eli, lo que le hacía preguntar a Armando que más podría pasar en esa familia tan extraña que todos ellos habían formado.
-Hijo, ella es una mujer espectacular, cierto que está herida, pero que después de hoy sea capaz de sonreír… significa que es mucho más fuerte de lo que le hemos estado dando crédito.
-Estoy de acuerdo pá. No niego tener miedo, miedo a ese futuro en que puedo perderle de vista.
-Jey, nada serios. Es hora de ir a jugar en el agua. Estamos para disfrutar como familia. Una familia rara, pero familia al fin y al cabo.- Eli le puso una nota jocosa, por qué el futuro aún estaba lejos y era injusto, que el chico quitándose un peso de encima, agarrará con mayor fuerzas otro.
-Marcos, te quiero.- Armando al decir estas palabras tenía algunas lágrimas atrapadas en sus ojos, los cuales brillaban a su vez de orgullo.
-Lo sé. Vamos con todos.- Marcos se puso algo remolón, pero no hubo tiempo para hacer bromas sobre el color rosado de sus mejillas, que era demasiado intenso para echar la culpa al sol.
-¿Te sientes bien Eli?
-Sí…
-De acuerdo…- Comenzaron a caminar hacia el grupo, hasta que notaron que Eli se había detenido y miraba con ojos brillantes a un vendedor ambulante. Tenía en un palo bolsas de colores violetas, azules y uno rosa que se veía desde donde ellos estaban.- ¿Eli?
-Corazón… ¿Quieres uno?- Armando sintió un puñal en el pecho al ver que Michael le acariciaba el rostro y ella sonreía como una niña. Deseaba tanto poder ser él quien pudiera tratarla con tanta dulzura.
-Sí…-Un susurro, pero fue suficiente como para que Michael se moviera hacía el vendedor. Al volverse traía una bolsa con algodón de azúcar color violeta. Mientras Armando les había ofrecido a los chicos y todos se habían movido como si fueran un entero y rodeaban al vendedor. Michael le entregó su premio a Eli, pero se asustó al verla llorando y mirar al vendedor con anhelo.
-Qué sucede corazón…
-Yo… yo… yo quiero uno rosa.
-Está bien, vamos a cambiarlo.- Ambos se movieron tomados de la mano.- Disculpe, tiene otro rosa.- JD estaba comiéndose uno color rosa y lo tenía casi a la mitad.
-Lo siento pa… ya no quedan d’esos.- Él parecía querer decir algo más pero se quedó de piedra al ver a una joven llorando desconsoladamente mirando el algodón que el jovencito devoraba sin darse cuenta.
-¿Eli, qué sucede?- La voz de Cristina llamó la atención de toda la familia, que en un instante detuvieron todo para observar a Eli que no podía parar de llorar. Parecía una niña a la que se le había muerto una mascota. No podía detener el llanto, aun cuando intentaba asegurarles a todos, que estaba bien con gemidos y palabras entrecortadas por los hipos.
-¿Dónde puedo conseguir uno rosa?
-Esté… yo…. no sé, señol… la velda no sé.- Todos los presentes parecían golpeados, JD intento compartir con ella lo que le quedaba de su algodón, lo que provocó que ella gimiera y llorara más aún.
-Eli me estás asustando.
-Armando respira profundo no es nada serio. Así es Eli.- Michael lo dijo con un tono inseguro, lo que provocó varias miradas dudosas a su alrededor.- ¿Hay más vendedores de algodón?
-Sí tres más, señol.
-Gracias. Armando tú ve cerca del estacionamiento y checa a ver. Si lo vez compra el algodón que tenga color rosa. Chicos ustedes van por la playa a la derecha y yo iré a la izquierda. Cristina y Faith por favor cuiden de Eli. Mi amor… ya te traemos lo que necesitas.- Michael sintió que se le rompía el corazón al ver que ella hipaba con lágrimas aún en los ojos. Una mirada tan confundida como la de los demás. No había duda, ella parecía más perdida que toda la familia por el llanto que no podía controlar, intentaba sonreír valiente, pero el sentimiento era ese de una niña, la niña que aún guardaba en su interior sin poder liberarla del todo, pero que ahora parecía querer salir más que antes.
Las mujeres vieron como todos se lanzaban a la búsqueda, el hombre de los algodones de azúcar murmuro algo sobre antojos y siguió caminando. Ninguna le prestó atención por estar atentas a los hipos de Eli, que ya no lloraba con fuerza, pero aún seguía sacada de lugar. Era tan extraño en la mujer, que ninguna de las dos sabía qué hacer con ella. Las golosinas habían sido olvidadas en una mano, mientras que le decían una y otra vez que ya regresarían todos con lo que deseaba.
-Mira Eli, allí llega papá con dos bolsas rosas.- Eli levanto la mirada y corrió a encontrarse con Armando que parecía haber perdido el aire.
-Gracias.- Armando se sintió morir de alegría al ver la sonrisa tierna de Eli, ella parecía haberse olvidado de todo y todos, mientras miraba con brillo en la mirada las dos bolsas de algodón de azúcar. Aún seguía sin comprender que había sucedido, pero por esa sonrisa le importaba un pepino cuál era el problema.
-De nada… cariño…-La palabra dulce fue aceptada sin critica, ni problema, por lo que él suspiro dando las gracias. Ella se movió con ambas bolsas de dulce y se encontró con JD, Marcos y Michael que entre los tres traían cinco bolsas más.
-Que rico…- Ella se sentó en la toalla rodeada de algodón de azúcar y comenzó a comer olvidándose de todos.
-Michael me puedes explicar que ha sucedido.
-Ni idea… pero no quiero pasar por ello de nuevo.
-Eli, me das uno.- JD, miraba con ganas las bosas, y todos lo detuvieron cuando intento tomar uno, aprovechando que ella tenía la boca llena.
-No… son todos míos…-Todos la vieron chuparse los dedos con gusto. Cada cual volvió a lo suyo, a jugar en la arena, a tomar el sol o a discutir cualquier tontería que se les ocurriese, sin embargo, ninguno se alejaba de ella y mucho menos perdían detalle de lo que sucedía. Con gran paciencia, esperaron a que terminara, algo que no tardo a pesar de la cantidad. Luego se puso en pie. He hizo un dobles de la cintura dando las gracias en japonés. La chica estaba completamente loca.
-Vamos al agua.- Dijo en cuanto noto que tenía a todos riendo.
-¡SÍ!- Gritaron al unísono.
-¿Estás bien?- las palabras favoritas en los labios de Micheal, para ella el mundo volvía a tener sentido, no quería ponerse a analizar realmente que había sucedido con su psiquis, ni siquiera observar cual pudo ser el “trigger” que incitara tal situación. Reconocía la situación con sus hormonas, pero estaba segura que el deseo tan grande tenía que ver con su pasado y la verdad estaba agotada de tanto pasado de mierda que llegaba a destrozar el presente.
-Más tranquila, aunque me arden los ojos. Creo que Armando y los chicos nos ayudaran a ser buenos padres. Eso sí dejo de pegarles estos sustos.- Nadie les escuchaba por estar ya dentro del agua, pero ella seguía sonriendo como una niña pequeña al pensar en lo que llegaría en el futuro. La verdad eso era lo único bueno de tanta vuelta.
-Sabes que no es mi hijo, biológicamente hablando.- Michael observó con calma el grupo de personas que en poco tiempo se había convertido en una familia para todos ellos, primero Cristina, luego Armando y Faith, para completar con los chicos que con tanto amor se habían integrado a un grupo tan diferente en las escalas sociales.
-Sí, ya lo has dicho. Pero eso no quiere decir que no vayas a participar de esta locura.- Eli se restregó contra el vientre de Michael como un gatito majadero, que sabe que tiene toda la atención sobre él.
-Cierto… no me la perdería por nada del mundo. Me encantará chupar tus pezones cuando estés lactando.
-Pervertido.
-Ciento por ciento mi amor y te gusta.- Ambos entraron al agua riéndose, recibiendo el ataque de los chicos, a lo que Eli no tardo en esconderse tras Michael que era demasiado grande. Su cuerpo musculoso de seis pies y tantas pulgadas le cubría muy bien. Aunque fuera una realidad en más de un sentido, él se había convertido en su muralla contra el mundo, el puerto seguro en esa tormenta que le había tocado por vida. Ella se imaginó cómo sería dentro de unos meses, y pensó que aquel que se metiera con esa familia, estaría loco de remate.
Capítulo 4
Entre amigas
En la minivan un silencio sepulcral se había posado en los presentes. Armando y Michael miraban a Eli dormir como una niña pequeña entre ambos. Faith conducía haciendo bromas de vez en cuando, pero volvía al silencio, intentando mantener el sueño de la mujer que había tenido un día de preocupaciones y emociones fuertes. Aún todos se preguntaban cómo era capaz de dormir, Cristina la miraba con preocupación. Al detenerse el auto frente al edificio todos miraron expectantes a Eli, los chicos por raro que fuese, se habían mantenido callados, observando a los adultos interactuar con la bella durmiente.
Eli sintió el auto detenerse, como si fuese algo lejano, pero estaba muy calientita y no quería despertarse, sabía que habían llegado, su mente estaba uniendo los datos y poco a poco estaba llevándole a la vigilia. Era extraño, nadie hablaba y eso sí logró despertarle, no le gustaba el silencio que la rodeaba. Eso era tan extraño como que no saliera el sol por la mañana. Ella se estiró y gimió ante el dolor en algunos músculos, más la piel sensitiva quemaduras de sol. Escuchó a todos moverse y abrió los ojos con una sonrisa en los labios.
-¿Llegamos?- hubo un suspiro colectivo a la pregunta de ella.
-Sí, dormilona. ¿Estás cansada?- Michael la observó con ternura pero algo más en la mirada, Armando tenía curiosidad de a que se refiere.
-No, pero sí incomoda. Pido primero el baño, el agua salada me está matando.- Todos rieron y la vieron correr escaleras arribas, con Cristina pisándole los talones y Faith haciendo bromas.
-Creo que las damas nos han dejado con la tarea de cargar todo esto.- Armando lo dijo sosteniendo por la camisa a JD, que intentaba seguir a su hermana, tanto él como Marcos terminaron ayudando a cargar bolsas y ropas húmedas.
-Tengo hambre.- después de quejarse y cargar todos los motetes eso fue lo que salió de los labios del jovenzuelo que miraba con cara de inocencia. Algo que Armando siempre le había provocado mala espina, pero realmente no tenía idea de cuál era la razón. Su madre siempre le había dicho que ese chico lo iba a volver loco, que se preparará para pagar las que había hecho y las que había dejado por hacer.
-Pero… acabamos de comer… ¿JD te sientes bien?
-Sí pá, pero tengo hambre. Te juro que tengo tanta hambre que me como un “fast food” con todo y parquin.
-Yo me apunto, no sé la razón pero ya tengo hambre.- Marcos parecía realmente hambriento y el padre no sabía que pensar, aún podía recordar las veces que repitieron. Tenía que ser cosa del agua y el ejercicio, no quería pensar en el crecimiento, sus hijos estaban volándose a las millas en eso.
-Armando, creo que eso es mi culpa. Intente llevarles a un lugar de comida saludable y mira lo que sucede, los chicos han digerido demasiado rápido sus alimentos.- Michael miró hacia la puerta cerrada de la habitación, pero no dijo que se imaginaba que lo mismo podría pasar pronto con las féminas que los habían dejado olvidados.
-PIZZZZZAAAAAA, quiero pizza…- gritó con fuerza JD, que se lanzaba al pequeño y viejo sofá de la sala. Haciendo que Armando se preguntara cuánto duraría ese viejo amigo, con los salvajes que tenía por hijos.
-Está bien, pero una pequeña.- Armando suspiro profundo y pensó en que haría con esos dos chicos que tenían un hoyo negro por estómago.
-Compra una grande de una vez, si las mujeres se antojan de pizza y estos dos se la comen toda, va a correr la sangre.- Todos sonrieron al pensar en las chicas que ciertamente se tomaban los alimentos como un asunto serio. Hizo la llamada y pidió una pizza mitad con todo y la otra mitad con pepperoni, esperando que nadie gritara al verla. Pidió las alitas que Eli amaba y los palitos con queso que nunca podían faltar.
* * * *
-¿Van a estar bien?- Eli parecía querer encadenarlos en la casa y no dejarles salir, la preocupación estaba en su mirada y sabía que no podía evitar que regresaran a su hogar.
-Sí, cualquier cosa juro llamar.- Armando abrazó a Eli y luego a Cristina de forma tierna, la joven se dejó abrazar con una sonrisa tímida en los labios.
-Marcos, ya sabes…- Él sonrió al ver que ella se acercaba y posaba sus labios de forma dulce en su mejilla.
-No se pongan flanes, que tampoco nos vamos a la luna. Y tu Eli, no estás fuera del redil. ¿Cómo vas con tu próximo libro?- Faith parecía querer eliminar la preocupación de todos con bromas, para poner a todos a pensar en otras cosas.
-Aún en ideas básicas… Juro que nada concreto, Faith.- Eli había estado escuchando la misma pregunta durante los últimos dos meses de mil maneras diferentes, pero no había forma que pudiera cambiar la respuesta, y eso era uno de los puntos que le preocupaba sobre manera, llevaba demasiado tiempo dentro de ese bloqueo literario.
-Padre, no hay forma de evitar lo que nos está esperando. Sabemos que estamos todos juntos en ello y eso nos hace más fuertes. Eli, muchísimas gracias por ayudarnos hoy a borrar el sabor amargo de la boca. Sé que no era lo que tenían planificado, pero agradecemos el tiempo dedicado a nosotros.- Las palabras de JD, describían la realidad. Sin embargo, Eli volvió a pensar que debía sentarse con el jovenzuelo a tener una larga charla. Sabía gracias a los comentarios de todos del alto IQ del joven, pero en algunos aspectos parecía demasiado maduro para su edad.
-Tu enano, deja de cargar el peso del mundo en los hombros. Y por favor “don’t creep me out” hablando como piensas, no va para nada con tu cara de angelito.- Todos rieron con ganas ante el acertado comentario, mientras JD, sacaba la lengua y hacía un gesto mucho más dulce de la norma, lo que hizo que rieran con mayor fuerza. -Aunque detesto decirlo, el chico tiene razón. Armando es hora, por favor me llamas.- Algunos besos más, abrazos y alguna caricia tierna entre unos y otros haciendo recordatorio de la familia que dejaban atrás, después de todo ello estaban lo más listos que jamás estarían para abordar la minivan, Michael iba con ellos en esa ocasión. Lo cual les daba cierta paz a las mujeres que se quedaron atrás, estaría con ellos hasta llegar a la casa que había abandonado Armando. Faith fue la última en abordar el automóvil, con una sonrisa pícara se dio la vuelta.
-Jey Eli, espero que el libro sea tan pervertido como el último…- ante sus palabras todos rieron sin poder evitarlo. – No me molestaría aparecer… - susurró con mirada picara y algo más en la profundidad de sus ojos, que con rapidez se desviaron a la figura de Michael. Eli pensó no por primera vez que la niña era todo un enigma.
-Juro que lo intentare, pero tú tienes que dejar de ser una niña tan precoz. Mira que yo no quiero que me echen ese muerto.- Las carcajadas fueron muchas y Faith logró su propósito, ayudar a relajar el ambiente. Aunque su sonrisa no duró mucho.
-Eli, eso no es posible, si lo fuera yo le prendería un velón a cada santo todos los días.- Armando apretó la mano de su hija. Eli sentía el estómago hecho un nudo y con la pizza subiendo y bajando con los nervios. Todos estaban más que llenos y los chicos tenían que regresar con la madre, ayudarla en la medida que fuera, a comprender que el mundo no se había acabado. Todos sabían que la cosa no sería fácil. Lo que más costaría era las recriminaciones que podrían ser lanzadas por una mujer vencida en su propio juego. Michael había decidido ir con ellos por aquello de acompañar a Armando, lo que había sorprendido a Eli, al observar la mirada detallada de su esposo, supo que consideraba a Armando como un hermano. Lo que provocaba ese deseo de protegerle.
Armando había decidido quedarse en casa de sus padres con la idea de ir a buscar su auto. Más estar a distancia de minutos de sus hijos. Por si se presentaba alguna situación. Lo que tenía preocupada a Eli de todo eso era la terquedad de su amante de pasar solo ese trago amargo. Era como si no quisiera llevar más problemas a su familia; ¿No terminaba de comprender que eso significaba realmente ser una familia?
Sintió los brazos de Cristina en su cintura y su quijada sobre su cabeza, era una forma muy protectora de sostenerle, pero comprendía la aprensión de la joven. Si por ella fuera, los jóvenes se quedarían en el apartamento y no los dejaría acercarse a su madre por años. Así era su pequeña golondrina, capaz de amar con todo su pecho y aun así seguir sanando.
-Eli, es hora de descansar.
-Puede, pero yo quiero postre.
-¿Qué?
-Vamos, que no es tan tarde.
-Está bien. Mientras, prepárate para dormir.
-Ok.- Eli sonrío como una jovencita de quince y su apariencia sin maquillaje y con ropa de diario, no estaba tan lejos de lo que aparentaba. El teléfono de la joven sonó mientras subían las escaleras del viejo edificio. Ella reconoció de inmediato el número y le extraño que fuera Michael.
-Cristina pendiente, está de vacaciones. Así que nada de trabajar.
-Ayudare en lo que pueda.- Guardo el teléfono, mientras, observo la cara de tristeza de Eli y sintió una incomodidad en el pecho. Deseaba verla sonreír, hacerle feliz.- ¿Qué sucede Eli?
-Pronto tendremos que dejar este lugar atrás. Los años no han sido amables con él, tiene tantos recuerdos que duele dejarlo en el pasado. Ha sido un gran refugio en diferentes etapas de mi vida.- Cristina asintió y se guardó lo que sabía, no le comentó nada de la sorpresa que le tenía Michael. No era secreto el amor tan grande que tenía Eli por ese lugar, más que eso, su negación a dejar ese apartamento por completo en el olvido, era una de las razones por las que todos se encontraran tan bien en ese lugar que se había convertido en un hermoso hogar aun con el daño causado por el tiempo y la vida misma. Un refugio por años de jóvenes universitarios con poco dinero y muchas ganas de estudiar en las universidades cercanas.
-Puede ser, pero ninguno de nosotros lo olvidaremos. Quién sabe lo que puede suceder en los próximos meses. Por cierto, la llamada era de Michael, dijo que nada de sentarte a trabajar, ok Jerezana...- la cara de horror de Eli era más que cómica. La UPR de Río Piedras, el alma mate de Eli, tenía como mascota el gallo y a las jóvenes les había tocado el nombre educado de las gallinas. Así que cada vez que se podía se usaba para sacar a la mujer de sus pensamientos.
-Así… Michael va pagar por eso. Aunque eso es lo malo de dormir con tu representante.
-No te quejes, te pudo tocar peor.
-Sí… sí… ya sé.- Michael era su ángel de la guarda, aunque él creía que era ella quién le había salvado. Diferencia de opiniones ante los hechos, pero sin duda ambos se cuidaban como lo que eran, miembros importantes de esa familia.- ¿Nos bañamos juntas?
-No tengo problema con ello. Pero creo que debería regresar a casa. Deben estar agotados después del día que han tenido.
-Ni te lo creas. Yo quiero jugar… Además ya te ibas a quedar hoy. ¡Al baño!
-Como quieras… ¡Al baño!- Ambas reían mientras las prendas de ropa salían volando en diferentes direcciones. Las caricias y los besos eran muchos. La pasión subía entre ambas mientras buscaban disfrutar de la ocasión. Eli se separó de Cristina y se movió a la bañera, abrió los grifos de agua y vio como Cristina echaba a la misma una gran cantidad de sales de baño con olor a lavanda. Un olor que subió en el vapor del agua llenando sus fosas nasales y relajándolas de inmediato. De la ropa sólo quedaban las pequeñas braguitas, vio como los pechos de la joven se movían temblorosos mientras que en su rostro sonrosado su mirada brillaba llena de deseo. Ese par de ojos no perdían detalle del cuerpo de Eli.
-Gracias por pedirme que me quedara.- Cristina abrazo el cuerpo de Eli, aferrándose a ella como un náufrago se agarra a un pedazo de madera en medio del mar. Eli sonrió al ver que Cristina temblaba de la emoción. Quedando pecho contra el alto vientre de la joven, por la diferencia en estatura, la mano de Eli se movió por el rostro de la joven.
-Es la primera vez que me abrazas, y creo que no se te hizo difícil.
-Lo siento.
-No lo sientas, me alegra saber que confías en mí y en lo que sientes Cristina. Eres una mujer fuerte y valiente… me siento muy orgullosa de ser parte de tu vida.
-Sí… bueno es que te quiero…
-Yo también te quiero pequeña.- Con esas palabras unió sus labios a los de la joven. Un beso casto, delicado y dulce, al que Cristina respondió con creciente entrega, abriendo sus labios, moviendo sus manos en la espalda de la mujer que llenaba sus pensamientos, a la mujer que amaba con locura. Su lengua jugó en los labios de Eli de forma traviesa, un gemido escapó de su garganta cuando los sintió abrirse, recibiéndola en su tibia boca. Ambas sonrieron compartiendo una mirada cómplice.
-Eli me haces sentir delicada.
-Me alegra, mereces sentirte de esa forma, eres un ser humano muy especial Cristina. Nunca lo dudes.- Eli la vio llorar, sabía que eso era bueno, pero en un intento por hacerle saber que compartía con ella sus sentimientos se estiro cuan largo podía, hasta alcanzar su rostro besándole con dulzura.
-Te amo Eli.- La mano de Cristina se movió sobre el pezón endurecido de la mujer que besaba su cuello y quijada con tanta dulzura.
-Pequeña, en mi corazón hay un gran espacio para ti. Sabes que también te amo.- Eli atrapó entre sus dientes el pezón de su compañera observando cómo cerraba los ojos ante la caricia. Sus dedos viajaban cuerpo abajo provocando escalofríos y sensaciones. La piel canela mostraba un brillo único, la respiración se había acelerado y algunos ruidos escapaban de su garganta, incitando a Eli para que continuara con su exploración. Entró en ella con el dedo corazón, Cristina lanzó un grito sin poder evitarlo, así como tampoco pudo evitar que sus caderas se movieran contra la mano que le provocaba placer. Los labios de Eli se movían de un pezón a otro, lamiendo, besando, chupando y mordiendo las cumbres endurecidas. La sintió temblar, la vio abrir la boca buscando aire y se maravilló de los estremecimientos que viajaban bajo la piel.
-Cristina, abre tus ojos. ¿Qué deseas?
-Deseo acariciar tu cuerpo mientras el agua caliente acaricia el de ambas…- susurro jadeante la joven. Ambas reconocían la importancia de hablar sobre lo que deseaban. Habían aprendido que el quedarse calladas podía traer muchos malos entendidos y más aún que el cerebro de una mujer debía ser estimulado por el deseo expresado verbalmente, para que el cuerpo llegara a ese orgasmo.
-Que así sea, corazón.- Ambas se movieron a la bañera, donde Eli permitió que Cristina llevara el control de la relación. Era importante que comenzara aceptando su sexualidad y sus deseos. Ambas, sin duda alguna, eran conscientes de ello. Pero Eli se preguntaba que estaría pasando por la mente de esa pequeña traviesa, ya que sus ojos parecían brillar como los de un niño en la mañana de Navidad. -¿Qué?
-Hay algo en ti que me llama, como si fueras una fruta del paraíso… deseo saborearte.
-¿Qué te detiene?- dijo Eli despreocupada pero las palabras de Cristina ponían sobre la mesa muchas preguntas sobre su estado. ¡Diablos!
-Tus pechos parecen más llenos, rosados. Yo diría que pueden compararse con suaves y deliciosos postres.- Con cuidado y con reverencia Cristina acaricio el pecho derecho de la mujer. Con la punta de sus dedos paseaba por los bordes, mientras el pulgar jugaba con el pezón endurecido. Eli vio emocionada como Cristina posaba su lengua en el pezón para luego chupar con fricción, arrancando un gemido de su garganta y haciendo que un escalofrío recorriera su cuerpo sin importar el agua caliente que les rodeaba. Estaba muy sensible en esa parte de su anatomía, y eso aumentaba el placer en todo su cuerpo. Incluso la corriente eléctrica que bajaba por su pecho hasta el pezón le hacía gritar.
-¡Cristina…!
-¿Eli?- Los murmullos fueron reveladores de por sí. Cada uno arrancado de unos labios temblorosos y cargados de emoción. El problema estaba en la diferencia de emociones. Ella había susurrado el nombre de su compañera con anhelo y deseo, mientras Cristina había hecho de su nombre una pregunta. Una pregunta que sabía tenía que responder, antes de perder la oportunidad.
-Sí…
-¿De verdad? Pero… quién más sabe.
-Michael, hoy deseábamos compartir la noticia con ustedes por si desean salir de la relación por un tiempo o definitivamente.- La verdad de esas palabras golpeo a Cristina que dejo de sonreír ante la idea de perder a Eli.
-¡No! No… esto no te va a sacar de mi vida, no puedo perderte Eli.- ambas comenzaron a llorar, quizá por la desesperación de una y por las hormonas alborotadas de la otra. Sin embargo, lo que había removido la paz y el deseo sexual tenía una palabra clara… “Miedo”.
-Cristina yo no voy a sacar a nadie de mi vida. Sólo quiero que sepas que así mismo no deseo atrapar a nadie en esta situación. Sé que va a ser difícil para ti ver todo el proceso, tal vez muy doloroso al recordar lo perdido.- Eli acaricio con la punta de los dedos el rostro húmedo de su amiga y amante.- Cariño, me gustaría muchísimo que fueras parte de esta etapa de mi vida. Cierto que un bebe va a cambiar las cosas y la ecuación no será la misma, pero estaré encantada si te quedas y me ayudas con el nuevo paquetito. Ya sabes que de madre no tengo ni un pelo.
-¿Sí?
-Nunca dudes que te amo, pequeña.
-Amas a muchas personas. Así que es difícil saber cómo será todo ante cualquier cambio.- Cristina hablaba sin mirarla directamente, parte de su cuello compartía el sonrojo de su rostro.
-Es cierto lo de amar a muchos, pero quien dijo que sólo se puede amar a una persona por vez fue estúpido, la prueba es irrevocable contra esa presunción. Soy feliz viéndoles feliz, estoy contenta con sus alegrías y logros, cierro los ojos y pienso en quien amo y el espacio en blanco se llena con sus sonrisas. Eso es amor sin importar que haya dicho ese alguien idiótico. Nunca dudes de que les amo con todo lo que soy, deseando protegerles del mundo entero.
-Sí, pero ahora tenemos razones para ser tiernos contigo.- La joven parecía por primera vez tener el rostro iluminado por la esperanza, como si algo hubiese encajado en alguna misteriosa ecuación.
-¿Qué?
-Armando y yo hemos estado hablando. Tú nos entregas todo lo que eres y todo lo que puedes dar. Por otra parte eres tierna y dulce para con nosotros, sin embargo, no respondes muy bien cuando intentamos ser nosotros los tiernos. Nos gusta que seas así, aunque no niego que nos gustaría poder expresar nuestros sentimientos tiernos por ti, con la misma libertad que le permites a Michael.
-Yo… bueno no sé qué decir… juro que no lo he hecho a propósito. ¿Crees que les he anulado de alguna forma?
-No… ¡para nada! Eli, tu amor por nosotros nos ha mantenido vivos. Pero eso no significa que no seamos codiciosos, deseamos ser tiernos, yo no quiero ser la única en ser acariciada, deseo acariciar y torturar con el mismo placer que tú lo haces. Armando desea compartir los detalles que son partes de una relación sana, no solamente un amigo que te cuenta sus problemas y tiene sexo contigo. Como dije, somos muy codiciosos.
-Creo comprender el punto, más claro no has podido expresarlo. ¿Por qué no han dicho nada? La idea siempre ha sido el que puedan sonreír, disfrutar y crecer dentro de esta relación poco convencional.- Eli intentaba encontrar en el rostro de su amiga el cambio y el cuándo se había producido. La joven estaba floreciendo. “Demonios”. Cristina sería más que una amiga en todo ese nuevo proceso, sería la madre llena de detalles, que ella dudaba que pudiera ser. El ejemplo de su propia madre no había sido el de una maternidad correcta y saludable, más los veía a ella y a sus hermanos como una carga y errores que no debió haber cometido. Esto sin dejar de maldecir a cada uno de ellos.
-Eli no te enojes con nosotros. Al recomendarnos hablar y conocernos antes de dar el primer paso hacia una intimidad mayor, nuestro punto de partida fuiste tú mi amor.- Cristina se abrazó a ella con ternura y besándole los labios con delicadeza. -Vamos a la cama. Es tu turno para ser mimada. -Cristina salió del agua, colocándose de forma adecuada para ayudar a Eli a salir del agua. Al tenerla frente a ella gloriosamente desnuda y con gotitas de agua bajando por su piel, se estremeció de placer.
-Te amo…- Fue un susurro pero estaba cargado de emoción, Eli observó como la mirada de ella respondía a sus palabras. Cristina tomo una toalla comenzando a secarle desde las piernas pasando por las caderas y subiendo por sus pechos. Incitando el cuerpo con besos esparcidos por la piel, tan suaves como la caricia de una mariposa. La textura esponjosa rozando los pechos hinchados y sensibles también ayudaba a que Eli perdiera la cabeza con cada contacto. -Otra vez.- dijo Eli extasiada.
Cristina repitió el movimiento bajando poco a poco, acariciando de forma lenta cada pedazo de piel húmeda y los puntos erógenos que conocía de su amante. Con las rodillas en el suelo le acaricio las piernas, ampliándose de forma detallada en las pantorrillas y los pies, mientras sus labios se perdían en el femenino secreto. Carisias que exigían una respuesta de Eli. Ella comenzó a susurrar incoherencias, de las que Cristina sólo pudo comprender un “te deseo” gutural y ronco.
-Sabes que sólo pude jugar un poco en el agua. Así que las ganas van en aumento y sin ser saciadas. Me permites darte un masaje.
-No importa, sé lo mucho que te gusta el agua caliente, por ello ofrecí un baño. No creo que estemos curtidas en sucio después del baño al llegar de la playa. Te tomo la palabra con lo del masaje, me muero por sentir tus dedos acariciando toda mi piel.
-Cierto… ¿vamos a la cama?- dijo Cristina con sonrisa traviesa.
-Sí…- Los besos continuaron, mientras Eli se dejaba llevar de la mano hasta la misma cama en la que había recibido al amanecer en brazos de Armando. “Demonios, sabía que su vida sexual se había complicado, aunque nunca había sido sencilla, pero estaba segura que todo iría bien. ¡Todo tenía que continuar BIEN!” Fue el último pensamiento coherente de Eli, antes de que ambas mujeres se dejaran caer entre las sabanas riendo, donde se besaron, acariciaron y saborearon sus respectivos cuerpos. Cristina paseo su lengua con deleite por cada rincón secreto, disfrutando de los gemidos y gritos de placer de una muy sensible Eli. La mujer le devolvió el placer de forma parecida, llegando a las cumbres de la liberación varias veces cada una. Eli se dejó llevar envuelta en un dulce sueño entre los brazos de la mujer que amaba, olvidándose de todo, sintiéndose protegida y segura entre los brazos que no la soltaban.
-Mi vida, juro que te cuidaremos. Todos estaremos ahí para ti.- Cristina beso la espalda de su compañera y observó al testigo silencioso de los últimos veinte minutos. Michael sonreía con ternura ante la imagen de las dos mujeres en la cama. Las había visto llegar al clímax, de igual forma había sonreído ante la pasión de ambas y el amor que mostraban en cada caricia.
-¿Hay espacio para mí?- Michael pregunto con una sonrisa tierna en los labios, mientras observaba a Eli dormir.
-Siempre, corazón de mi corazón.
-Gracias... Son tan hermosas, les amo…- Cristina supo que era cierto. Un año atrás se hubiera reído de esa palabras con amargura, pero ahora sabía que Michael le amaba y lo reconocía por sus detalles para con ella. Lo vio quitarse la ropa y el cómo su erección se apretaba contra la tela de seda de su ropa interior.
-¿Vas a dormir así?- dijo la joven señalando la entrepierna masculina.
-Sí, mañana cuando la bella durmiente despierte arreglaremos mi problemita.- Él hablaba de su amigo que latía inquieto. Sin embargo, él estaba muy bien entrenado para soportar y disfrutar de la contención, algo que había llegado de la pesadilla juvenil en esos tiempos, más gracias a la aceptación de Eli, se había convertido en un motivo de disfrute para él.
-Sí mañana… hay que dejarle descansar.- Ambos se besaron con ternura y se acomodaron en la cama uno a cada lado de Eli, protegiendo a su gran tesoro con sus brazos.
Capítulo 5
¡HERIDAS!
¡Calor, demasiada calor! Sentía la piel ardiendo, las manos atrapadas por la sabana, estaban húmedas y sus pechos adoloridos. Todo le molestaba, aire… ¡necesitaba aire! Hubo movimiento en la cama, el peso a su lado pareció desaparecer. Abrió los ojos y sonrío con cariño al ver quien le había atrapado. Michael con su piel canela brillando por el sudor ante la poca luz que entraba por la ventana entre abierta. ¿Sería la Luna?
-Michael… despierta.- la voz de Eli era ronca, tuvo que tragar con fuerza intentando aclarar la misma.
-Michael… ¡levántate!- La voz de Cristina le sorprendió por la orden dada y la fuerza de la misma, pero de forma agradable.
-Hola amor… ¿Qué ha sucedido? ¿Por qué tanto calor?- dijo él más dormido que despierto.
-Se fue la luz.- Contesto Cristina.
-¿Cuántas veces este mes?- preguntó Eli con tristeza.
-Eli, ya te he dicho amor que el lugar no aguanta con las nuevas exigencias. Sé que le tienes cariño, pero está cayéndose en pedazos.
-Cierto, pero es parte de mis inicios. Aún no le puedo decir adiós. Es mi Shan-grila personal.- Eli observo el mundo lleno de sombras que les rodeaba y sintió el peso de un brazo rodeando con delicadeza su vientre.
-Comprendo. ¿Qué te parece una remodelación?- Michael pregunto con duda, preocupado por su reacción.
-¿Qué?- Ambos la miraban con cuidado esperando una reacción más precisa. -Has hecho algo y no me lo quieres decir. Tu rostro es el de un perrito que ha estado jugando con los zapatos de cuero y no han quedado bien.
-Algo así.- Michael desvió la mirada, intentando no sentirse culpable.
-¿La señora Jennifer?
-Se queda, sin pagar renta. El apartamento será de ella y de a quien desee dejarlo en su testamento. Con opción a compra en el momento en que decida venderlo.
-Pero… pero y mi libro… ya sabes…
-Con el asunto del embarazo no estás escribiendo, sé de buena tinta que tu editor no se quejará si cambias la fecha de entrega. Lo tienes en la palma de la mano, todos sabemos qué haces con él lo que te da la gana y con solo una sonrisa.
-Sí, cómo no, con lo negrero que es.- Ella lo miró con sospecha, ambos tenían ciertas reglas acerca de la relación de escritora y editor. -¿Qué vamos a hacer ahora? ¿Armando y los chicos?
-¿Qué te parecen unas semanas en la pequeña hacienda? La tierra y los animales están siendo cuidados por el encargado. Pero la casa principal está vacía, allí tienes una gran biblioteca y tu cuarto para escribir por si se te ocurre algo.
-¿Qué le decimos a los chicos?
-Tenemos que hablar con Armando, pero creo que todos disfrutaran de las pequeñas vacaciones que puedan recibir.
-Les hace falta… ¿verdad?- Cristina estaba callada observando la interacción entre ambos, mientras, había prendido un par de velas para alumbrar la habitación, se había levantado de la cama completamente desnuda después de dar un beso en la mejilla a Eli que lo aceptó como algo normal. Aunque Cristina parecía estar tranquila, ninguno de los dos le quitaban la mirada de encima, esperando que se retrajera ante el dialogo.
-No puedo rebatirlo.- Eli sabía que los últimos meses no habían sido fáciles para sus tesoros.- Será el mejor lugar para compartir la noticia.
-Sí, será un buen lugar para darles la noticia.- Cristina afirmó integrándose a la conversación mientras volvía a entrar en la cama, sintiéndose cómoda con su desnudez y con sus compañeros por primera vez.
-Ya veremos…- El sonido del teléfono detuvo las palabras. El único que sonaba era el de la cocina por no necesitar de electricidad. Dio gracias por no haberlo cambiado por uno inalámbrico. Fue a tomarlo desnuda y escucho el silbido de Michael y la risita traviesa de Cristina.
-Hola…- Mientras tomaba el aparato en las manos y observo el reloj en la pared, sabía que no eran buenas noticias al ver la hora. Pero aun así, escuchar la voz temblorosa de Faith al otro lado del teléfono le puso el corazón en un puño.
-¿Eli?
-¿Faith… qué diablos?- buscó con la mirada la ropa y los zapatos, maldiciendo en voz baja por la oscuridad reinante.
-Sí… papi no quiso llamarte, pero te necesitamos.
-¿Dónde?- la voz era fría y calculadora.
-Aibonito… Sala de emergencia
-Maldita sea… dame cuarenta y cinco minutos.- Colgó con un golpe rápido- Chicos nos vamos. Yo conduzco.- Cristina y Michael notaron lo serio del asunto y sólo palidecieron un poco al recordar la forma de conducir de esa mujer.
-¿Qué ha sucedido?
-Te juro que no lo sé Cristina, pero lo sabré en una hora. A vestirse si vienen conmigo. Aibonito no está lejos…
-Claro…
-Sí…- dijeron ambos y se movieron por la habitación con rapidez. Eli se vistió en tiempo record, tal vez porque sólo se puso un pantalón licra negro y la parte superior de su pijama favorita. Nada de ropa interior, nada de maquillaje y el cabello como se había secado luego del baño. Tomó las llaves, la cartera y comenzó a golpear el suelo con sus pequeñas sandalias.
-¡Listo!- Gritaron Cristina y Michael que sabían que si no avanzaban los dejaría atrás. No era la primera vez.
-Vamos…- Ambos murmuraron mientras corrían escaleras abajo, Michael rezó en voz baja para que no sucediera nada por el camino. Cristina les siguió con la misma seguridad, Michael sonrió al notarlo. En momentos de crisis ambas mujeres eran idénticas, tal vez porque Eli era el modelo a seguir de la joven. Pero no había duda de que ambas serían de armas tomar si le hacían daño a quienes amaban.
-De Río Piedras a Aibonito en cuarenta y cinco minutos a las cuatro y media de la mañana, posible pero de pesadilla en las curvas.- Susurró Michael sabiendo que nadie le escuchaba. Lo que fue muy cierto, el trayecto fue hecho a una velocidad vertiginosa y realmente parecía sacado de una pesadilla.
Al llegar a la sala de emergencia, varias personas saltaron ante el frenazo, el guardia de seguridad esperaba ver sangre, alguien medio muerto o una mujer pariendo. Al observar el auto que había llegado con tanto alboroto se encontró con dos mujeres hechas demonios y un hombre de más de seis pies con una sonrisa simple, pidiendo disculpas. Lo raro, él no había estado conduciendo el deportivo. Cuando la mujer se había bajado por el lado del conductor tuvo que pellizcarse. Era una cosita de cinco pies o menos y muy delgada, pero su mirada hablaba de infiernos contra quien intentara detenerle.
-Michael, encárgate.- El mencionado asintió y dio gracias al cielo por haber llegado en una sola pieza. Observo el reloj en la guantera del auto, cinco con cuatro minutos. Todo un nuevo record. Colocó el auto en primera y se dirigió al estacionamiento, sintiendo algo de lástima por el que recibiera a esas dos mujeres.
-Buenos días, soy la doctora Crast. Me han informado que algunos de mis pacientes están en este hospital.
-Señora, sus credenciales.
-Les doy mis credenciales, pero haga el favor de llamar por el interfono a Faith Morales.
-De inmediato.- Eli movió las manos en el bolso y espero a que la joven hiciera lo que le había pedido. Esta sabía muy bien que no debía enojar a los doctores, pero no podía hacer nada cuando la mujer que estaba ante ella estaba furiosa y tenía pinta de refugiada.
-Señorita Faith Morales, le procura la doctora Crast en recepción.
-Gracias, aquí está mi licencia y mis credenciales.- La joven sonrió. Anotó la información y la especialidad; “Psicóloga”. No hizo comentario alguno por lo extraño que era que uno de ellos visitara a uno de sus pacientes en la sala de emergencia. Cuando entregaba los documentos a la mujer vio como una joven y un par de muchachos salían por la puerta. No esperaron mucho para lanzarse a los brazos de la mujer. Ella devolvió el abrazo pero detuvo a la joven.
-¿Armando?
-Bien, le están dando puntos, pero a mami no la sueltan pronto.- Eli asintió y lanzó una mirada a Cristina que se llevó a los muchachos a una esquina.
-Te quiero… gracias por haber llamado.
-La abuela no quiso venir a ver a mami.
-No te preocupes las dos sabemos que tu abuela es como la avestruz. Llévame dónde está tu padre.
-Se enojó cuando escuchó el mensaje.
-Ya se le pasara. Lo importante es que la familia este unida. Michael está fuera estacionando el auto.- Ambas caminaron por el pasillo lleno de ruidos de hospital.
-Eli fue horrible. Mami está como loca. Cuando llegamos nos envió a la habitación sin decir nada. Estaba bebiendo, como dos horas después comenzó a dar gritos mientras destrozaba el salón con un cuchillo. No sé quién llamó a papi, pero para cuando llegó, mami estaba cortándose ella.- La joven caminaba despacio mientras susurraba las palabras con lágrimas en los ojos. -Papi trato detenerla, entre gritos y forcejeos le dio dos tajos enormes en el brazo.- Eli vio a la niña que se escondía muy bien tras una sonrisa en los momentos difíciles. Sin embargo, ahora estaba asustada y preocupada de todo lo que se salía de control. No podía asimilar la imagen de violencia con su madre, algo normal, la negación era parte del proceso. Está como loca… cuántas veces había escuchado eso de personas que eran testigos de una auto-agresión, por expresar un dolor interno. Lo que se pregunto fue qué hizo explotar a Sara.
-Faith ambas sabemos desde hace mucho que tu madre tiene problemas. Dentro de los sucesos del día de ayer te puedo decir que ella tomó decisiones. No fueron acertadas pero esperemos que aprenda de ellas.
-¿Y si la meten en la cárcel?
-Por lo que me dices, ella no atacó a tu padre directamente. Sí es así puede maniobrar para que obtenga la ayuda que necesita. Vamos a ver a tu padre y luego visitare a tu madre.
-Gracias…- Susurró la joven que dio varias vueltas hasta llegar al cubículo en que atendían a su padre.
-Armando…- él sonrió con tristeza al verla, asintiendo en son de disculpa.- ¿No te mueres?
-Ahora no…
-Ya sabes, cuándo, dónde y cómo quieras.- Él sonrío con ternura ante la doble referencia. El médico guardo silencio ante el intercambio, pero sus ojos brillaban con curiosidad.
-Sí, lo sé… hago la misma invitación.
-Te tomo la palabra querido. Toda la caballería está en el hospital. ¿Por otra parte crees que ayudaría en algo mi presencia con Sara?
-En estos momentos te juro que no sé nada.- dijo derrotado y sin sonrisa en los labios.
-Sí, ya imagino, voy a checar con su médico.- Con paso seguro y sin importar su vestimenta, se acercó a la estación de enfermeras. Allí dos féminas con gorritos diferentes la observaron de seguro pensando que era una paciente o un familiar. No se equivocaron, pero no era todo.- Buenas noches, espero me puedan ayudar a localizar a una de sus pacientes, Sara Santiago.
-Soy su doctora. Quién es usted.- dijo una mujer que se había acercado sin que Eli se diera cuenta.
-Buenas noches. Mi nombre es Elizabeth Crast. Soy la psicóloga de la familia. Me han llamado para informarme que la señora sufrió una crisis.
-Cierto, estrés y depresión causados por el divorcio.
-Lo imagino. ¿Algún tipo de medicación?
-No se sabe con certeza, pero la mujer había bebido, más su hija nos informó que en los últimos meses ha estado tomando pastillas para dormir.
-¿Lavado de estómago?
-Sí, aunque se le tuvo que restringir por acciones violentas.
-Es compresible. ¿Heridas?
-Nada en que peligre su vida, pero tendrá cicatrices en lugares que mujeres desearían no tenerlas.- El intercambio de una a la otra era frío y calculado, ninguna de las dos estaba dando más información de la necesaria para conocer el estado de la paciente. Sin embargo la curiosidad brillaba en la mirada de la doctora que había visto el caso.
-¿Es posible cirugía para eliminarlas?
-Sí, el médico que la atendió al llegar es un buen cirujano. Dejo su información para más detalles de posibilidades.
-Creo que la familia entera lo agradecerá. ¿Puedo visitarle?
-No creo que haya problema. Ya está en el área de salud mental. Hoy la sala está vacía, sólo ella.- Eli asintió con tristeza.
No era la primera vez que visitaba una de esas salas. Al llegar vio al enfermero con los ojos algo enrojecidos, tal vez por la falta de sueño, pero la nariz roja hablaba de llanto. Su mirada no se despegaba de la mujer que tenía el rostro volteado hacia la pared. La estación desde donde vigilaba tenía dos ventanales grandes, uno daba a un patio y el otro a una segunda sala donde cinco camas vacías acompañaban a Sara.
-¿Algún cambio?- Extraño, para una persona que parecía estar atento, se había sobresaltado.
-Ha despertado algo inquieta pero ha vuelto a dormirse en dos ocasiones.- contesto él con voz ronca, eso era lo que Eli llamaba una voz excelente para líneas calientes.
-¿Algún sedante?
-No hasta que pase todo efecto del alcohol en la sangre.
-Voy a entrar.- El asintió y tocó el botón de seguridad. El sonido le era conocido, pero para nada le gustaba, parecía el sonido de una cárcel. Al observar la cama vio que Sara estaba despierta, Eli no sabía que esperar de la situación. Sinceramente, había una gran posibilidad que su presencia enviara todo al quinto infierno. Carajo… El enfermero había regresado a lo suyo o por lo menos eso quería aparentar, algo le decía que el joven no estaba tan alejado de la situación como quería hacerle creer. El cielo grisáceo se estaba llenando de colores, estaba amaneciendo.
-¿Qué carajo haces tú aquí?
-Faith me ha llamado…
-Que bien por la pequeña traidora.
-Sí verdad. No sólo me llamó por su padre y sus hermanos. También lo hizo por ti. ¿Recuerdas que ha sucedido?- Creyó ver algo de sonrojo en Sara, lo que le dijo que iba a mentir sobre cuanto recordaba.
-No muy bien. Sé que tuve una discusión con mi madre de los mil demonios, me llamó de todo y yo no me quede callada. Salió a relucir lo sucedido con Faith, más o menos acepto que pudo haber sucedido. Recuerdo que saque las botellas de licor que le han ido regalando a Armando, luego está todo borroso.- Ya tenía una idea más clara de lo sucedido.
-¿Tomaste alguna pastilla?
-No, llevo un par de meses sin tomar nada, asuntos del estómago.
-¿Resaca?
-Sí, una de los mil demonios. Nunca había bebido tanto. Pero no niego que el miedo es mayor que el dolor.
-Comprendo… Cuando llegó Armando, porque uno de los chicos le había llamado, te encontró cortándote y destrozando el salón de tu casa. Al intentar quitarte el cuchillo recibió dos heridas en un brazo, lo que te coloca en una situación difícil para con la ley.-Eli trató por todos los medios de mantener la apariencia fría de una profesional, aunque tenía que admitir que se le hacía difícil.
-Eso a ti que carajo te importa.- Ahí estaba el arrebato de Sara lo que hacía muy difícil ser una persona racional. Se acercó lo suficiente a ella como para que conversación no fuese escuchada por nadie.
-Voy a ser completamente sincera. Me importa porque eres parte de mi familia, me caes mal, detesto tu formato de raciocinio. Te considero una hipócrita, en algunas ocasiones desearía hacerte ver la verdad a cachetadas. Pero aun así eres familia.- Sara la miraba sin poder creerlo del todo.- Mira, no es nada problemático ni difícil de comprender. Si tú estás bien, los chicos están bien y Armando a su vez estará bien. No pongas esa cara de idiota, recuerda que yo soy la ramera que se acuesta con tu ex marido.
-Tú estás cabronamente loca.
-Loca no, por favor… ¡Excéntrica!- Sara se hecho reír sin poder evitarlo, esa mujer con su pequeño empaque tenía unos cojones de oro.
-No te lo voy a discutir. ¿Cómo he llegado aquí?- Eli supo de inmediato que no se refería al hospital, sino a la situación. Las lágrimas en los ojos mencionaban muchas posibilidades.
-Como todos nosotros. Aprendemos desde muy jóvenes a vivir con las expectativas de otros. Olvidamos sonreír y lo mucho que nos gusta hacer reír a otros. Pero sobre todo, dejamos de vernos como somos, aceptando la visión del mundo sobre nuestra persona como algo real e incombinable.- Eli suspiro profundo, hablaba por parte de la experiencia.
-¿Has estado aquí?
-En esta sala no, pero si en otro hospital como paciente unas cinco veces. Más como consejera otras tantas.
-¿Sabes? Es mi primera vez…
-Sara si has llegado aquí es que has tocado fondo. Tú decides, agarras a la bestia por el hocico o te escondes de tu realidad. Ninguna de las dos opciones es fácil, sin embargo es tu decisión.
-No sé cómo cambiar.
-Nadie lo sabe, ¿pero eres consciente de que necesitas ayuda?
-Sí…- Una palabra, un susurro ante los rayos de luz que entraban por la ventana iluminando la habitación. Esperanza…
-Ese es el primer paso. Puedo recomendar a unos especialistas, de los que puedes escoger a uno.
-¡No…! Tienes que ser tú.- Ante estas palabras Eli no supo que decir, sólo le quedaba aclarar la situación.
-Eres consciente que trabajo más con traumas sexuales.
-Sí, pero no podría mostrarme como soy con otra persona. Carajo, intentaría ser la damita que mi madre me enseñó a ser.
-Me lo imagino. Comprendo.- Eli entendía muy bien, con ella había mostrado todos sus rostros o los que ella pensaba eran sus rostros.
-Lo intentaremos, pero deseo que la opción este abierta para ambas. Si después de hoy quieres a otra persona lo podemos arreglar. ¿Quieres ir al baño?- la mujer asintió y miró sus muñecas atadas a la cama por correas de cuero. Odiaba dormir boca arriba y esos amarres no le daban otra opción.- ¿Si te sueltan las manos te harías daño o a alguien más?
-La persona a la que deseo asesinar en estos momentos no se encuentra aquí.
-No entiendo.
-Mi hermano…- Dos palabras susurradas con tanto odio. Fueron suficientes como para decirle lo mucho que había crecido la mujer en una sola noche. Ciertamente había esperanza para ella y para su familia.
-Está bien. Voy a pedir que vengan a ayudar. Un baño te sentará mejor, pero no vas a poder estar sola por varios días. Otro asunto, ¿las heridas que te infligiste?
-Sí ya sé. Voy a estar marcada por el resto de mi vida.
-No es necesariamente así, pero no te preocupes por ello ahora, lo que te quería decir al mencionarlas es que tal vez no debas mojarlas. ¿Un baño de esponjas y un masaje? Será interesante ver tu reacción a poder dormir relajadamente.- Sara la miró con cara de duda pero no dijo nada.- ¡Disfrútalo!
Capítulo 6
¿Qué carajo…?
Eli toco el cristal y vio que el sol ya había salido por completo, la estación de enfermería estaba bañada en una luz cálida que anunciaba un nuevo día. El patio fuera del ventanal brillaba con diferentes tonalidades de verde y rocío. Ni siquiera el sonido del mecanismo de seguridad pudo eliminar la sensación de esperanza. No obstante, la imagen, ni lo que había visto antes de entrar a dialogar con Sara le preparó para la mirada expectante del enfermero que le había recibido. Maldición, ¿qué se había perdido?
No comprendía para nada el brillo de esperanza en la mirada del enfermero. Incluso le asustaba pensar en las posibilidades. El pareció querer decir algo en dos ocasiones pero no estaba segura de qué era. Cuando lo vio observar a Sara en la cama con anhelo sintió un nudo en la garganta. Carajo…
-La conoces.- No fue una pregunta, fue una afirmación a la que él se sonrojo un poco. Doble carajo…
-Le conocí. Fue mi tutora hace unos quince años, tal vez un poco más.- El sonrío de forma tierna y que le cortaran la cabeza si no había visto esa sonrisa en otro lugar.
-La señora está bien. No necesita sedantes para los nervios, pero si algo para el dolor de cabeza. Tiene una resaca de los mil demonios. Mi enfermero particular vendrá en unos minutos para liberarla. Le ayudará a darse un baño y un masaje. Hablaré con la doctora que tiene el caso.- El enfermero, con sus rasgos asiáticos y ojos color caramelo claro, asintió.- ¿Ella te reconoció?
-No… pero creo que estaba en muy mala condición, como para darle mente a un rostro que no ve en quince años.- El miró el reloj con esperanza y se volteó hacía Eli.- Mi turno cambia dentro de tres horas.
-El tratamiento es poco ortodoxo, pero ha demostrado su eficacia en varios países. Si desea puede observar el desarrollo. El enfermero, está preparado para incluir masajes en un intento de relajar los músculos de los pacientes.
-¿Tal vez pueda aprender algo de él?- Eso sí fue una pregunta pero no sabía muy bien la intención del muchachito.
-Cuántos años tienes- Ella no le daba unos veintitantos años y de los pocos.
-Estoy por cumplir treinta.
-Ha… conociste a la señora teniendo que edad.
-Creo que estaba por cumplir los quince.- Carajo y después se sorprendían de que el chamaco fuera precoz.
-Estás involucrado sentimentalmente con la señora, eso me preocupa, ella necesita apoyo moral. Si no interfieres con el tratamiento yo no tengo problemas. Pero si sucede algo que se salga de la norma, mi enfermero te sacará de la foto, la paciente tiene igual opción.- El asintió, comprendiendo y sonrosándose por la mención sentimental, gritándole con ello a Eli que tanto. Maldición, todo se había ido al carajo y esta vez ella no tuvo nada que ver.
Eli salió de la habitación, moviéndose pausadamente por el pasillo. Necesitaba desayunar, al salir hacia la estación de enfermera donde encontró a la doctora. Le informó sobre el estado de la paciente y le consulto sobre la posibilidad de baño y masaje para la misma.
-¿Trajo a todo su equipo de trabajo?
-No a todos, pero sí a los que necesitaría en caso extremo.
-Está muy bien preparada para enfrentarse a estos casos.
-Algo así. Es mi esposo y se encarga de ese aspecto de la consulta.- No dijo todo lo demás que hacía, pero se dejó acompañar por la doctora para que esta satisficiera su curiosidad. Al salir todo el grupo familiar se movió a recibirla en conjunto. Incluyendo a Armando que tenía el brazo vendado y la mirada cargada de tristeza. Atrás habían quedado dos policías uniformados. La verdad que la mañana se había ido de viaje al fin del mundo y había decidido hacer fiesta con los mil demonios.
-¿Todo bien?- Pregunto Cristina que vio como Eli palidecía.
-Podría estar peor.
-Michael, necesito que hagas un trabajo a nivel tres, para la señora. Faith acompáñalo. Tu mami esta mejor y podrás ayudarla a que se relaje. Creo que te ayudara estar presente en su nuevo despertar.- La joven deseaba preguntar, pero resistió el impulso. Eli hablaba en códigos, algo que muy pocas veces utilizaba con la familia. Por otra parte la doctora no le quitaba los ojos a Michael, lo cual era comprensible, un moreno de seis pies y seis pulgadas con el pecho lleno de músculos, sin duda llamaba la atención. Sin embargo también podía ser la pinta de matón que se cargaba el condenado.
-La señora Sara te está esperando, Faith ayuda en lo que puedas. Michael el enfermero desea aprender.- Lo que significaba tener mucho cuidado con lo que se decía y hacía, frente al joven.
-Muy bien.- Michael se movió seguido por Faith, salieron por la puerta en búsqueda de su equipo de emergencia. Él mantenía uno en cada auto por esos casos en que le necesitara. Intentó recordar cuándo fue la última vez que lo utilizo, que faltaba y que tenía. Eli no apartó la mirada de Faith hasta que desapareció en una esquina. A la joven le vendría bien ayudar. La doctora asintió con tranquilidad y se alejó del grupo.
-Corazón, necesitas desayunar.- Eli abrazo a Cristina y enterró el rostro en su cuello. Aprovechando la posición para susurrarle al oído.
-Cristina, por lo que más quieras, no dejes a Marcos solo. No permitas que se acerque a su madre. Hay que sacarlo de aquí antes de tres horas.
-Comprendo amor… tienes que ir a comer algo.-Cristina ya estaba en plan y misión. Ahora los policías.
-Buenos días, ¿ya tienen los datos personales del Señor y la Señora?
-Sí doctora.
-Está bien, ambos cuando se les dé el alta, visitaran la jefatura con sus abogados. ¿Es posible? En estos momentos la familia entera ha recibido demasiados golpes y necesitan descansar un poco.- Los policías vieron a la mujer y la quijada desafiante, era un claro mensaje, den un paso atrás o tendrán problemas. El chiquito parecía querer echarse a llorar. El otro joven tenía la mirada perdida pero los puños apretados a los lados.- Deseo que comprendan que ahora mismo los hijos necesitan de su padre, más de lo que él necesita su ayuda. Juro que estarán cerca.
-Ninguno puede salir del país doctora. Aquí está mi número de celular. Siento mucho la situación.- El policía pareció sonreír en un intento de hacerles ver que comprendían. JD, dejo escapar un sollozo mientras llamaba a su padre. Los policías se movieron alejándose del drama familiar en el que no podían inmiscuirse. Ellos vieron como la familia junto a la doctora se internaban en uno de los muchos pasillos del hospital.
-JD, no te pases.- Cuando el chico levanto la mirada a todos, sonreía traviesamente.
-El ser humano ve lo que desea ver, sin duda. Ellos sólo vieron al niño sufriendo, incluso papi reacciono con preocupación. ¿Por qué tu no?- La pregunta era a Eli que se había quedado con ellos mientras veía como Cristina seguía sus instrucciones, llevándose del brazo a un Marcos sorprendido pero igualmente agradecido por la atención.
-Chico, tienes carita de ángel, pero tu mente es una computadora. Algunas veces dudo del brillo que veo en tu mirada. Aún no puedo descifrar todo lo que eres, pero ciertamente sé que no eres un niño que llora pidiendo un abrazo de su padre.
-Gracias al cielo por los pequeños milagros.- contestó golpeando de forma cariñosa el costado de su padre con el codo.
-Sí, gracias por ello. Vamos a la cafetería. ¿Traje cartera?
-La habías dejado en recepción.- Armando mostró el bolso y ella le sonrío sin poder evitarlo. Deseaba abrazarlo con todas sus fuerzas, pero el chico tenía que pagar el no haberle llamado de inmediato. Las palabras de Cristina la noche anterior aún las tenía presente sobre la necesidad de Armando de ser tierno, pero eso no significaba que la cosa fuera a cambiar.
-Tú y yo, luego hablaremos de esto, ahora llama a tu abogado dile que prepare una cita con uno de sus amigos, quiero que sea bueno de verdad. Sara necesitara toda la ayuda que pueda.- Él asintió y abrió el teléfono portátil. En eso vio como Cristina regresaba sobre sus pasos, tomando de la mano a Eli para que avanzara a llegar a la cafetería mencionando la necesidad de una buena nutrición. ¿Un cambio de papeles? ¿Por qué?
-¿Eli? Ella…- Armando parecía no saber cómo preguntar al respecto.
-Va a estar bien, creo que mejor de lo que esperábamos. Está creciendo y eso duele, pero está bien.
-Gracias.
-No me las des aun. Puede que no te gusten las nuevas noticias.
-¿Qué?
-Chicos a desayunar. Cristina encárgate… sí ya sé corazón… pero esto no puede esperar y lo sabes. Mientras pídeme un desayuno “heavy”. Ya sabes, nada de café.
-Elizabeth… me estas asustando.- Dijo Armando al ver la sonrisa de Cristina, que se llevó a JD de la mano como si fuera una mujer con una misión.- Un desayuno grande; ¡Nunca comes tanto! Y sin café… qué sucede.- Armando estaba asustado, su forma de mirarla, con tanta intensidad, era prueba suficiente. Informarle del cambio en la relación no era nada fácil. Sin embargo, lo difícil realmente sería ver como reaccionaba.
-Anoche esperaba hablar con ambos. Cristina y tú se merecen que sea sincera. Tengo dos meses y medio de embarazo.- Lo vio tomar aire, cerrar los ojos y volverlos a abrirlos.
-Por qué me dices esto ahora.- Raro no parecía enojado, sino algo iluminado.
-Anoche Cristina noto mi cuerpo diferente, lo que la llevó a deducir la razón. Me parece mal dejarte en la sombra, cuando genéticamente eres el padre. Siento darte una noticia como ésta, en estos precisos momentos. Pero no quiero que te sientas fuera. Más todavía, deseo que tengas claro que aceptaremos tu decisión, cualquiera que ésta sea.- Él la vio llorar nuevamente, lo que era extraño de por sí. Estaba temblorosa, sintió como un sentimiento de ternura se anidaba en su pecho al ver a la mujer más fuerte que jamás hubiera conocido observarlo con aprensión. Con el labio atrapado entre sus pequeños dientes, las manos blancas de estar apretándola.
-Eli, no me perdería la llegada de nuestro hijo por nada del mundo.- Él la abrazó y besó su cabeza.- Debes haber pasado un miedo atroz en estos meses. ¿Por qué no has dicho nada?
-Si soy sincera no creía que podía quedarme embarazada. Así que no me di cuenta, nunca he sido muy regular como bien sabes. Me avergüenza decirlo, pero Michael fue quien se dio cuenta de mi estado. Yo me negué a creerlo y él respetó mi decisión hasta que me compró una prueba de embarazo hace una semana y media.- Ella sonrío como recordando la discusión.- Cuando la prueba dio positivo, me llevó a una doctora que confirmo mi estado. Esperábamos ambos poder hablarlo contigo y Cristina anoche.
-Ya sabemos que el diablo es puerco… no hay duda que siempre las junta todas.- Ambos se movieron con pasos lentos por el pasillo y sintieron como el sol los recibía al salir del mismo. La cafetería estaba llena, pero ellos se dejaron acariciar por los rayos unos segundos antes de entrar. Eli se acomodó bajo el brazo de Armando y se dejó abrazar. Él colocó su dedo bajo la quijada femenina, levantando su rostro. Cuando logró el ángulo que buscaba la besó con ternura, con todo el amor que había escondido durante su reciente relación y se dejó llevar por las sensaciones.
Eli sintió la lengua de Armando invadiendo su boca de forma suave y delicada. Ella enredó sus brazos en el cuello masculino y se dejó apretar.
Él gimió al sentir los pechos de ella apretados contra su torso, pero se estremeció al pensar en la pesadilla por la que había pasado sola, cuando él le había abandonado. Preguntándose si realmente podría verla llena de vida, una vida que había sido hecha por el compartir de dos almas.
-Armando…, despierta corazón, todo estará bien. Lo juro.- El nombre era un susurro y una exigencia, pero el resto de sus palabras, hablaban de cuanto le conocía.
-Eli… me estas volviendo loco… no hagas esto… tu… bueno… puedo sentir tus pezones endurecidos, el saber que están cambiando por la vida que crece dentro de ti, no está haciendo nada bueno con mi mente.-Armando que muy pocas veces se sonrojaba estando con ella, sintió el calor en su rostro, que llegaba hasta su cuello. La risita traviesa de ella se lo confirmaba.
-Ah… es que no tengo ropa interior.- La iba a matar, era la única forma de sobrevivir a esa tormenta. Le apretó contra él y gimió ante la imagen mental. Se iba a morir, sintió el dolor en el brazo, aun así bajo el rostro buscando los labios femeninos con mayor fuerza, pero con una gran ternura, era una mezcla intoxicante, que le hacía olvidar la pesadilla vivida.
-Por favor, no ante la mirada de un niño impresionable. Luego me tendrán que explicar todo el mecanismo que compone una química como la vuestra.- JD sonreía travieso, no había forma de explicar su mirada, pero si había logrado lanzar un buen tarro de agua fría en el rostro. Definitivamente era mal lugar, pésimo momento. Cuando observaron a su alrededor, varias personas tenían los ojos pegados en la escena pasional que había tomado lugar en un hospital. Algo tan raro y que sólo estaría hecha por un par de dementes. Eso era cierto, pensó Eli con gran alegría. No podía negar que disfrutaba de esa demencia que marcaba la diferencia en esa nueva familia.
-Maldición, me haces olvidar que soy un adulto. Desde hace cuando no me he comportado como un adolescente.- JD, dejo soltar un silbido como dando a entender que hacía mucho tiempo, sin embargo, Elí le acaricio el cabello para luego y con sonrisa en los labios, guiñarle el ojo a Armando.
-Que divertido, ¿verdad?- Eli le hecho el brazo a JD para luego dejarse arrastrar hasta la puerta de la cafetería.
* * * *
-¿Qué…?- Sara quería matar a alguien, tenía los ojos abiertos, el moreno que tenía pinta de mafioso y que no sonreía mucho había entrado por la puerta, pero no solo.
-Hi, mami.- La mujer vio a su hija que sonreía y al hombre grande que estaba tras ella serio, eso tenía pinta de problemas.
-Hola corazón. ¿Me podrías decir qué sucede?- Sintió como los dedos del enfermero se movían lentamente sobre las coreas, pero toda su atención estaba puesta en su hija. En el cómo sonreía cuando debería odiarla con fuerza.
-Mami, Michael… Michael esa es mi madre, Sara.
-Buenos días señora. Hoy voy a ser su enfermero particular y masajista. Antes de venir a la sala hemos pasado por el auto por algunos aceites naturales. Siento decirle que es limitada la elección, pero los diferentes grupos están completos.
-¿Grupos?
-Sí, aquí Michael me ayudara a bañarte y luego te dará un masaje como para morirse e ir al cielo.
-¿Tu…?- La pregunta era inquisitiva, quería saber si ella había estado bajo las manos de ese hombre, que parecía poder partir un árbol centenario con las manos.
-Sí, pero sólo a nivel dos. Estoy loca de poder subir al nivel más alto, pero aún soy muy chica para ello.
-Faith, luego hablaremos de tu caso. En estos momentos pertenezco a tu madre.
-Sí ya sé… no me puedes culpar por intentarlo. ¿No es divino?- El enfermero del hospital seguía trabajando con las correas, pero observaba el intercambio sorprendido por la familiaridad. No comprendía mucho de la conversación, aunque si entendía que era mucho más profunda de lo que él podía comprender. Deseaba poder participar, acercarse a ella y decirle quien era. Hasta ahora Sara no le había mirado con reconocimiento. Se había mantenido enfocada en su hija y en las bromas de ésta. No obstante, toda su concentración estaba en Sara, cuando escuchó al hombre grande hablarle.
-Disculpe que deba invadir su área de trabajo, pero ha sido recomendación de la doctora Crast.
-Sí comprendo, pero aun así no deja de ser extraño que la psicóloga hubiera llegado tan rápido y a su vez el enfermero.- Él hablaba con su compañero de profesión, pero sus mirada se desviaba cada cierto tiempo hacía Sara, que hablaba con su hija entre susurros.
-Eso es porque somos “Ohana” y la señora tiene trato preferencial.- Ante estas palabras todos vieron a la mujer mencionada sonrojarse mientras se sentaba, pero no dijo nada al respecto.
-“Ok, man”, comencemos con el baño. ¿Dónde podemos conseguir agua caliente o una ducha?
-Detrás de esa cortina está el baño de esta sala, siento decirle que no tiene puerta.
-No te preocupes. Protegeremos la virtud de la señora cuidando que nadie más entre.- El enfermero no preguntó que sucedía con los ya presentes, pero la pregunta brillaba en su mirada.
-Por favor vigile la puerta.- Michael sonrió al enfermero que asintió sin saber que decir. Faith llevó al baño las toallas y la caja de productos perfumados.
-Todo estará bien mami. Confía en mí.- La mujer susurró un de acuerdo y se dejó llevar al baño.
-Está bien corazón, pero por qué tantas toallas.
-Me habían informado que era un baño de esponja, pero si contamos con una ducha, por qué no utilizarla.- Michael lo dijo con una sonrisa pícara en los labios, sólo para ella y Faith que eran las únicas que podían verle el rostro.
-Ven mami, es hora de sacarte de esa bata tan fea. De verdad que el verde no es tu color.
-Pero…
-No se preocupe, puede quedarse con ella mientras le lavo el cabello.- Sara se relajó ante la posibilidad y lo siguió hasta la ducha. Escucho a su hija murmurar “Hablando de verde” y supo que el comentario se debía a los azulejos de color verde que cubrían el baño.
-Faith, se supone que el color relaja.
-Tal vez si estas en medio de un campo, lleno de flores, pájaros, árboles… que se yo… tal vez un riachuelo, pero aquí no quiere decir que sea cierto en un baño. El color me recuerda a las diarreas de bebe.- Sara exploto en risa y ambos la miraron con ternura. El enfermero se sorprendió por el cambio en el ambiente, pero le agrado ver de nuevo a la mujer que un día había conocido. Vio a la madre, pero también vio a la joven que le había ayudado en un momento difícil de su vida. Su corazón latió con fuerza y deseo poder abrazarla.
Capítulo 7
Verdades
-Faith el agua… disculpe me puede decir su nombre.- Las palabras del hombre lo sacaron de su ensoñación. Él paso sus dedos por el cabello negro que se acomodó como le dio la gana. Lo vio observarlo con un brillo diferente en la mirada, no tenía idea de que había hecho para provocar esa mirada, el enfermero de la señora Crast parecía haber sufrido un susto. La mirada no tardó mucho en convertirse en una profesional.
-Carlos…- Sara abrió los ojos de golpe y dio un salto. Su hija la miró cuestionando la reacción. Pero no se quiso mover, observó a Michael que asintió al enfermero.
-Gracias Carlos, voy a necesitar su ayuda. ¿Sara qué prefieres?- Michael colocó varias tapas en su mano, ella las tomó con cuidado, una por vez y olfateo.
-El segundo.- Susurró bajando la mirada de inmediato a su regazo.
-De acuerdo…- Él comenzó a sacar potes de cuatro onzas y colocarlos en el lavamanos, el último que sacó le coloco la tapa y lo metió en el bolsillo de su pantalón.- ¿Estás lista?- la vio asentir y sonrió a Faith para que le diera la regadera manual, para mojar el cabello de Sara que esperaba sentada en una silla de baño.- ¿Cómo siente el agua, te gusta?
-Sí, gracias.- Otra vez un susurro. Michael sospechaba que tenía que ver con Carlos, no deseaba sacarlo del baño por lo que había dicho Eli, pero Sara parecía no estar cómoda con la situación. Michael deseo estar haciendo lo correcto y comenzó humedeciendo el cabello rubio y largo de la mujer. Mientras acariciaba delicadamente le cráneo de ella, caricia que arrancó un gemido de sus labios femeninos. Faith notó la reacción en su madre y sonrío ante las posibilidades.
De la misma forma noto los movimientos seguros de Michael, que le había entregado la regadera y buscó uno de los frascos, echando todo su contenido en la mano. Con los dedos largos atrapo cada hebra de cabello y la masajeo junto con la cabeza, eliminando toda suciedad, mientras que el olor a rosas y canela envolvía la habitación. Sara volvió a gemir pero esta vez de forma más extasiada. Sin duda, el hombre sabía muy bien como incitar con sus dedos el cuerpo de una mujer. Incitación que estaba provocando reacciones en el enfermero que no se perdía ninguna de las reacciones de la mujer que en un tiempo había sido su vida.
Él seguía moviéndose incomodo en la puerta, mirando por el rabillo del ojo el rostro sonrosado de Sara. Cerró los ojos, no pudo evitarlo la imagen que llegó y dejo escapar un gemido, sonido que provocó que Sara lo mirara sorprendida, ambos se perdieron en la mirada del otro. Faith fue testigo silencioso de la mirada entrelazada de ambos, luego buscó apoyo en Michael que sólo negó con la cabeza, pidiéndole que guardara silencio. Enjuago la espuma rosa del cabello e hizo un movimiento pidiendo el acondicionador. El joven se movió despertando, sin poder evitarlo, como si estuviera en una sala de operaciones, tomo el frasco lo abrió y vertió el líquido en la mano que acariciaría el cabello que él deseaba tocar.
-Huele delicioso…- murmuro Sara con voz ronca y sexy, ambos hombres se tensaron pero mantuvieron la mirada lejos de los atributos femeninos.
-Es rosa y canela, con un poco de lavanda. Ayuda a relajarse y da brillo al cabello. No contienen ningún componente químico. Es todo natural.- Michael murmuro con una sonrisa en los labios, sabía muy bien de que hablaba, él había preparado la mayoría de los productos que utilizaba.
-Tal vez por eso es que huele tan bien.- Faith mantuvo la boca cerrada, como si temiera que uno de sus comentarios pudiera romper el delicado balance que se había forjado en la habitación. Ayudaba a su madre evitando que el agua o la espuma fuera al rostro o a la parte frontal de su cuerpo, donde tenía las heridas. Pero por lo demás era un ente inexistente en la relación que se había forjado entre su madre, Michael y el enfermero que no perdía detalle de la mujer que sentada disfrutaba de las caricias. El acondicionador ayudaba a liberar el cabello de sus enredos, los dedos de Michael hicieron el trabajo con cuidado, cuando estiro la mano el hombre le paso una peinilla que se mantenía en un paquete, anunciando que era nueva. Con ella dividió el cabello y termino de desenredar los mechones que húmedos parecían color miel.
-¿Y ahora qué?- Dijo Sara relajada pero a la expectativa de lo que podía suceder.
-Te molesta quedarte en ropa interior, para poder darte un baño de esponja.- La mujer escuchó sorprendida a su hija.- Yo cuidare que el agua no te caiga en el pecho y se humedezcan tus vendajes, el enfermero puede cambiar alguno si se llega a mojar, tu puedes lavar con cuidado tus partes íntimas antes de salir, mientras los caballeros nos dan un poco de privacidad. Pero no puedes negarte a sentir las manos de Michael recorriendo tu piel, ¡son deliciosas!
-Sin promoción Faith.- Michael gruño las palabras, luego ataría a la joven y la amordazaría, pero por ahora se tenía que aguantar con bajar el tono de sus comentarios.
-Yo no tengo el sostén… bueno no sé… es que la verdad…- La mujer se sonrojó sin poder evitarlo. Ya no era la jovencita de veintiún años que él recordaba. La verdad era que no deseaba dejarle ver su cuerpo envejecido.
-Será como si estuvieras en traje de baño, por lo del sostén, no te preocupes, te das la vuelta y tu quedas con el baño en el área frontal, si te incomoda que lo haga Michael.
-¿Él? ¿No lo vas a hacer tú?
-Madre, yo estoy como testigo de que estos dos varones de sangre caliente no se vallan de rumba con tu desnudes. Pero no me toca defenderte de pensamientos impuros que puedas despertar. Mi trabajo no es el masaje y el baño, eso es cosa de Michael.
-Pero que dices. Yo estoy demasiado gorda para llevar a unos jovenzuelos a la fiesta.
-Señora… nunca dude de lo que le puede hacer un cuerpo femenino con sus curvas y la suavidad de su piel a la psiquis masculina.- Sara observo a Michael como si fuera la primera vez que lo veía. No dijo nada ante la acción de su hija de quitarle la bata. Notó como se sonrojaba su piel ante la mirada apreciativa del que había catalogado como joven. “Dios, si las miradas quemaran ella estaría envuelta en llamas.” Se dio la vuelta y escuchó un gemido en la puerta, cuando miró a Carlos, notó que su piel blanca sonrosada y sus ojos rasgados devorando con lujos de detalles los pechos que ella había catalogado como gordos. Su pantalón mostraba una evidente erección, tensando el tejido blanco que traslucía muy bien su ropa interior y alguna sombra que bien podría ser cabello púbico, lo que trajo consigo un mar de recuerdos. Cerró los ojos y recordó sin poder evitarlo, deseo volver a ser esa joven… pero sin escapar de esta nueva visión adulta.
-Te lo dije…
-Faith…
-Faith, por favor…- El nombre de la joven en labios de Sara y Michael hicieron sonreír a todos, incluso al avergonzado enfermero. Michael tomó una esponja de coral, y la llenó de un tercer líquido color lavanda, comenzando a frotar la espalda de la mujer que se dio la vuelta sonrosada con la situación. Los dedos de él presionaban en los puntos de mayor tensión, provocando gemidos que escapaban a su control. Faith compartía la sonrisa de Michael ante la reacción, sin embargo, vio como algunas gotas de sudor brillaban en su frente. Era una prueba irrefutable de lo que estaban provocando los gemidos de la mujer en su cuerpo. Vio como ambos se estremecieron, los largos dedos habían rozado el borde de los pechos femeninos por accidente, pero ambos reaccionaron ante la caricia.
Podía ver como su madre se estremecía bajo sus manos, que su joven cuerpo había sentido en más de una ocasión. Michael sonrío al ver el brillo en su mirada, ambos eran conscientes de los posibles cambios que iba a sufrir su relación en cuanto ella cumpliera la mayoría de edad. Algo que Faith esperaba con locura, pasar del odioso nivel dos al nivel cinco, al cual llegaban muy pocas personas. Entre ellas estaba Eli, Cristina y se sospechaba que su padre Armando. Pero la verdad no era la relación íntima, era el verse envuelta entre los brazos de un hombre al que respetaba y que no temía. Era romper con el miedo que aún le congelaba, provocado por la intimidad con un hombre.
-Michael…- Todos aguantaron la respiración ante el susurro de Sara, sonaba muy excitada. Tanto que se podía decir que estaba a punto de llegar al clímax.- Sí…- con una sola palabra la mujer tomo en sus manos los dedos traviesos y los llevo a jugar con sus pezones endurecidos. Caricia que provoco un pequeño gritito en Sara y una sonrisa malvada en Faith, que notaba la cara sorprendida de Michael.
-Te dije que tus dedos son un pecado.- la voz de la joven contenía todo gramo de picardía que pudiese encontrarse en tres adolescentes juntos.
-Sí, lo son… deberían ser ilegales.- susurró Sara con voz ronca, se dio un poco la vuelta y miró a Carlos que observaba la escena sin decir palabra y deseo echarse a llorar en su brazos. Reconocía que se estaba engañando, deseaba que fueran sus manos y no las de un hombre que apenas conocía. Pero era imposible, el tiempo y el que dirán social, habían cerrado la puerta a ese mundo.
-Y eso que aún no llega el masaje.
-¿Qué?
-Madre el tratamiento hoy es a nivel tres, lo que incluye masaje, lavado de cabello y cuerpo. Sensibilizando tu cuerpo, eliminando la tensión, provocando que tu cerebro desarrolle serotonina, componente químico de la felicidad. Este componente ayuda a luchar contra la depresión. Yo aún me quedo a nivel dos, lavado de cabello y masaje.- la mujer abrió los ojos y miró a su hija buscando un rostro enamorado con el hombre que no se había separado de ella.
-¿Luego me explicas?- La joven sonrió traviesa, mientras ayudó a su madre a eliminar la espuma de su cuerpo, pero se sorprendieron ambas cuando Michael la cubrió con una toalla blanca levantándola en brazos hasta la cama.
-Vamos a cortarlo aquí, disculpe los inconvenientes. Faith coloca la toalla jumbo en la cama.- el enfermero no sabía dónde mirar. Faith cubrió el cuerpo de su madre y dio otra toalla de menor tamaño a esta para su cabello. No pudo dejar de disfrutar de la imagen del cuerpo femenino con su piel blanca entre los brazos oscuros de Michael. Estaba segura que algo tuvo que decir su rostro ya que ambos estallaron con su nombre en exclamación.
Cuando su madre se había colocado en la cama boca abajo y con una toalla cubriéndole el cuerpo, le ayudo a quitarse la ropa interior. Ella se quedó con las mismas en las manos y se alejó hacía el baño. Michael tenía una de las piernas en sus manos y pasaba sus dedos untados en aceite por ésta.
-Me ayuda a recoger el equipo.- El enfermero Carlos parecía transfigurado, sin poder quitarle la mirada a la ropa interior que Faith movía como si fuera una bandera.
-Sí… yo bueno…
-No hay problema, es difícil ver a Michael trabajar y no encontrarlo sensual. El hombre es un hechicero en su área de “expertise”.- Ambos en silencio comenzaron a recoger los pequeños frascos y todo lo que había utilizado para bañar a la mujer. Cuando él tomo la pequeña esponja, supo que un nuevo sonrojo se había posado en su rostro. Faith saco una tarjeta de trabajo de Michael de la pequeña maleta, entregándosela al inquieto enfermero. -Sólo por sí tienes preguntas.
-Gracias.- En esos momentos escucharon a Sara gemir con mayor fuerza. La cortina que daba privacidad a su cama estaba corrida. Ellos sólo podían imaginar donde podría estar tocando Michael. Al salir del baño ya recogido, vieron que en la estación de enfermeros estaba la enfermera del nuevo turno. Carlos con una sonrisa trémula se excusó sin poder evitarlo, salió por la primera puerta, negó con la cabeza intentando contestar con su negación las preguntas que estaban en la mirada de la compañera de trabajo y salió de la habitación de monitoreo disparado. Ella sonrió sin poder evitarlo, imaginaba que terminaría haciendo el enfermerito… la pregunta era, el nombre de quién tendría en los labios.
Al quedarse sola en la sala, Faith no hizo ademán de acercarse al santuario en que se había convertido ese cubículo para su madre. Al levantar la mirada por sentir el zumbido de la puerta, creyendo haberse equivocado con Carlos, se encontró con los ojos muy abiertos de la doctora que había atendido a su madre.
-¿Qué diablos sucede aquí?- El brillo malicioso decía muy bien que pensaba que estaba sucediendo. Los grititos extasiados de su madre no ayudaron a evitar esa conclusión. Pero no hubo movimiento que anunciara la salida de Michael, siempre muy profesional. Cuando la doctora tocó la cortina para abrirla un gemido profundo y gutural salió del lugar, haciéndole dudar de abrirla. Con el rostro marcado por el disgusto y un movimiento brusco del brazo abrió la cortina, para encontrarse con una mujer en medio del éxtasis total, cubierta por un par de sabanas y al hombre que había visto en la sala de espera con un pequeño pie entre sus manos. El lugar estaba envuelto en una dulce fragancia y el rostro sonrosado de la mujer se podía decir que brillaba, lleno de salud y juventud. La enfermera que estaba a su lado se sonrojó sin poderlo evitar y escondiendo como pudo la carcajada que sea veía quería escapar de su pecho.
-¿Buenos días?- Faith hizo el comentario con tranquilidad y una ceja arqueada.
-Hola… disculpe…-La enfermera tenía la tablita en las manos y no sabía si llorar o reír por lo que tenía ante sí.
-Sí… esto… ¿qué sucede aquí?- Logro articular al fin la doctora que parecía una quinceañera, sin poder alejar la mirada de los dedos que no se detenían en su propósito.
-Aroma terapia y masaje. El movimiento de sus manos es en conjunto lo que se conoce como reflexología.- Contesto Faith al ver que ninguno de los adultos podía terminar una oración coherente. La doctora por vergüenza, la enfermera por la risa, su madre por los gemidos y Michael por estar concentrado en los puntos de tensión en la planta del pie.
-A sí, lo había mencionado la doctora Crast.- Michael continuó moviendo sus dedos de forma pausada, a lo que Sara reacciono con una sonrisa sensual y otro grupo de gemidos.
-¿Señora, se encuentra bien?
-En el cielo.
-¿Las heridas?- volvió a preguntar la doctora con duda.
-Las había olvidado, pero no me duele nada.- Michael sonrío sin poder evitarlo. Había evitado mojar las heridas que eran cuatro en total, pero no se había dado cuenta que Sara se había olvidado de las mismas.
-¿Cuántos años de experiencia?
-Doce, por qué.
-Parece que controla muy bien su trabajo. Está terminando.
-No sólo comenzando, pero si desea examinar a la paciente puedo detenerme en los tobillos.
-¿Sólo comenzando?
-El masaje es un tema que me apasiona, los aceites ayudan a la reacción deseada en el paciente. Ambas áreas son mi especialidad.
-Sí…- susurraron Sara y Faith al mismo tiempo. Lo que provoco envidia en las mujeres que no habían sentido las manos del caballero en el cuerpo. La doctora no sabía que pensar de todo eso.
-Creo que si hablo con la doctora Crast podemos arreglar algo para dar el alta de la señora en un par de días. Está claro que se siente mejor y se encuentra en buenas manos. De seguro ahora no querría morir.- Sara se tensó ante las palabras.
-Cómo quiere que le explique que no deseaba morir. Solo quería sentir parte del dolor que le había endilgado a mi hija por mi estupidez. Maldición, ninguna de las heridas eran mortales…- Las palabras murieron junto a la tensión en el cuerpo al Michael hacer presión en un punto específico con los nudillos de su mano. Faith estaba sorprendida y supo que esa era la razón por la que Eli había enviado a Michael a ayudar a su madre, siempre había espacio para ser imperfectos, siempre había espacio para equivocarse, solo sangraban por boca, ojos y nariz aquellos idiotas que no reconocían sus errores. Y por lo que veía su madre no era una total idiota.
-Está bien señora, no se enoje. ¿Saben dónde puedo encontrar a la doctora Crast?
-La llamo ahora.- Faith tomó el teléfono de Michael marcó el número de su padre. Al contestarle preguntando si era Michael, ella contesto.
-No, es tu hija, la doctora desea hablar con Eli.- Él paso el mensaje e hizo una pregunta.- Estamos en la sala para desarrollar depresión, sabes que el verde es horrible.
-Faith concéntrate…-Susurro Sara, comprendiendo la necesidad de su hija de hacer comentarios no relacionados a lo que le preocupaba o asustaba.
-Sí madre…- El padre contesto algo también y ella cerró el teléfono con una sonrisa en los labios.
-Ya viene la doctora.- La sonrisa inocente de Faith no engaño a nadie, pero como delatarla ante la situación que había vivido.
-Gracias.- La doctora continuo hablando con Michael y Faith sobre los masajes y los aceites que usaba, cualquier cosa por no dejar que la habitación quedarla llena de los gemidos de la mujer. Sin saber que al otro lado del hospital Cristina intentaba cumplir con la petición de Eli, manteniendo a alguien fuera de esa habitación.
-Vamos no seas malo, es hora de que busquemos a tu hermano y busquemos algo de ropa para tu mamá.- Cristina se fijó en el rostro tenso de Marcos. No era feliz, ni siquiera con la idea de Cristina dedicada a su compañía aunque solo fuera para hacer algún recado.
-Voy al baño y nos vamos, déjame respirar un poco. Estás demasiado rara. Quisiera saber que sucede, no creas que no me he dado cuenta que me estas protegiendo de algo. Carajo… ya no soy un niño.- Marcos tenía razón, el problema estaba en que ella no sabía de qué le estaba protegiendo. Eli no había tenido oportunidad, en el momento en que terminaron de comer el desayuno y se preparaban cada cual para seguir con una tarea en específico, entró la llamada. Lo único que sí pudo hacer Eli fue recalcarle el no dejar solo a Marcos. Lo vio entrar por una puerta y supo que el joven le había ganado, entró al baño de varones un lugar al que no le podía seguir. Se recostó contra la pared contraria y no despego la mirada de la puerta, esperando que el joven saliera sin encontrarse con el problema avisado.
Marcos no podía creer que al fin tuviera toda la atención de Cristina y fuera de niñera. Maldición, nada buena la cosa. Los pensamientos fueron interrumpidos por un gemido que salió de unos de los cubículos. Podía pensar que los gemidos eran por culpa de un estreñimiento de los mil demonios, pero los jadeos eran otra cosa. El tipo se la estaba montando buena, ¿en un hospital? Maldición, el lugar más raro de todos para hacerse una puñeta. Él se acercó al orinar, pero no pudo evitar pensar en cuando a él le tocaba la tarea, intento no pensar en eso porque no sería bueno salir del baño con una erección. Se concentró en el examen de gramática que había colgado con una D, en los errores cometidos en el mismo y que fueron marcados con tinta roja. Ya estaba terminando cuando el nombre de su madre lo sobresalto en labios del que se había entregado a la pasión. El susto fue enorme, tanto que se le cortó la inspiración, se obligó a pensar que era un error. Que había parecido el nombre de Sara, pero pudo ser Mara, Laura, cualquier otro con la misma resonancia. Decidió que era mejor salir del lugar antes que el tipo terminara con lo suyo. Pero no atinaba a colocarse bien el maldito pantalón. La bragueta se había atorado, maldijo de forma escandalosa en varios idiomas. Cuando levanto la vista vio como la puerta del cubículo se abría, para él la acción paso a modo lento.
Cuando se encontró con un rostro muy parecido al que veía en el espejo todas las mañanas, deseo haber salido corriendo del lugar con Cristina detrás. No quería saber que significaba, no quería discutir con un desconocido el por qué se la hacía a nombre de su madre, pero sí tenía ganas de liarse a puñetazos con el maldito destino que parecía estar burlándose de él.
-Yo…
-Olvídelo, no quiero saberlo.- Marcos se movió con rabia, saliendo del lugar como si le persiguiera el mismísimo demonio. La sonrisa de Cristina fue sustituida por una mirada de susto al ver quien salía por la puerta.- Me cago en la madre de todas las puñeteras…
-¡Marcos…!- El gemido de dolor de Cristina le hizo tragarse la próxima ristra de maldiciones.
-Pido disculpas.- Cristina asintió, ella hubiera dicho dos o tres si también se hubiera encontrado con una sorpresa como esa, al ver al hombre supo la razón por la que Eli no quería al joven solo. También supo que ese encuentro había fastidiado cualquier posible sentimiento positivo que podía tener el joven por su madre. El hombre era una versión mayor y más madura del joven, uno vestido de negro y otro de blanco, pero seguían siendo dos gotas de agua.
-Yo quisiera…
-Si desea una respuesta, vallase a pedírselas a la mujer por las que se la estaba haciendo en el baño. A mí no me joda la puta vida. ¡Cristina… vamos!- Él comenzó a caminar sin fijarse sí la joven lo seguía. Tenía que salir del lugar antes de ir a estrujar a su madre contra el suelo. Aunque temía era más porque tenía deseos de echarse a llorar y no quería que nadie lo viera, pero antes muerto que aceptar que le había dolido enfrentarse a la verdad de la traición de su madre. Una cosa era saberlo en teoría, otra muy difícil encontrarse en esa situación con la evidencia. El dicho que su abuela había restregado describiendo la situación de diferentes jóvenes en el barrio llegó a su mente con cruel realismo. “Hijo de puta, saca a padre de duda” sin duda, un refrán sin autor, pero que en ese caso era tan cierto como que el sol estaba alto en el cielo.
Capítulo 8
La familia y el campo
El sol de la mañana golpeaba su cuerpo, la brisa era algo fría pero aliviaba la tensión de las últimas tres semanas. Había tenido a la familia en completo por tres semanas en la casa de campo. Daba gracias al cielo por el tiempo de vacaciones, pero ciertamente las batallas de palabras entre Sara y Armando no habían acabado, Marcos en cuanto podía atacaba y el sentido de humor de Faith algo retorcido ayudaba un poco, pero a quien le ponía tiempo y mente a lo dicho, decían mucho de las posibilidades de guerra.
Cristina se había convertido en toda una mamá gallina, cuidando y velando por la familia en completo, pero sobre todo cuidaba del embarazo de Eli, que aun sentía como parte de la fantasía. La joven le decía, lo que debía comer, las horas que dormía y leyendo todo libro sobre maternidad que podía tomar en mano.
En ese tiempo no había podido sentarse a escribir ni una página. Faith hablaba en varias ocasiones de demandar por daños psicológicos causados por la espera. JD era quien más le preocupaba, andaba por la pequeña hacienda como perrito apaleado, murmurando, anotando en papeles sueltos cosas que no dejaba que nadie leyera. No decía nada sobre la convivencia de todos esos locos en la misma casa, pero sabía que le estaba afectando, cada día que pasaba se veía más inquieto. Cerró los ojos e hizo algo que no hacía en siglos, pidió al que todos llamaban Dios, por estar haciendo lo correcto con esa nueva familia. Sólo esperaba poderle proteger y hacerles feliz, lo cual era más difícil ya que solo conocía la teoría de cómo hacerlo. Los chicos estaban ya criados, pero eso no quería decir que el nuevo miembro no fuera todo un reto, contando la genética y actitudes de los padres, serían tiempos tormentosos.
Eli fue sacada de su meditación por un movimiento en la silla del lado. No quiso abrir los ojos, tenía una buena idea de quién era, aunque fuera por eliminación. Michael y los chicos estaban de pesca, Cristina había salido al mercado y Armando andaba con Faith en el huerto. La única que aún quedaba por la casa como un fantasma era Sara. Esperó en silencio a ver si ella comenzaba a soltar lo que tenía atorado, pero su mirada se estaba haciendo demasiado pesada.
-Maldita sea Sara, suéltalo ya o te vas a ahogar.
-No quiero ser ave de mal agüero, siendo invitada en tu casa.- Eli abrió los ojos y miró con detalle a la mujer.
-Sara, siempre serás algo ponzoñosa. Lo cual no significa que no te aceptamos tal y cual eres. Creo que el canalizar tus energías a donde realmente son necesarias podrá ayudarte a evitar envenenar a los que amas. En estos momentos no tienes otro blanco fijo, así que como soy la única presente… dispara.
-No te entiendo, cómo puedes soportar la hipocresía de la sociedad que te mutilo. Cómo aprendiste a masticar todo y a tragarlo.
-¿Sara, querida… a qué diablos de refieres?- La mujer saco un libro de cubierta blanda color blanco y con su lomo en rojo. No tuvo que mirarlo dos veces para saber qué carajo era y se prometió darle una azotaina a Faith.
-Diablos chica… cómo te las arreglas para virarle, a una, la mañana patas a arriba. ¿Quién te dio el libro?
-Michael…
-¿Qué…?- No, si es que hoy llegaba la sangre al río.
-Creo que por recomendación de Faith.
-Voy a darle una corrida a esa niña de los mil demonios.
-No te enojes con ella, en una de nuestras conversaciones le pregunte como era capaz de aún sonreír. Sé que fui una idiota, Eli… sé que no he sido la mejor madre, pero sé que lo que mi bebe vivió no fue fácil. No comprendía la razón por la que no reniega de mí, porque no me envía a los mil infiernos. Su sonrisa es un hermoso regalo y lo considero un milagro. Ella me contestó con otra de esas sonrisas, menciono que el mundo podía ser mucho más cruel de lo que le había tocado.- Sara sonrió pero no era una sonrisa de felicidad, era una mueca amarga de lo que había creído era su mundo perfecto. -Al yo no comprender el cómo podía llamarme, madre, después de haberle maltratado cómo lo hice, no le quedó otro remedio que darme una luz en el camino. Michael estuvo de acuerdo y entre ambos me dieron el mundo que ella utiliza de referencia. Un mundo expuesto en este libro.
-Maldición…-dijo Eli cambiando de posición para mirar directamente al rostro de la mujer. -Sara, “Realidad vs. Fantasías” no es un recetario de soluciones, no es una búsqueda de verdades reveladoras. Es un grito, es un grupo de insultos a todos los que me conocieron y me jodieron la vida. Es esa necesidad de sacarle la lengua a todos los degenerados que jugaron con mi cuerpo desde que tenía seis años. Una forma de decirle al mundo que el resultado de esos abusos no es bonito, pero he aprendido a vivir con ello, es gracias a esas pesadillas que hoy soy quien soy y al carajo con sus juicios mediocres.
-Pero sobreviviste, no lo has hecho mal. Tu vida aún te brinda felicidad y no es que estés cuerda por completo, queda claro que no haces daño a otros en tu mundo. Intentas proteger a los que consideras familia aunque la sangre no te ate a ellos.
-Sí, eso significa EVA, “Estoy Viva Ahora”. Pero no significa que acepte lo que rige la sociedad como correcto. He implantado mis reglas, soy feliz con ellas e intento no joder a nadie, pero hago lo posible por ayudar a los que han terminado en el suelo y no tienen como defenderse.- Eli no lloraba, los recuerdos eran eso, recuerdos. Muchas veces las personas creían que una mujer que no lloraba y gritaba por un abuso sexual era simplemente porque eso no había sucedido o simplemente le había gustado. Ella estaba luchando contra esa imagen, una niña que ha sido abusada sexualmente durante varios años y más durante la etapa de formación, tiende a verlo como parte de su crecimiento, es algo anormal… pero para el resto del mundo, no para la cría o el crío que creció con esa visión del mundo.
-No comprendo cómo puedes aceptarme luego de lo que le hice a mi hija.
-Tus palabras en el hospital contra tu hermano, más tus acciones me dieron esperanza sobre una sana relación entre tú y tu hija. El veneno sigue allí, pero es cosa de dirigirlo a una dirección correcta.
-Sí, Faith parece mucho más madura. Haz hecho un buen trabajo.
-Sara, la base para la mujer en que se ha convertido Faith la has dado tú y Armando. Yo le ayude a través de mi libro a sobrellevar un momento difícil. Algo que nunca supuse sucediera, ya que mi primer libro estuvo muy lejos de ser un deseo de auto ayuda. No vine a conocer a Faith hasta mucho después que ella había colocado las piezas. Aún existen problemas y huecos oscuros, pero ya los iluminará cuando sienta que esta lista para ello.
-Por qué dices que tu libro no fue hecho para ser de auto ayuda.
-La primera razón es que soy una escritora egoísta. Escribo para liberar mi mente de ideas, sin pensar en otro lector que no sea yo.
-Puede ser así, pero has forjado una familia maravillosa de esa forma.
-Cierto, cada miembro de mi familia es único y especial. Temí perderla recientemente pero todo quedó en un susto.- Eli acaricio su vientre con ternura mientras decía estas palabras.
-¿Por lo del bebe?
-Sí, por el bebe.- Eli buscó en el rostro de Sara una reacción negativa contra la nueva vida que crecía dentro de ella. Pero no había más que una mirada de inseguridad y nada cargada de odio contra el nuevo bebe.
-¿Quién es el padre?
-No lo sé genéticamente, pero físicamente parece que tendrá tres padres, un hermano y una hermana mayor y tres madres. ¡Por ahora!
-Es imposible…. ¿Cómo?
-Michael y Armando ya han discutido largo y tendido, logrando un trato que ellos llaman entre hombres. Marcos se negó a tener un hermanito, así que se le ofreció ser un papá joven. Lo que aceptó para sorpresa de todos.
-Ah…- Sara no sabía que decir al respecto. Su hijo había dejado claro con esa afirmación que Armando no era su padre, más todavía en las semanas que ella llevaba junto a la familia, ella era un fantasma en cualquier habitación en la que estaba su hijo. Aun no comprendía muy bien la razón por la que Eli le había invitado a ese lugar. Ciertamente era hermoso y permitía cierta relajación, pero siempre se sentía inquieta y molestando a sus hijos.
Eli guardo silencio, entendía que el asunto entre Marcos y su madre aún no había sido aclarado. Tal vez entre féminas era más fácil entenderse. Sin embargo, cada vez que se mencionaba el nombre de Carlos, Marcos parecía querer asesinar a alguien. Lo cual no era saludable. Cristina le había informado del encuentro entre los dos hombres, pero que carajo había sucedido en el baño, eso todavía estaba en sombras.
-Cristina no quiso salir de la ecuación y es bien recibida. Realmente necesitamos una esposa, yo no soy muy hogareña. Tal vez pueda sobrevivir con un niño, pero si termina siendo una niña me muero en el acto.
-Una cambia con la llegada de los hijos.- Sara suspiro, era consciente que esa familia por rara que fuera componían un buen hogar. El número fuera de la ecuación era ella, aún no comprendía como terminó siendo bienvenida en la vieja casona. Fue testigo en el momento en que llego, de cómo la paternidad de Armando era compartida sin ser socavada. Los jovenzuelos se sabían seguros a pesar que reconocían lo poco normal de la relación entre los adultos.
La relación era armoniosa, cuando llegaban las mujeres eran saludadas con respeto, incluso ella a pesar de los primeros días fueron raros para Armando y los chicos al tenerla allí, se adaptaron incluyéndola en el tierno saludo al llegar y en los abrazos y besos a la hora de salir. Con Marcos no era así, pero Faith, Armando y JD le saludaban con entusiasmo, incluso Eli, Cristina y Michael estaban entre los abrazos y besos. Después de varios días de lluvia, los encontró a todos bañados en lodo, jugando en la parte de atrás de la casa, desde el lugar en que estaban tomando el sol, podía ver que el suelo no había vuelto a ser lo mismo al secarse.
Con Eli todos eran muy cuidadosos, Armando y Michael habían colocado sus manos en el vientre pequeño de la mujer, mientras susurraban secretos a éste o a ella. Luego se reían y dejaban a todos con deseos de saber cuál era el chiste. Por otra parte Cristina había dejado de ser la sombra que conoció en el apartamento de Eli. Había tomado el control de la casa y el cuidado de la familia muy en serio, convirtiéndose en una madre para todos. Todavía recordaba el susto que se llevó al encontrar a Eli y a Cristina en medio de la cocina semi desnudas, enredadas pasionalmente. La imagen se había repetido en diferentes partes de la casa, lo raro era que ningún otro miembro de la familia las había encontrado. De la misma forma sabía que Armando y Michael tenían sus momentos con las mujeres pero ella no encontró prueba física de ello. Era como si todos supieran que sucedía y donde, alejándose para dar privacidad a los amantes. El día de ayer si logro ser testigo de cómo su hijo Marcos miraba a las mujeres mientras se acariciaban y besaban, eso sí, la ropa puesta en su lugar y controlaron la llama de la pasión, intuyendo los ojos de Marcos en ellas. Sin embargo, su hijo sonreía tiernamente, acción que le dejó claro que su hijo entregó su corazón por entero.
-¿Sara?
-Lo siento, ¿decías algo?
-Nada importante…- Extrañada por la ausencia mental de Sara pero dando espacio a la mujer Eli se quedó mirando el horizonte donde las montañas se mezclaban con el cielo azul. Donde las nubes cargadas de agua anunciaban lluvia. El viento acariciaba su piel, el cabello tenía algunas hebras en el rostro y se sentía tranquila y segura.
-Eli… Faith menciono que en este libro existen trabajos dedicados a Armando.
-Tardaste en preguntar. Sí hay algunos, el que más me gusta es Noche y Sombras, Está en la parte de Musas Atrapadas.- La vio buscar entre las páginas el trabajo y comenzó a leerlo gritando con los cambios en su rostro lo que le estaba pareciendo.
Noche y Sombras
Con su brazo doblega mi fuerza, atrapando con una mano mis muñecas. Mientras que sus dedos libres aprietan mi carne, cual es dulce tortura que produce estremecimientos y escalofríos en mi piel. Dolor que despierta al instinto salvaje de la entrega que dormita entre mis capas de mujer indomable y dama incierta. Allí entre sombras su sonrisa cruel avisa el dolor que le proporcionará a mi cuerpo durante la noche de pasión que promete con mala intención, me estremezco, me éxito, sintiéndome humedecer. Sé que el brillo bestial en su mirada clara, es reflejo de la mía y una sonrisa siniestra nace en mis labios mientras mis caderas se mueven, bailando al ritmo impuesto por él en esa noche de excesos y placer.
Lo siento invadir mi cuerpo con el suyo, el dolor es poco ante la posibilidad, pero lo no sentido será proporcionado por sus dientes mi carne marcando, lo siento, me siente… sonríe mientras se acerca a mi pecho blanco, allí aprieta con fuerza y un grito en mi garganta provocando. Mis uñas se convierten en garras que atrapando entre ellas su carne, arrancan una carcajada ronca de su garganta. Así el viaje continúa entre voluntades en plena lucha, entre dolor y placer. Entre dos entes que se odian y se aman, en plena entrega.
-Yo… yo… no entiendo.- dijo Sara al terminar la lectura, no había forma que su amante tierno y dulce fuese ese monstruo.
-Ha veo que Armando te protegió de su instinto, de seguro el tuyo te decía que no lo tenías por completo y la conclusión clásica a la que llega toda mujer ante esa impresión es que existe otra mujer. Pobre, él protegiéndote y tú sintiéndote inadecuada por culpa de esa protección. No te preocupes todos caemos en ese viaje de auto desprecio en un momento de nuestras vidas.
-¿Auto desprecio?
-El despreciaba la parte oscura y salvaje de su sexualidad y tú despreciabas la inseguridad con la que recibías su amor. ¿Cuántos caen en esa trampa? Ni idea…
-Diablos…- Ambas guardaron silencio sin poder evitarlo, qué más se podía decir en esa situación. Eli estaba en ese atolladero con su forma de escribir, aún no comprendía por qué las musas no salían a jugar en sus dedos. Era injusto, tenía todo lo que necesitaba para volver a escribir y ahora estaba atorada en la dichosa página en blanco. Había hablado con Dionisio, su amigo de la red, en varias ocasiones antes de llegar a la hacienda, pero ahora sólo le enviaba correos electrónicos de vez en cuando. Aunque parecía seguir igual de conectado con ella y sus problemas. Ya tendría que buscar un momento para dialogar con él de forma amplia, aunque no tenía idea de cuál era su horario. Un saludo hecho a gritos la sacó de golpe de estado meditativo. Cristina había llegado haciendo escándalo y no había llegado sola.
-¡Eli! Mira…- la mujer se fijó en lo que le traían y sintió que el pecho se le apretaba. Cristina mostraba con orgullo en su mano derecha una langosta viva, mientras que con la otra una bolsa transparente mostraban unas setas enormes. Algunas lágrimas se arrellanaron en los ojos entornados de Eli, no existía otra forma de explicar su vista nublada, que no fuera por el llanto contenido.- No llores mi amor. Sé que deseabas langosta hace unos días atrás. Pero hoy fue que lograron traerme el encargo, cualquiera diría que no vivimos en una isla.- Cristina dejo todo a un lado y comenzó a besarla profundamente. Beso que fue recibido con ganas y entrega. Sara volvió a ser un testigo silencioso del amor que se profesaban ambas mujeres, sintió envidia de lo abiertas que eran ante sus necesidades, pero tuvo que admitir en su interior que tal vez lo que envidiaba era el sentirse amada.
-¡Cristina! Por el Vaticano, no me dejes con la compra por favor…- gritó Marcos que parecía haberla ido a buscar al colmado dejando colgando a Michael y a JD. - Sara se levantó de su silla al ver a Marcos cargado con bolsas sonriendo a las traviesas mujeres. Ella se sonrojo como si hubiera sido ella la que recibió las caricias.
-Ya sé, pero sabes lo poco que Eli se deja mimar.
-Sí, lo sé, por eso es que tú y mi padre parecen niños el día de Navidad a cada rato. Lo malo es que se olvidan del resto.
-De acuerdo.- Cristina volvió a acariciar los labios de Eli con ternura y luego se dirigió al joven cargado de bolsas.
-Les ayudo…- Sara ya iba de camino a tomar una de las bolsas cuando las palabras frías de Marcos la detuvieron.
-No hace falta madre.- La tensión había vuelto al joven mientras miraba directamente a Eli que se recolocaba la camiseta que no sabía cómo había subido tanto el dobladillo.
-Tonterías. Sara voy a necesitar ayuda. He exagerado en la compra. No vas creer todo lo que pude conseguir.- Marcos asintió en silencio, volviéndose enseguida hacia la casa. Mientras que Sara y Cristina se dispusieron a seguirle.
-¿Cristina?- la voz de Eli era melosa y coqueta.
-Sí, cielo…
-No vas a dejar a la pobre así.- Eli señalaba a la langosta que se movía de forma torpe por el verde pasto.
-¡AH! Se me olvidaba- dijo risueña y moviéndose con rapidez para atraparla.
Elí sonrío al ver la casa de dos pisos y el viejo granero al lado. Había sido una herencia de la familia y ella la había odiado con pasión. Pero ahora con la pintura blanca y las personas que allí estaban habían convertido el lugar de pesadilla en un hogar. Las ventanas brillaban limpias, las paredes blancas con toques rosas podrían ser consideradas “cute”. Eli sonrío sin evitarlo al escuchar la voz de Cristina preguntándole a viva voz si se había puesto bloqueador solar, con un gesto de la mano le dejo saber que sí, para luego cerrar sus ojos y volver a descansar.
Capítulo 9
Confrontaciones
-Cristina, si utilizas margarina en vez de mantequilla, la salsa de setas quedara más saludable. Por otra parte para el aderezo puedes utilizar aceite de oliva y sal reducida en sodio para la ensalada.
-¿De verdad?- la voz de Cristina presentaba duda.
-Sí, recuerda que grasas nulas es lo menos que le hace falta a la madre en el tiempo de gestación. También debe bajar la cantidad de coco y agua de coco que está tomando.
-¿Por qué?
-Alto contenido en sodio. Retiene agua en el cuerpo y otras cosas que deseas eliminar con un poco de ejercicio. – Sara parecía estar en su elemento, bueno había tenido tres embarazos…
-Oye Sara, de verdad que eres cruel. Como me van a quitar lo que me gusta.
-No es cierto Eli, por lo que he visto comes de todo, aparte no es eliminar sino reducir las porciones.
-Cierto, pero o dolor…. dolor… en mi alma… mi dulce de coco, mi agua fría de coco.- respondió la mencionada con una sonrisita traviesa.
-Eli deberías comer todo lo que te gusta. Nada que ver con aquello que dicen otros. Más cuando no saben de qué carajo hablan…-La cachetada resonó en la cocina, la escena detuvo a JD, Armando, Faith y Michael que entraban en la habitación, como siempre ruidosos, quedaron sus risas y murmullos ahogados por una cara de susto. Cristina respiraba trabajosamente, Eli no tenía idea de cómo terminaría todo aquello. Sara lloraba en silencio, pero en su mirada brillaba la misma confusión que sentían los recién llegados.
-Marcos, te amo… juro que desearía ser más inocente, maldición me conformo con ser más joven, para ser quien tú necesitas en estos momentos de tu vida. Pero no lo soy, no soy una niña y no soy inocente…- Cristina tenía los ojos cuajados de lágrimas pero los puños apretados hablaban de coraje, de furia. Nadie en la habitación se movió, Marcos parecía una estatua de mármol ante la declaración. Observando a la mujer que se había adueñado de su sueño, siendo dulce y tierna, mientras que en esos momentos sin solución posible, había terminado de arrancarle el corazón con sus palabras.
-Cristina…
-Te callas… escucha bien, por qué esto lo voy a decir una sola vez. No necesito tu lástima, hablando de esto no es lo que busco. Sólo deseo que veas toda la imagen y compares.- Ella tembló mientras los recuerdos parecían nublar su mirada y el color se ausentaba de su rostro. Se notaba que sufría dolor, pero todos sabían que eran sus heridas interiores las que estaban provocando esa pena. -Tu trato hacia tu madre ha de cambiar porque si no es así, exigiré un voto de distancia.
Varios respiraron profundo y los adultos cruzaron sus brazos sobre el pecho. Todos sabían lo que eso significaba, todos menos Sara que veía el cambio en la habitación con inquietud. Si algún miembro de la familia se sentía lastimado por otro, podía exigir un voto para que la contra parte dejara el círculo familiar por un tiempo. Armando era el único que lo había aplicado con Michael y ambos habían sido alejados, con intención de que arreglaran sus problemas sin afectar a la pequeña familia.
-Cielo, eso es algo extremo. Marcos está reaccionando así con Sara ya que se siente herido. Su madre le mintió y no sabe cómo racionalizar ese hecho con la imagen que ha tenido toda su vida de ella. A eso le añadimos la llegada de Carlos y el intento de éste de ponerse en contacto con la mujer a la que dice amar. Tenemos a un joven que quiere ver al mundo explotar en mil pedazos. Pero con el tiempo todo sana, se dará cuenta que somos humanos, nos equivocamos y hacemos cosas que tienen consecuencias. Hasta ese momento necesita de nuestro apoyo.
-No Eli, ninguno entiende todo lo que Sara ha hecho por ellos. ¿Marcos, cuantas veces te has enfermado?
-Un par…-contesto el joven confundido por la pregunta.
-¿Cuáles fueron las causas?
-Creo que algún virus y apendicitis a los diez.
-Marcos, el cuidado de un bebe comienza en el vientre. Esta etapa rige lo que ha de vivir el recién nacido durante su crecimiento. Madres que fuman, beben o comen cosas que no deben, incluso las que usan drogas están exponiendo a sus hijos a una lista enorme de enfermedades.- Eli no sabía cómo reaccionar, conocía la historia y el por qué Cristina necesitaba hablarla con Marcos, pero no tenía claro si era el momento. Cerró los ojos rezando al loco desgraciado que estuviera cuidando de esa locura, para que diera fuerzas a quien ahora las necesitaba. -Algo que no saben es que tuve dos hermanos, tengo que añadir que también estuve embarazada en una ocasión. Mis hermanos sufrieron en el vientre de su madre, desde puños hasta patadas. Mi madre fumaba y bebía todo tipo de rones. Nunca supe si había usado drogas, pero tengo la sospecha de que sí. En definitiva no le importaba la vida que en ella crecía. Cuando se quedó embarazada, su macho la tildo de gorda, fea… amenazó en varias ocasiones con dejarla.
-Cristina, mi corazón…- Eli quería abrazar a ese pequeño ángel que con su dolor apretaba con más fuerza su pecho.
-Sí Eli, ahora sé que me aman, que puedo amar sin miedo a que me vendan.- Cristina acaricio el rostro lleno de lágrimas de la mujer que amaba. -Marcos, mi madre me ofreció como incentivo para que mi padrastro no dejara la casa. No pasaron diez segundos de que hubiera hecho la oferta cuando mi padrastro estaba sobre mí, quitando la ropa y tocando mi cuerpo. Mi madre me pidió disculpas llorando cuando la pesadilla había acabado, mi sangre aun corría entre mis piernas junto a su venida. Como siempre en los últimos días estaba borracha, su justificación… que no deseaba tener otro hijo sin padre. Mientras la imagen de mi cuerpo sucio y manchado nunca ha abandonado mi mente. Nadie sabe las veces que una mujer violada se baña buscando limpiar la suciedad dejada sin permiso… las pesadillas, el dolor y el siempre… sentirse basura…
El silencio en la cocina era rotundo ante esas palabras. Faith estaba pálida, sospechaba parte de la historia por lo poco que le habían dicho, sabía muy bien de lo que estaba hablando. No existía broma que pudiera decir para relajar la tensión y la verdad no había forma de bajar la tensión, cuando ella misma sentía como su alma era herida por las imagenes, miró con ternura el rostro de Michael que mantenía los brazos cruzados en el pecho, pero los dedos estaban fuertemente apretados, un puño en la mano izquierda y la derecha agarrada al brazo con fuerza. Sus hermanos no quitaban la mirada de Cristina, JD había palidecido. Su padre tenía los ojos cerrados y los puños apretados a los costados. Su madre tenía un rostro de horror sacada de la mejor película.
Sara no podía creer lo que oía, cómo una madre era capaz de entregar a su hija de esa forma. Supo que ella no lo había hecho tan diferente con su hija, sintió como el dolor volvía a ella de golpe provocando un gemido que todos oyeron.
-Yo…
-No Sara, no es lo mismo… tú te negaste a creer una realidad de la que no fuiste testigo. No quisiste creer que esa maldad existiese. Una mentira existe, es comprensible y se puede racionalizar, el incesto… la pedofilia… es imposible de tragar si no lo has vivido. Faith comprende hasta cierto punto la situación. A mí, mi madre me llevó de la mano a la puerta del infierno y luego fue testigo. No importó llanto, suplicas, ni los gritos pidiendo su ayuda. El colmo de tal crueldad fue que me culpó porque su marido disfrutaba más conmigo que con ella. Algo que le restregaba cada vez que la obligaba a sostenerme mientras él me violaba.- Ella miró fijamente por primera vez a Marcos. -Mi amor, mi madre tuvo a su hijo y dos días después estaba fuera del hospital bebiendo y posiblemente usando drogas. Mientras yo cuidaba de mi hermanito cada vez que podía. Por él di todo lo que era, conocí lo que era ser mendiga, lo que era ser prostituta y su sonrisa inocente era lo único que llenaba mi corazón vacío.
-Cristina, corazón no llores… está en el pasado y tienes personas que te aman con locura. Mira a tu alrededor.- Las palabras las había pronunciado JD, abriendo sus brazos señalando a todas las personas que compartían el dolor de la joven.
-Lo sé JD, el asunto está en que mi hermano gracias a los descuidos de nuestra madre, nació con un corazón débil, sus pulmones estaban dañados, y los llantos continuos demostraban la necesidad de droga en su sistema, esto según lo médicos. Sus padres usaban todo su dinero para drogas y bebidas, lo que descubrí de muy mala forma mucho después. Yo hice todo lo que pude por alimentarlo, vestirle y comprar sus medicamentos. No podía ir a los servicios de la familia, sabía que se lo llevarían. No podía dejarlo ir, era mi hermanito, la razón por la que mi madre me había vendido al diablo. Hoy estoy segura lo hubiera hecho todo de otra forma…
-¿Cuántos años tenías?- La pregunta parecía sorprenderla, como si estuviera en un hueco oscuro, en el cual no podía ver o escuchar lo que le rodeaba en la realidad.
-Lo siento… tenía trece años cuando todo comenzó.- Un gemido colectivo, al cual Eli reacciono agachando la cabeza, estaba tan orgullosa de esa mujer. La amaba con locura, cuando volvió a levantar la mirada intento decirle con ésta cuán grande era su amor por ella.
-Eli, tú fuiste victima desde los seis, no somos tan diferentes.
-Cristina, somos diferentes, ambas tuvimos nuestro infierno personal, pero hoy te veo como una mujer libre de su pasado.- La mencionada sonrió mientras acariciaba el rostro y labio inferior de la única mujer por la que moriría.
-Te amo… dónde me quede… lo siento, mi hermano murió antes de cumplir los dos años de vida. “Muerte de cuna”, dijeron los médicos, luego supe que sus pulmones no pudieron seguir trabajando con un corazón deforme. Dos años después nació mi hermana, que no llegó a salir del hospital, su cuerpo tan deforme como algunos órganos internos no resistió el mundo fuera del vientre drogado que le había traído al mundo. Un año después quede embarazada, cuando mi padrastro lo supo me dio una paliza atroz para que no tuviera a mi bebe. Al llegar al hospital medio muerta, se supo lo de las violaciones. En esos momentos estaba muerta en vida, mi bebe no venía bien, tal vez por los genes de su padre o las palizas que me daba. Pero los últimos golpes que me había dado, lograron su cometido. Mi bebe no sobrevivió en mi vientre y yo… bueno nunca seré madre.
-Cristina el hecho de que hoy sonrías, dice que era única en tu clase.- Marcos se acercó a ella con ternura y cuidado, intentando ser parte de la sanación y no causar más heridas en su corazón.
-Gracias Marcos… luego de eso pidieron ayuda a Eli, ella me ayudó a salir del agujero. Pero la pregunta más importante, cuantas veces terminaste en el hospital y de esas cuantas veces estuviste sólo.- Marcos observó a su madre y al hombre que quería como a un padre.
-Nunca estuve solo.
-Marcos, mis hermanos nunca tuvieron a su madre al lado. Ni siquiera yo cuando me dijeron que estaba perdiendo a mi bebe. Eres un joven saludable, pero no sabes lo que es la maldad en una madre.
-Sé que mi madre no es mala, tan sólo me duele su traición.
-Sí lo sé. A mí también me duele la traición de la mía, pero mírame bien.- Cristina se dio la vuelta quitándose a su vez la camisa. -Todos creen que esto es obra de mi padrastro, pero más de la mitad de los cigarrillos los apago en mi piel mi madre.- Nadie era capaz de quitar la mirada de la palabra “MALA” escrita con cicatrices de quemaduras en la espalda de la joven. -En algunas el dolor era tanto que deseaba morirme, me desmaye un par de veces lo que me permitió no perder la poca cordura que me quedaba. Aun hoy sueño con la sonrisa drogada de mi madre y la carcajada de mi padrastro doblegando mi cuerpo a su voluntad. Sé que la idea ella la saco de una película que vio, pero fue suficiente como para inspirarse y desquitarse por yo estar quitándole a su marido. Irónico… ¿no?
Capítulo 10
Secuelas
-Cristina…- El silencio fue roto por las voces de dos personas que amaban con locura a la joven que temblaba mientras se ponía la camisa. Eli asintió en dirección de Marcos que se movió con cuidado en dirección de Cristina. -Cariño, puede que lo que sienta desaparezca como dices a veces. Pero juro que en estos momentos mi corazón necesita abrazarte y decirte lo mucho que te ama.- La joven comenzó a llorar en los brazos del jovenzuelo que le había llegado hasta el alma, aun cuando había hecho todo lo posible porque no fuera de esa manera.
-Siento mucho lo de la cachetada…
-Me lo merecía, es cierto que estoy dolido con mi madre, que tengo mil preguntas que sólo ella puede contestar. Sin embargo, no quiero aún las respuestas, aunque eso no excusa mi comportamiento de nene chiquito y mal criado. Ya más adelante hablaremos con calma de lo que ha sucedido para llegar aquí.- Marcos no soltó a Cristina pero si miró a la mujer que le dio la vida con una sonrisa tierna.
-¿Marcos?
-Madre, siento… siento mucho todo lo que he dicho y lo inmaduro que he sido con esta situación. Ya cuando esté preparado, me gustaría saber las respuestas. Mientras, te pido que nos ayudes a cuidar de mi hermanito.
-Sí hijo… ayudaré lo mejor que pueda.- Armando y Michael, junto a Eli la abrazaron. No paso mucho tiempo, para que JD y Faith se unieran al grupo, todos se abrazaron lo mejor que pudieron, hasta que Marcos hizo un sonido con la garganta cómo llamando la atención, lo cual provoco que varios rostros lo buscaran entre ese mar de brazos. Pero nadie soltó o libero la tensión en los mismos.
-Cristina… quieres ir al cine conmigo… oigan que pedir una cita es lo más difícil, suéltenle… ¿no?- Todos con risas cómplices se alejaron dando espacio.- No pongas esa cara, nos llevamos a JD de mal tercio.
-Jey…- JD sonreía cómplice, pero el sonido en su voz era el de ultraje.
-Me encantaría, pero no puede ser una cita… aún no…- Cristina lo miraba como si fuera la primera vez que le pedían salir. Tenía el rostro sonrosado y miraba a todos lados menos a él.
-¿Es el asunto de la edad?- La joven dio un salto ante la pregunta que había sonado a recriminación. Ella buscó a su alrededor alguien que comprendiera, encontrándose sólo con Sara que asintió en aceptación de la situación.
-Marcos, es un poco más complicado que un asunto de números. Cristina no desea ser la causante de la perdida de tu inocencia.- Sara hablaba con calma, sus lágrimas aún no se secaban, pero su mirada traviesa decía mucho de lo que podía pasar. Por primera vez se preguntó qué tanto sabían todos ellos de la mujer que un día enamoró a Armando.
-Pero yo no soy… bueno ya saben…
-Sí ya sabemos…- JD había explotado ante la poca falta de energía de su hermano al explicar su situación. Armando y Sara se sonrojaron sin poder evitarlo.
-¿Qué?- Marcos más que confundido, parecía ultrajado, como si hubieran estado leyendo su diario… bueno si hubiera tenido uno comprendería esa situación, pero nunca había llevado uno de esos cachivaches. Vio la sonrisa compartida entre sus padres, que miraban a JD con resignación, mientras que todos los demás, gracias al cielo, compartían la mirada confusa que sabía él tenía en pleno rostro.
-Veras, cuando te cambiamos de habitación, te dijimos que era hora de tener tu privacidad. Lo que no te dijimos era que tu privacidad estaba saliendo de tu boca casi todas las noches, mientras tu hermanito te escuchaba sin poder dormir. Cada detalle de lo que hacías con tus novias, las cosas que ellas te hacían y los revolúes en los que te metías, eran causa para salir espantado, tu rostro angelical tranquilo y dormido, contando tantas barbaridades.- JD reía a carcajadas recordando la pelea con su madre. Cuando eso sucedió él contaba con diez años y su hermano recién estaba entrando a los trece. Gracias a todas las preguntas que nacieron de esas noches de insomnios y que sus padres no pudieron contestar, es que él pudo descubrir su mundo. Uno que no le aburría, a pesar de ello no pudo dejar de disfrutar del aprieto en que se encontraba su hermano mayor.
Eli no parecía saber que decir, Armando se quería morir después de haber soltado tremenda bomba. Todos los demás miraban a Marcos esperando una reacción, cualquier cosa que les dijera cómo manejar el resto de información.
-Pero… Pero…
-Cristina, no sé muy bien como mi hijo ha terminado en situaciones algo fuertes en el área sexual. Si digo la verdad, no quiero saberlo. Si la mitad de lo que decía era cierto, tu inocencia es la que está en peligro.
-¡Madre…!- Marcos parecía avergonzado, como si no esperara ese golpe.
-¿Qué? Es cierto, la pobre debe estar preparada para cuando la familia se entere de que han cubierto todas las bases y todo por tu bocota.- Sara sonrió traviesa y Marcos al ver ese brillo travieso tuvo que rezar para que eso fuera todo. Cuando su madre le acaricio el rostro intuyó que su tortura no había terminado.- Lo mejor es que te enterarás en cuanto se salga del corral tras otra potrilla.
-Diablos madre… nunca he sido infiel y no espero serlo.- Sus palabras cayeron como agua fría. La sonrisa traviesa en su madre desapareció y el brillo en su mirada fue opacada por el recuerdo.
-Así lo espero, en ese camino sólo se encuentra dolor.- Ella se limpió una lágrima y se volteó a la cocina para terminar con la comida.
-Humm... Marcos, creo que diré que si al cine, pero en esta ocasión por otra razón diferente debo volver a insistir en que sea con toda la familia.- Cristiana miraba de forma inocente a Marcos que se sorprendió por la aceptación y condición.
-¿Por qué?
-Tengo que velar por mi virtud.- Ante esas palabras todos se echaron a reír sin poder evitarlo.
-Pa…, no puede ser… dile que no era tan malo.
-Marcos he prometido no mentir, además la fantasía de dos chicas para un chico, fue todo un record a tu edad.
-¿Eso también…?
-Oye hermanito, ganas mucho no diciendo nada.- JD se reía sin poder evitarlo de forma abierta, de la cara cargada de mortificación en su hermano. Cierto que parecía mayor, luego de haber comenzado con la pinta de chico malo se había visto rodeado por chicas sin poder evitarlo. Algo así como la atracción por el chico malo.
-No creo que eso le ayude.- Dijo Eli con una mirada peligrosa, mientras se sentaba a la mesa. Cuando volvió a mirar a su familia agradeció la atención. -El problema de Marcos seguro fue la presión tan grande por no poder decir nada, era algo importante, algo que le confundía pero que le gustaba, aunque no podía hablar de ello. Así que dormido derramó la sopa. Debemos recordar la necesidad del ser humano de entrar en una actuación perfecta de lo que se espera de él socialmente. No creo que las exigencias sociales, el cuerpo y las situaciones hubiesen estado a la par en la mente infantil, que de seguro aún no estaba lista para su sexualidad.
-Algo así como intentando liberar el subconsciente de lo que le hacía sentir culpable provocaba que él hablara de todo.
-Sí JD, algo así.
-Auch… hablando de raro.- Cristina vio la mirada seria del joven y buscó la aprobación de Armando y Sara, que asintieron sin saber que más hacer por su hijo. Cristina lo besó en los labios con cariño, abrazándolo y descubriendo en el proceso que cabía entre sus brazos como si fuera una pieza de rompecabezas. Era más alto que ella y sus brazos largos le rodeaban completamente, el bajo su rostro entregándose al momento con un gemido. Cuando el beso termino ambos respiraban de forma sofocada.
-No me pidas que deje a Eli y pórtate bien. No estoy diciendo sí a tener relaciones, eso no me parece bien, pero sí a aceptar que existe algo. ¿Vamos a ver dónde nos lleva?- Marcos asintió y bajo el rostro para volver a besarla, disfrutando de su olor y sabor.
-No es justo…- Faith parecía indignada al lado de su padre.
-Faith, ni una palabra.- Armando la miró espantado, como si esperara que sacara una granada en cualquier instante.
-¡Qué no! Ya sé lo que deseo como regalo de cumpleaños y no voy a esperar a la semana próxima. – la joven miró a todos, se detuvo en Eli con los ojos cargados de dolor, para luego fijarse en Michael.
-¡FAITH!- Armando estaba colorado y no sabía cómo callar a su hija. Sara sonrió ante la mirada de socorro del padre acorralado, ambos debían estar acostumbrados que se les juntarán todas con sus hijos, pensó Eli con duda.
-Querida, que es lo que deseas y si es posible se te dará.
-A Michael…
-¡Faith!
-¡Qué diablos!
-Igual que su padre…- Todos dijeron algo, algunos gritos fueron más fuertes que otros, pero todos estaban igual de sorprendidos.
-Pensé que la petición de mi padre a que esperara era por asuntos de la edad. Pero esa opción es descartada ante el caso de Marcos. Si es por asuntos de virginidad, todos saben muy bien que no soy virgen. No sé cómo les sorprende, he visto y he sentido a Michael a través de la secciones de masaje. Sé muy bien que mi madre reacciona igual de fuerte a él, quiero estar con él primero que ella.
-Faith, querida no es una carrera. ¿Recuerdas por qué comenzamos con las sesiones de masaje?
-Si para que pudiera recuperar mi tranquilidad al ser acariciada por un varón. Sé que no es una carrera Eli, pero te dije que sentía por Michael algo bonito y profundo. Me pediste que esperara a los dieciochos para hablarlo con él. Le dije a mi padre hace una semana para que supiera mis intenciones y se puso cerdo. Carajo no pueden tenerlo de una forma con Marcos y otra conmigo.
-Jey… respeto…
-Como quieras… pero el asunto es que… que deseo… ¡Maldición!- Miró a Michael con ojos suplicantes. Pero este no sabía que decir, Armando le había prohibido acercarse a su hija con esas intenciones y la situación cambiante de la familia no auguraba pronta solución a este problema. Aunque también comprendía la situación con Faith. La joven no decía que era lo que sucedía, pero algo serio le estaba molestando. En ese arrebato había mucho más.
-Michael, Armando, Sara y Faith, una de las reglas sobre sexualidad en nuestra familia es lo natural. Si los hechos se dan de forma natural y ambas partes están consintiendo, está bien. No comprendo cuál es el problema, pero por la mirada que ambos machos se han dirigido puedo imaginarlo. Faith, yo no voy a ponerle un lazo a Michael, por muy bello que se vea, ni voy a contradecir a tu padre por darte gusto. Consideró que debes tomar tiempo lejos de Michael y meditar sobre tu sexualidad con él. Todos los demás prometemos respetar tu conclusión y la decisión de Michael.
-Gracias Eli, sé lo que quieres decir y haré lo que me dices. Respetó tu opinión y sé que todos los demás son iguales. Pero mi decisión no va a cambiar y no sólo por lo que he logrado decir. Si no, por todo lo que no sé cómo explicar.
-Lo sé querida. Estoy segura que lo que has liberado en palabras hoy, es sólo la punta de un “Iceberg”.
Eli se movió con cuidado, la casa se había convertido en un campo de minas y temía hacer estallar a más de una. Abrazó a la joven y le pidió al cielo no por primera vez no estar fastidiándola más todavía con todos esos jóvenes. Sara y Armando la observaban sonriendo, parecía que a juicio de ambos algo estaba haciendo bien. Algo le decía que si todo se iba al infierno, de seguro era su cabeza la que estaría rodando.
Capítulo 11
Necesidades
-No entiendo por qué te has puesto tan pesada de momento.- Marcos observaba como su hermana tiraba de todo de forma desorganizada en un bulto.- ¿A dónde te vas a ir?
-No lo sé, el pesado de nuestro padre es quien decide… según él, lejos de Michael hasta que se me pase el capricho. Ya veremos donde me lleva.- Un sonido en la puerta hizo que los hermanos dieran un salto.
-Disculpen, me gustaría hablar con Faith.- Michael estaba en su puerta y parecía cargar con el mundo sobre sus hombros. Marcos asintió, saliendo de la habitación.
-Siento mucho el lío con mi padre.-Faith lo miró sin esconder su frustración en la mirada.
-Si comprendiera que ha sucedido, tal vez podría comprender tu disculpa. Pero no entiendo, juro que no entiendo nada, todo estaba bien, la conversación estaba en su lugar y tu padre explotó como si fuera un volcán.- Su padre no pudo soportar el ver a su hija acariciando a Michael, mucho menos escucharle suplicar un beso. Era cierto que ella sospechaba cuál sería su reacción, pero no existía forma de evitarla. Mientras Michael parecía tan confundido, el hombre que siempre había estado fuerte y decidido para con ella, para con todos aquellos que deseaba proteger. Pero al mismo tiempo sabía que era vulnerable. Ella sintió deseos de abrazarlo, sintiendo al niño que fue violado y vendido en varias ocasiones por un padre diabólico. Razón por la que se había tomado personal el rechazo cruel de Armando ante la posibilidad de una relación íntima entre ambos. Él no deseaba estar en el lado de los que se aprovechaban, no era una mala persona y aparte de ello tenía un gran sentido del honor al dar su palabra. Por eso estaba tan furiosa con su padre, que conociendo a Michael, se había aprovechado de ello. No importaba el género, todos se sentían seguros en sus manos, lo que lo hacía tan bueno en su trabajo. Suspiró profundo preguntándose no por primera vez, si lo amaba de verdad o sólo buscaba de él seguridad. -Deberías quedarte, yo me tomo una semana, puedo ir a supervisar el edificio de Río Piedras. Aún no comienzan, pero ya deben tener el equipo montado.
-No hace falta… has estado esperando este bebe por mucho tiempo. Además necesito alejarme de todos; necesito tiempo fuera.- Las palabras fueron un susurro doloroso, ella se encogió cuando lo vio acercarse y deseo poder enterrar el rostro en su pecho, sentirse querida por él. Pero aún era una niña, supuestamente.
-¿Estás bien?
-No muy bien, pero no voy a morir de esto…- sin decirle lo que deseaba ella lo sintió abrazarla, envolviéndola entre su grandes brazos como si fuera una gran fortaleza entre ella y el mundo. Por fin sentía algo de paz.
* * * *
-Armando qué está sucediendo con Faith.- Eli quería comprender cuál era la situación, todos miraban al mencionado buscando una respuesta de él. Pero por la cara de duda que se le veía se notaba que ni siquiera él estaba seguro de cuál era la situación.
-Ni yo sé, Faith está en un hueco y no puedo sacarla. No me dice mucho, pero me suplicó que no interfiriera con su decisión, que necesita a Michael. Pero… él… bueno no es lo que deseo para mi bebe.
-¿Necesita?
-Sí, es como si se estuviera ahogando y su tabla de salvación es Michael. No lo entiendo.- Armando dejo caer la cabeza derrotado.
-Creo que yo sé algo.- La voz era un susurro, la madre de la joven miraba a su alrededor horrorizada, como si estuviera sosteniendo una bomba y no subiera que hacer con ella.
-¿Sara?
-Armando, la niña estuvo saliendo con un grupo de estudio. Esto fue antes de que todo lo mío explotara. Una noche llegó disgustada y con lágrimas en los ojos. Intente hablar con ella, pero literalmente me envió al diablo. No la culpo, pero luego de todo esto debe sentirse dentro de una tormenta sin salida, sin vida. Creo que tu deseo por protegerla le hace sentir burlada.
-A mí me dijo algo de que no podía verse.- Armando susurró tratando de recordar las palabras exactas con las que se había expresado la joven.
-Diablos…- Eli estaba furiosa. Con los chicos que rompieron con todo, con el canalla del tío, pero más aún consigo misma por no haber visto los síntomas. Son tantas las posibles reacciones…-Maldición, Armando creo que no debes ir con ella.
-¿Qué?
-Si lo que me estoy imaginando es una pequeña posibilidad sobre lo sucedido, en estos momentos sólo Michael puede ayudarle.
-¿Quieres que entregue a mi hija en bandeja de plata a la sexualidad?
-Armando ella tiene experiencia sexual y ese es precisamente el problema. Han sucedido tantas cosas entre los adultos y en tan poco tiempo que ella se ha guardado los últimos cambios en su relación con sus pares. Se está hundiendo y la podemos perder si no tenemos cuidado.
-¿Perder? Eli por favor habla claro… no entiendo lo que me estás diciendo.
-Si no manejamos esta situación con clama y aceptación, ella podría cerrarse a nosotros por completo.- El silencio era pesado, los tres adultos sabían muy bien lo que era sonreír cuando lo que deseaban era llorar. Ninguno deseaba eso para sus chicos. Armando abrió los labios pero sus palabras murieron al ver a Michael en la cocina con ojos listos para llorar.
-Armando… yo creo que… debo ir yo... no es que quiera eso… es que…- Una lágrima escapo de su mirada oscura, bajando por su mejilla como silenciosa testigo del dolor compartido.
-Lo sé…- Todos aguardaron una explicación y Armando sólo pudo mirar al hombre que hasta ese momento había sido la competencia. El que le había robado el amor de su hija y con el que tenía que competir por el tiempo de Eli. Nunca quiso ver más allá de la imagen de gorila que mostraba al mundo.- Michael el hecho de que dudes al saber lo que debes hacer y tengas lágrimas en los ojos por mi hija me dice que eres el único capaz de comprender por lo que está pasando. No me tiene que gustar, pero lo comprendo.
-Michael, dónde irán.- Cristina parecía realmente preocupada.
-Creo que debemos volver a la raíz del problema. A su casa… puede que se sienta cómoda en ese ambiente y así podré descubrir que ha estado sucediendo con sus amistades.- dijo arrancando de un manotazo la lagrima traidora.
-Ve a prepararte, notificaré a Faith del cambio.- La voz ronca de Armando era un grito de angustia, un hombre acostumbrado a tragar todo por mucho tiempo era la mejor opción… ¿No? Eli suspirando pensó que ella no podía ser quien hablara con Faith, estaba demasiado emocional lo que no ayudaría a la joven. Las dos mujeres se sentaron en silencio, viendo como los hombres salían de la habitación cargando al mundo sobre sus hombros.
-Es mi culpa… ¿Verdad?
-Sara, necesitabas ayuda. Como adultos debemos todos mirar por señales. Tal vez si habláramos abiertamente de las cosas que nos preocupan y nos hacen daños nos entenderíamos mejor. Pero lo cual no significa que tú seas así. Todos lo hemos hecho en lo que va de semana. Adaptarnos a los nuevos cambios y parámetros provoca cierto recelo. Ahora nos toca ser los adultos y comprender la necesidad de espacio en los chicos. Recuerda que nos han enseñado desde pequeños que la dignidad de una dama esta en lo que la gente dice de ella.
-¿Crees que todo estará bien?- Cristina acaricio los hombros de la madre con ternura mientras ella hacía su pregunta, en un intento por apoyarle.
-Ese es mi deseo, confío en Michael y más todavía, sé que nuestra Faith encontrará su camino al nuevo hogar que estamos forjando. ¿Tú que has pensado sobre tu vida?
-Si pudiera me gustaría seguir con mi carrera de artes plásticas. Aún no tengo nada planificado. Saque el certificado de maestra de matemática, por ser algo práctico. Se me dan bien los números, pero la verdad puedo vivir sin ellos en primer lugar.
-Sí, en esas nos encontramos muchas veces. En cuanto necesites ayuda, grita.- Cristina regreso a la cocina y no tardó en regresar sonrío mientras entraba con la porcelana para colocarla en la mesa.
-Sara, estoy segura que la puerta se abrirá cuando estés lista. Mientras; ¿van a estar bien Michael y Faith en esa casa? Creo que aquí todo irá bien… pero se va a sentir todo muy raro, debemos admitir que el sentido del humor de esos dos nos han ayudado a todos en los momentos de mayor tensión.- Cristina acarició con ternura el rostro de Eli que cerró sus ojos como pensando en lo dicho, pero su sonrisa decía a gritos que era más gozo por la caricia, que meditación.
-Soy una mujer de treinta y cinco años, puedo colocar mis emociones en orden en cuanto lo que estoy sintiendo. Pero en este momento lo que deseo es que mi familia este sana y feliz.- Ambas mujeres vieron la sonrisa en Eli, una sonrisa que no cuadraba con lo que estaba diciendo, ya que tenía rasgos diabólicos. -Disculpen, voy a estar en la biblioteca a lo que esta la comida.
-¡Problemas!- dijo Cristina con un gritito emocionado.
-¿Qué?- Sara parecía confundida por la nueva situación, el cambio en Eli y la cara de traviesa de la joven.
-Algo se le ocurrió para su nuevo libro.
-¿Eso es malo?
-Muy malo para quien lo haya inspirado. En este caso podrás ver como nuestra realidad es transformada en una caricatura erótica.
-¿Ah?
-No has leído los libros de esa mujer. ¿Verdad?
-Solo Realidad vs. Fantasía.
-Sabes que algunos de los escritos en las partes de Musas Atrapadas y Realidad vs. Fantasía dentro del libro fueron inspiradas por otras personas. Entre ellas Michael y Armando.
-Sí… pero… pero…
-Lo sé, ella es así.
-Diablos, quién la inspiro hoy… ¿Tu?
-No te asustes, pero hasta que no esté el libro terminado no lo sabremos.- Con una risa algo espeluznante la mujer se movió a la cocina a terminar con la comida, deseando que Eli se diera prisa con el nuevo libro, habían varias personas que arrancarían un brazo por la oportunidad de leerlo antes de que saliera a imprenta.
* * * *
La mesa estaba puesta, el olor a comida era rico y llamaba a los sentidos. Los jóvenes miraban algunos de los platos con cuidado, intentando descifrar el cómo comerlos sin destrozar lo bonito que le habían quedado a Cristina y a Sara.
-Jey… ¿Dónde está Eli?- JD miraba a su alrededor extrañado por no verla esperándoles en la mesa al llegar a comer.
-En la biblioteca.- Las palabras de Cristina parecieron ser un jarro de agua fría en todos. Sara observo las diferentes reacciones, Marcos, Faith y Armando sonreían como si fuera navidad, mientras Michael negaba con la cabeza murmurando incoherencias. Cristina se estremeció con exageración, Sara le acompaño pensando en las posibilidades.
-No entiendo…- JD parecía realmente confundido.
-Ya lo sabrás más adelante, pero mientras, comiencen a comer, yo iré a buscar a la ermitaña.- La comida comenzó a moverse de los platos, todos opinaban sobre las nuevas recetas y algunos felicitaron a Sara por su colaboración, añadiendo un par de gracias de los hombres por lo nutritivo de los alimentos. Incluso Marcos murmuró algo con la boca llena, aunque lo gracioso fue ver como se quedaba con ella abierta al ver llegar a Eli.
Parecía otra mujer, el cabello corto suelto y enredado como si sus dedos hubieran entrado en batalla campal con cada hebra castaña. Los espejuelos habían remplazado las lentillas, estos eran de viejita, la ropa estilizada había desaparecido por un pijama de dos piezas cubierto con diseños de… ¿ovejitas?
-Nadie diga nada.- Fue Cristina quién detuvo toda pregunta posible. Eli se sentó como si nada, con una libreta legal al lado del plato y lápiz en mano.
-Bueno ahora si me voy tranquilo. Cristina por favor vela que no deje de comer.- Michael miraba a Eli con ternura, sin perder detalle, pero igual de enamorado que cuando la conoció.
-Por supuesto, voy a necesitar ayuda con el baño.- Cristina parecía estar en el cielo calculando todo lo que tendría que hacer para mantener todo en orden y a Eli en buen estado.
-Admite que eso es sólo una excusa para meterte a bañar con ella.- Armando soltó la broma sin pensar mucho en la ecuación de la misma, era parte de la nueva camarería que existía en la familia.
-Claro, pero si no te molesta Sara me agradaría que me ayudaras con Eli en las próximas semanas.- Cristina asintió comprendiendo las palabras de Armando, mientras que buscó con sus ojos la mirada de Sara antes de hablar directamente con ella.
-En lo que pueda… pero; ¿qué está sucediendo?- Preguntó la mujer confundida.
-Eli comenzó a escribir, hasta que no termine con el trabajo base de su nuevo libro no existe para nadie. Hay que velar que come y que no se quede dormida en la regadera.
-Ok… creo.- Sara noto que todos sus hijos estaban sorprendidos por esa nueva Eli, incluso Faith que adoraba el trabajo de la autora.
-Nosotros estamos acostumbrados y Armando ha visto esta faceta antes.
-Sí… y es mi llamado de salida, es cuando más rara está y eso es decir mucho.
-Cierto, pero ahora que conocemos la cura de la enfermedad es cosa de esperar y apoyar.- Michael siguió comiendo y vio como Cristina le ponía algo más de comida en el plato.
-¿Cura?- Sara seguía igual de confundida pero resignada a ese mundo de locura al que había caído.
-Sí, dejarla escribir.- Cristina le dio un pedazo de carne en la mano a Eli que comenzó a comerlo como si fuera algo molesto.
-Pero…
-No te preocupes luego me dará su opinión, nunca olvida lo que sucede en la realidad. Eli cariño tienes que comer algo más, recuerda al bebe.- Ella lo hizo de forma mecánica y volvió a mover con rapidez el lápiz contra el papel.
-No entiendo, está como drogada
-Sí… no bebe, no fuma, no usa drogas pero si la vez en esta faceta descubres que no hay nada que la saque de su mundo. Tal vez por eso es tan buena creando fantasías.- Armando recordaba las noches largas que ella paso sentada en una mesa escribiendo sin parar, liberando las musas como ella le llamaba.
-Eso no es cierto. Disculpa Sara, sé que me necesitan, pero ahora mismo mis personajes tienen que salir o se marchitan, pierden fuerza. Faith te amo, te amo con locura. Marcos y JD están en su casa, disfruten de la nueva familia. Michael no hagas nada que yo no haría.- Ella levantó la mano conociendo la repuesta a ese comentario.-Antonio, habla con Sara de las razones, no te justifiques, ni te humilles pero si le debes una explicación. Sara escucha y disfruta de ser libre. Prometo no irme muy lejos por eso del bebe. Cristina mi amor la comida estuvo deliciosa, gracias… sé que puedo contar contigo.- Eli tomó la libreta, pero dejo el lápiz y se movió hacia el pasillo de seguro a la biblioteca. Un suspiro colectivo sonó en el silencio de la habitación.
-Esa es una primera vez.- Michael sonreía como si le hubieran librado de una jaula y Armando miraba con desconfianza a Sara, mientras que ella evitaba mirar a su hija que sonreía como el gato que se había comido al canario.
-¿Me cambio el nombre? – Armando susurró sintiendo que le cielo se volvía negro, pero él con el rostro enrojecido.
-Si mi buen amigo… ya sabes. – todos rieron ante la cara de Armando, este parecía haber cambiado de colores en cuestión de segundos, hasta quedar pálido por las posibilidades de él como un modelo de uno de los personajes de Eli.
-Bien a terminar de comer, todos tenemos tareas que hacer.- Con esas palabras resumieron la acción de alimentarse, regresando al ambiente familiar anterior. Todos se hicieron de oídos sordos cuando Eli comenzó a decir profanidades contra alguien que de seguro no estaba en la habitación.
Capítulo 12
¿Hogar?
-¡MÁS! ¡MÁS!…- Gritó Faith a pleno pulmón.
-Está bien… pero luego no te quejes…
-¡QUIERO MÁS!- Michael sonrió al verla tan llena de vida, con mejillas sonrosadas, respirando agitadamente y una sonrisa sensual en los labios. Al fin estaba abriendo sus pétalos al sol. Su cabello suelto acariciándolo por momentos, cuando sintió su cuerpo contra sus manos utilizó toda su fuerza para un nuevo impulso y la escuchó gritar de alegría. -¡MÁS ALTO, MICHAEL!- El problema estaba en que lo que hacía no era congruente con su edad.
-Ya sé… ya sé… pero te puedes caer del columpio, no quiero tener que llamar a tu padre de una sala de emergencias, me va a matar. Ya sabes lo mucho que te cuida.- A pesar de la queja volvió a impulsarla, disfrutando de su risa en el viento y su alegría llenando todo. No sabía cómo, había cerrado los ojos unos segundos y al abrirlos vio su cuerpo volando por los aires. Sintió como su corazón se detenía. ¿La había tumbado con su último impulso o ella había saltado? Dios que lío. Se fue tras ella corriendo y gritando su nombre, vio con espeluznante claridad como el pequeño cuerpo rodaba por la grama. La vio colocarse en forma fetal, sosteniendo una de las rodillas cerca del pecho, de seguro por un mal golpe.
-Carajo… era mucho más fácil con diez años y menos doloroso.
-Faith… ¿Algo roto?
-Aparte de mi orgullo, no lo creo. Eso sí tendré un par de moretones en la mañana.
-No me des esos condenados sustos. Por un momento pensé que me daba un ataque al corazón.- Michael no dejaba de buscar con la mirada sangre o alguna hinchazón que delatara una herida mayor.
-Quejica… pero lo bueno de esto es que sí me quieres.- La voz exageradamente melosa, dejaba claro que era la payasa de Faith intentando calmar los ánimos.
-De qué hablas… claro que te quiero. Te adoro… eres una mujer brillante, que ha sabido sobrevivir… y a pesar de todo no tienes un gramo de maldad en tu cuerpo.- la vio sorprenderse ante tal apasionada declaración, pero los ojos húmedos declaraban que le habían conmovido.
-Pero me hablas como a una niña, ya he dejado de ser esa pequeña.
-Eres hermosa y para sacar las dudas, claro que te deseo. Pero no quiero dañar lo que va a ser una relación a largo plazo con mi lujuria, pienso que debemos llevarlo poco a poco.- Tampoco menciono que no creía que ella le amara a él precisamente. Él se había convertido en el chivo para el sacrificio a lo que aceptaba sus emociones.
-Está bien, pero esta noche nos bañamos juntos…- Ella le golpeo con ganas el estómago y luego sonrió al verlo encogerse.
-Auch…- dijo Michael exagerando la reacción, ambos sabían que su vientre plano con sus músculos nunca sería vencido por uno de sus puños.
-Vuelvo y lo repito, quejica…
-Y a mucha honra jovenzuela.- Michael se dejó caer en la grama cuan largo era. Dejando escapar la tensión del cuerpo. Era cierto que había esperado que ese viaje fuese difícil, pero hasta ahora había estado lleno de preocupaciones y tensiones. Faith sonreía demasiado, hacía chistes y escondía debajo de una gran capa lo que le estaba haciendo daño. La había visto tensarse al ver pasar a otros jóvenes, desviarse de su camino por no toparse con ellos en el supermercado. Pero había escondido lo que le preocupaba bajo una sonrisa y alguna payasada. Otra cosa fue cuando llegaron al hogar, la joven no había dicho nada. Con rapidez limpio el cuarto familiar eliminando y desechando todo aquello que era inservible. Limpiando las gotas de sangre del suelo, al otro día la habitación era bañada por los rayos del sol, no había rastro de lo que había sucedido varias semanas atrás. Ni ella había expresado lo que pensaba de todo el asunto. La sintió acomodarse a su lado como si fuera un gatito dormilón, mencionando en susurros algo sobre hormigas. Volviendo a las imágenes que le preocupaban sobre la joven, no podía olvidar cómo, Faith con movimientos rápidos había desconectado el teléfono de la casa, además nadie se había presentado preguntando por el bienestar de la familia. La chica sin duda estaba escondiendo más de un detalle de su vida.
-¿Faith, por qué desconéctate el teléfono de la casa?- Volvió a preguntar en un intento por comprender la acción.
-¿Eso aún te tiene preocupado? Sí la familia desea saber de nosotros, llamarán a tu móvil. No deseo saber de mis abuelos o mi tío. Por todos los cielos… desearía haber ido a otro lugar. Pero la casa debía limpiarse antes que los chicos y mi madre dijeran regresar.- Una nueva sorpresa, había aceptado ir a ese lugar, no para alejarse de la familia sino para prepararlo en un intento que nadie se encontrara con los estragos de la pesadilla que allí se había vivido. No había forma de descifrar a esa jovencita. -Gracias Michael…- lo abrazó con mayor fuerza, él quiso saber el porqué de las gracias, pero se vio interrumpido por voces, intento incorporarse pero sin éxito ya que Faith se había puesto tensa en sus brazos. ¡Diablos, allí estaba por pasar algo y a la niña no le gustaría!
-¿Faith?- Ella negó en silencio, pero en cuestión de milisegundos mostraba una de sus sonrisas radiantes, sus labios se habían acomodado como si fueran una máscara que él ya reconocía y le producía dolor. Era una maldita sonrisa que escondía todo. Él juro por lo bajo como marinero en puerto, y se preguntó que más había estado escondiendo con tan buen disfraz. La pregunta abría millones de puertas a diferentes posibilidades.
-¡No puede ser…! ¿Eres tu Faith?
-Sí Kitty, soy yo. Hola chicos.- El grupo no era grande, cuatro varones y tres féminas. Algo extraño estaba pasando allí, uno de los chicos tenía una mirada asesina en sus ojos mientras lo miraba a él.
-No sabíamos que habías regresado. Después de la ambulancia y todo eso, de verdad creímos que no regresarían.- La tal Kitty, parecía la líder del grupo y su sonrisa era tan invitadora como los colmillos de una cobra.
-He regresado a terminar unos asuntos antes de volver a mis vacaciones. Y vosotros que hacen por acá, creía que estarían de playa en estos días.
-Ah… bueno es que estamos cansados de la playa. Es un día divino para ir al parque.- Michael vio la mentira en la joven, todos los demás sonreían como compartiendo un secreto, algo que no le agradaría a su pequeña. El problema estaba en que no tenía idea de cómo ayudar a Faith. Había salido de su ambiente, lo de él era intimidar o ser el malo de una película de matones, nunca había tratado con chicos de ese tipo, ni siquiera cuando él había sido uno de ellos.
-Cierto… yo vine a columpiarme. Ha sido divino, más todavía compartirlo con alguien a quien quiero.- La clave en la voz de Faith fue clara y definitiva.
-Pero eso es de niños.- Aseguro una de las jovencitas con voz gatuna y tono burlón.
-No cuando estas con alguien que te hace llegar al cielo.- Todas las miradas se voltearon a mirar a Michael que había recogido las piernas y se disponía a defender a Faith si era necesario. La mirada del joven que al llegar le había observado con odio, se desvío hacía la joven. Definitivamente “Mala Juju” había conocido mujeres gangueras con menos malicia que esa tal Kitty.
-¿Tocar el cielo? Suena interesante… pero siempre pensé que era Teddy el que te llevaba al cielo.- Kitty señalo a un joven del grupo, precisamente el de las miradas cargadas de odio… o celos.
-En sus sueños… o en mis pesadillas… nunca me han gustado los niños. Desde el comienzo le deje claro que había alguien más, algo que… bueno… nunca creyó. Jey Teddy, ya que lo ves estás convencido de que existe.- La voz de Faith escondía muy bien el temblor que el sentía en su pecho. Algo serio había sucedido con el chamaco y era un punto que a él no le gustaría ya que reaccionaría de forma muy violenta si era lo que se estaba imaginando.
-No seas estúpida, ese tipo puede ser cualquiera.- La carcajada de Michael resonó con fuerza en el lugar. La burla estaba presente, contra el joven estúpido pero sobre todo contra el grupo que parecía querer lastimar a la mujer que estaba a su lado, sin saber realmente del material del que ella estaba hecha.
-Nunca me habían catalogado de esa forma ante mi dama. Pero siempre hay una primera vez, no crees mi piccola. Buenas tardes señoritas, un placer conocer a personas que mi amada aprecia. Mi nombre es Michael O’nell.- No era su apellido, pero era bueno por si tenía que darle una golpiza a uno de esos chicos. Todos se quedaron mirando con la boca abierta, los seis pies y tantas pulgadas de ese gigante que no era en caso alguno un chiquillo. Se notaba el aire de madures, al estar sentado en el suelo no había llamado la atención, ahora que estaba de pie y su mirada caliente se había paseado por los presentes, provocando más que un sonrojo. Una de las chicas miró todo su cuerpo con deseo, la ropa apretada dejaba ver sus músculos, mostrando la desventaja amplia que le llevaba a los chicos que les acompañaban y que siempre habían sido los niños lindos de la escuela o el barrio.
-Buenas Michael, ya que estamos conociéndonos, deseas acompañarnos a la pizzería… con Faith por supuesto.- Kitty otra vez, esta vez con sus garras dirigidas a Michael. Faith sonrío al imaginarla como una gatita en celos ofreciéndose a un león.
-Sería encantador, pero hoy cocino yo, aparte debo ganarme mi premio mayor con un masaje corporal completo. ¿Verdad piccola?
-Todo lo que desees Michael, pero siento decirte que me duele un poco la rodilla.- Vio como Faith encogió la pierna en un intento de dar énfasis a sus palabras, enviando una imagen clara de dolor y a su vez la excusa perfecta para negarse a cualquier salida.
-En cuanto lleguemos a casa, un baño de espumas y…-Michael dejo morir la oración dejando que su silencio expresara lo que deseaba.- Luego si te sigue doliendo un poco de hielo. No me molesta hacer todo el trabajo y mimarte como te mereces.
-Sí lo sé… como sólo tú lo sabes hacer…- Todos escucharon que Teddy gruñía y se sonrojaba. Pero nada alejó la atención de todos de la pareja.
-¿Casa? ¿Tu madre sabe que tienes a un hombre en su casa mientras está en el hospital?- La voz ronca por el coraje de una de las chicas no llegaba a las miradas de odio de los dos antes mencionado, pero estaba igual de celosa que Katty o Teddy.
-Claro que sí, ella conoce muy bien a Michael, además mi madre ya no está en el hospital esta vacacionando con mis hermanos y mi padre en la hacienda de Michael. Mientras comparte con la escritora Crast.- Faith les quito la arma de doble filo que intentaban utilizar en su contra, con calma.
-¿La señora Sara…? Claro que sabe que estamos aquí, ella y el señor Armando fueron los que nos dejaron el lugar. De seguro se están divirtiendo de lo lindo con mi representada.- Michael podía ver la confusión en sus rostros… pobrecitos, intentaron masticar y terminaron mordiéndose la lengua.- Disculpen, no me explico bien, yo soy el editor de la famosa escritora de historias eróticas, la señora Crast. Ella es una buena amiga de la familia y cuida en estos momentos de todos los miembros… pero quedó claro que Faith y yo necesitábamos… bueno algo de espacio. Por ello los padres de mi querida piccola, nos permitieron el lugar.- Lo último lo dijo levantando a Faith en brazos como si esta no pesara nada. Ella colocó sus brazos alrededor de su cuello y su rostro bajo la fuerte quijada. Era una imagen romántica, sin importar como se viese.
-¿Es que es amante de ese pedazo de hielo?- Teddy tenía el rostro enrojecido, respiraba rápidamente y los puños apretados a los costados. Lo cual hablaba de problemas, el chiquillo quería pleito.
-Creo que eso no es algo que deba importarle jovenzuelo, más todavía con una descripción tan alejada de la realidad. Le diré que Faith tiene en mi corazón un lugar muy especial y espero poder estar con ella mucho tiempo.- Su mirada se centró en la joven, antes de continuar hablando. -Mataría por ella sin problemas de conciencia.- Todos perdieron el color del rostro, Michael sabía que el brillo de sus ojos, gritaba peligro. De esa forma se alejó del grupo con Faith temblando entre sus brazos. “¿Mierda, la había hecho llorar?” -¿Faith, cariño…?
-Michael, te quiero…- Faith sonreía en sus brazos como una niña traviesa. Se dejó llevar por todas las pequeñas calles de la urbanización en brazos, sin importar quién les viera. Cuando llegaron a la puerta podían ambos sentir la mirada de algunos de los vecinos que observaban la escena con diferentes reacciones en sus rostros. Ambos compartieron una sonrisa cómplice y entraron en la casa, él la llevó directamente al sofá, para que descansara mientras preparaba la bañera.
En la sala, lágrimas inoportunas rodaban por las mejillas de Faith que temblaba sin control, mientras se abrazaba con fuerza en un intento por controlar su cuerpo. En los últimos tres años se había escondido hasta de su propia sombra, había metido lo que era ella en una cajita obligándose a ser lo que su madre y su abuela querían. Tenía que ser como todos los demás. Su sonrisa de muñeca, los chistes en onda, la ropa era la última moda en las tiendas y las amistades “correctas”. “No podía” hablar de su pesadilla y mucho menos podía salir del grupo social de jóvenes que “eran” como ella. Sintió el escalofrío recorrer su espalda mientras aceptaba en su interior, que el castillo de naipes había sido sacudido por una brisa. El dique del silencio se había roto y aunque no gritaba como deseaba, su pecho seguía marcado por el mismo dolor. Deseo morir en esos instantes, miraba su cuerpo y lo que veía, eran las marcas que habían dejado su tío y la sangre que corría entre sus piernas.
Las pesadillas habían salido por fin del cuarto oscuro en donde ella las había encajonado y estaban tragándose poco a poco su cordura. Vio en su mente el rostro burlón de los que un día llamó amigos y que hoy habían intentado enajenarla, tratándola como la peste. Recordó la noche con Teddy, la noche en que los naipes habían caído al suelo. Al ella negarse a tener sexo, él la había golpeado con fuerza. Creyendo que doblegaría a la mujer que deseaba, pero que no sentía nada ante sus carisias y las promesas de amor eterno que había puesto a sus pies.
Pero ella había pasado por esa pesadilla, no volvería a ser la víctima. Por un minuto eterno había cerrado los ojos recibiendo el impacto de la cachetada y el beso asqueroso del que juraba amarla. Cuando abrió los ojos hizo lo que pensó nunca sería capaz de hacer. Lo golpeo con todas sus fuerzas en la nariz y salió corriendo. Ahora sentada en la seguridad de su casa pensaba en que Teddy buscaría desquitarse, pero ella había salido de una tortura producida por un maestro de la mentira, como para dejarse destruir por un mediocre imitador de pacotilla.
-Eres mía… nunca debiste fijarte en Efraín…- La voz de su tío la hizo gemir, él había estado tranquilo escuchándola hablarle a su abuela del chico que le gustaba. Aún no recordaba por qué su abuela había salido de la casa apresurada, pero había sido suficiente como para que su tío se volteara contra ella. Cuando soltó esas palabras su rostro no era el de su tío. Esas facciones las había visto mientras le tocaba en contadas ocasiones, pero ahora estaba enojado. La llevó por la fuerza a su habitación llamándola de todo. Con once años y un cuerpo pequeño no sabía muy bien que estaba por suceder. Lo único que recordaba era el dolor entre medio de su piernas, en su costado por los golpes y el crucifijo de madera en la pared, sobre el respaldo de la cama. Tenía entendido que se desmayó por el dolor. -Es tu culpa, eres mía Faith… nunca busques a otro hombre o te juro que te mato… cuando por la noche le contó a su madre lo que había sucedió ella le había dado una cachetada y le había llamado mentirosa. Al otro día su abuela le estaba insultando de la misma forma.
Aprendió que los que son diferentes son maltratados por sus pares, sus supuestos amigos no soportaban a la callada Faith. Los chicos se sentían ofendidos cuando se acercaban a ella y comenzaba a llorar o salía corriendo. Una tarde la orientadora la encontró en el baño llorando, no pudo sacarle nada, pero le hablo de C. Crast y sus libros. La próxima vez que la vio le entregó el libro Realidad vs. Fantasía. Desde ese momento su único refugio habían sido sus libros, la lectura era su hogar y a través de ella conoció a Eli, Michael, y a Cristina… bueno a su nueva familia.
-¿FAITH? ¿Por qué lloras mi corazón?- Michael estaba con unos pantalones cortos minúsculos que marcaban todo lo que intentaba ocultar la tela. Lo cual no era pequeño, se quedó esperando que la corriente de miedo recorriera su cuerpo, pero esta nunca llegó. Lo que le permitió disfrutar de la visión que ante ella se movía preocupado.
-Estoy llorando por qué estoy creciendo… tengo mucho miedo de no poder controlar las pesadillas.- La preocupación sólo se acentuó en su mirada oscura.
-Mi pequeña, cierto que crecer asusta, pero es una nueva aventura y en esta aventura puedes jurar que no estarás sola. Tendrás más responsabilidades, pero asimismo más libertades. Por favor sonríe, juro que estaré a tu lado mientras me necesites. Pero no llores más.- Ella tembló ante las palabras y él se acercó con intención de consolarle. -No te preocupes, no sucede de un día para otro, aunque hay cosas en la vida que nos hacen perder la ilusión y la inocencia, siempre el alcanzar la madures toma tiempo. Además el crecer no te obliga a comportarte como adulta todo el tiempo, el mejor ejemplo es ¡Eli…! La mitad del tiempo estamos haciendo locuras de adolescentes.
-¡Cierto!- La risa de la joven quedo ahogada en el cuello masculino, donde provocó un escalofrió placentero. Diablos… estaría en problemas sí Faith se metía en serio en su papel de seductora. Sintió cómo el peso de su cuerpo entre sus bazos. Mientras hablaba con ella sobre crecer la había tomado entre sus brazos, la oyó respirar profundo pero no hubo otra reacción ni algún movimiento de rechazo.
Al llegar al baño ambos hablaban de sandeces, evitando todo lo que tenía que ver con temas serios o de adultos. Ambos se rieron al ver el agua desbordar la bañera al ellos entrar en ella. Michael notó que sus manos temblaban al acercarse a bañar a Faith. Un acto que había realizado en más de una ocasión, ahora por primera vez se enfrentaba a los nervios… no lo podía creer. Ella parecía ajena a lo que sucedía, jugaba con las burbujas haciendo barbas o sombreros en su rostro y cabeza o solamente soplando pompas más grandes. Entonces; ¿por qué estaba nervioso? Su cuerpo no estaba reaccionando con deseo, así que no podía ser asunto de excitación.
-Te tengo…- Faith lanzó un golpe de agua a su rostro, para luego saltar contra su pecho. Él la atrapó sintiendo sus pechos desnudos contra su piel y el aliento cálido de su boca en su cuello. Sus brazos se ciñeron alrededor de ella en reflejo, pero fue consciente del salto que había dado su corazón al sentirla desnuda contra él. -¿Qué piensas Michael?
-Creo… creo que te estoy viendo florecer… no sé cómo reaccionar a ello y me da un poco de miedo romper lo que tan cuidadosamente se ha vuelto a forjar.- Como explicarle a la chica que no era cosa de lastima o pena, era una reacción normal de un hombre ante una mujer hermosa por dentro y por fuera. Sin embargo, su mirada avisaba confusión.
-¿Qué?
-Faith… vamos a disfrutar de las burbujas… además aún me debes por el agua en la cara.
-No… yo… Micha…- Varios movimientos de éste, lograron hacer que perdiera pie al intentar salir de la bañera. Cayó de espalda, al salir del agua que había amortiguado el golpe tenía tremendo sombrero de burbujas en el cabello y sonreía traviesamente. Gracias a la gran bañera que su padre había insistido era necesaria cuando ellos aún eran niños. Aun recordaba las luchas entre piratas que se habían desarrollado en ese lugar.
-No chica…, sé que pude tener algo de culpa pero fuiste tú quien cayó de espaldas al intentar salir corriendo de la bañera. Ya sabes lo peligroso que eso es y no puedes negar que ayude a que el golpe no fuera serio.
-¿Algo de culpa? ¡Él dice que tuvo algo de culpa! Te voy a cobrar el buche de agua… eres… eres… un “dick head”…
-¡FAITH…!- Ambos se voltearon ante la puerta con cara de susto por la sorpresa. El grito había salido de una mujer histérica que se parecía ligeramente a su… abuela pensó la joven.
-¿Abuela? ¿Qué carajos haces aquí?
-No escuche el timbre, ni la puerta.- Susurró Michael, estaba seguro de haber cerrado todas las puertas con seguro.
-Usted… se calla. ¡Faith sal de ahí de inmediato!- La mujer parecía a punto de sufrir un ataque al corazón. El cabello estaba fuera del eterno moño. El rostro sin maquillar, lo que dejaba claro lo demacrada que estaba, más la boca torcida en un rictus amargo.
-No…
-¿Cómo qué no jovenzuela?
-Fácil abuela, lo contrario de sí… no voy a salir de la bañera. No quiero que Michael se sienta solito…
-Perdida… estás fornicando con un hombre casado… con ese… hombre…. Con el hombre que rapto a tu madre junto a esa mujer del demonio.
-¿Habla de Eli?- Pregunto Faith sin saber muy bien cómo responder a la descripción que había hecho su abuela de una mujer que era más bajita que ella y tenía rostro de niña.
-Creo que sí.- Michael no pudo evitar la risa.
-No es gracioso jovenzuelo.
-Eso sonó a mujerzuela; ¿Qué tú crees Faith?
-De acuerdo con tu apreciación.- Ella no tuvo que preguntar que hacía él moviéndose con delicadeza bajo el agua, no se veía nada en la superior por las burbujas, pero ella lo sentía moverse. De momento lo vio todo claro… ¡se estaba quitando el pantalón, Faith asintió e hizo lo que pudo con su parte.
-Abuela, puedo jurar solemnemente que no estábamos fornicando. Aún no…
-Faith Marie, haz el favor de salir. Mira que reguero. ¿Qué va a decir tu madre?
-De seguro le pregunta cómo estuvo la diversión.- Michael se había puesto en pie mostrando todo su cuerpo moreno. Faith no podía apartar su mirada de las gotas de agua que se paseaban de forma traviesa por su cuerpo. Un viaje provocado por la gravedad, viaje que noto su abuela con labios entreabiertos y mejillas sonrosadas.
-Estoy seguro que ya ha visto todo lo que deseaba, así que le ruego salga del baño.
-¡¡¡PERVERTIDO!!! Ya sabrás… -Después de gritar algunas otras barbaridades la mujer salió por la puerta como si la siguieran los mil y un demonio.
-¿Faith?- Michael tuvo que contener una carcajada por la reacción tan diferente entre ambas.
-¿Hum?- Contesto ensimismada.
-Deja de mirar…- el color se había intensificado en el rostro de Michael llegando hasta sus orejas. Ambos vieron como su cuerpo reaccionaba ante la mirada curiosa de la joven y un gemido gutural en él acompañó la risita traviesa de ella.
-No creo que todo eso quepa…
-¿Qué? ¡Faith! Tu abuela está en la sala de seguro llamando a la policía y tú pensando en eso. ¡Ponte seria! Hay que llamar a tus padres.
-Aburrido… no estaríamos haciendo nada que ella no sospechase ya.
-Cierto, pero sabes muy bien que hasta mañana no se puede. Además creo que no es a mí a quien realmente deseas tener.- Algo le había quedado claro en esos segundos, la mirada de Faith era una de curiosidad, como si intentara contestar algunas preguntas internas que no se atrevía a formular en voz alta. Por otro lado, la falta de deseo en ella no dejaba duda que él se había quedado en plan de familia y de amigos, nada más.
-Ya sé, pero por primera vez creo que me está gustado eso de ser mujer.
-El que digas eso después de varios días viviendo juntos me preocupa. Hemos estado en diferentes páginas y ahora esto. Por todos los cielos tu padre me va a matar.- lo dijo de forma despreocupada intentando mantener en secreto lo que sospechaba.
-Puede, pero antes espero divertirme.- La mirada picara de Faith seguía estando lejos de una de deseo, era la mirada de una chica traviesa con deseos de provocar problemas.
-Calla mocosa y vístete.- Ambos rieron sin poder evitarlo. Las palabras estaban tan fuera de lugar, como su abuela en el baño minutos antes.
Se vistieron cada uno en su habitación, Faith cantaba tranquila pensando que no estaba sola en el mundo. Todo estaría bien o eso pensó hasta que escuchó una voz que helo toda su sangre.
-Faith, has sido una niña mala.- La voz que rompió con su tranquilidad, la reconocía muy bien. La escuchaba constantemente en sus pesadillas, era una voz que le habla del infierno, de un amor enfermizo y de cómo era el único que le amaba siendo una niña. Sintió como su cuerpo temblaba ante la presencia de su tío y se odió a si misma por no poder hacer nada para evitarlo.- Faith no le vas a dar un beso y un abrazo a tu tío. Llevas mucho sin verme mi niña.
-No.- fue un susurro pero suficiente para recordarle que ya no era una niña, la niña que un día ese despreciable toqueteaba.- No tío… no soy tu muñeca, nunca lo fui.
-Eres mía Faith, ese hombre nunca te amará con la fuerza con la que yo te amo. Lo he perdido todo, sólo me quedas tu… ven conmigo.
-¿Amor? Estás loco, de verdad te atreves a llamar amor a lo que me hiciste. Me tocaste siendo una niña, me violaste antes de llegar a la adolescencia, abusaste de la confianza que mis padres te dieron y para colmo me hiciste creer que todo era mi culpa. Que era tan mala por hacerte pecar y que terminaría en el infierno por ello.- Faith termino de ponerse la ropa sin afectarle demasiado la mirada de deseo en su tío… ya no estaba sola.
-Eres mía Faith…
-No tío… no soy tuya, me pertenezco a mí misma.- Faith sonrió al ver que Michael entraba por la puerta con su abuela pálida y descompuesta.
-¡Tú…! Sal de aquí, sal de esta casa. Reniego de ti. Niego que seas mi hijo.- Faith vio cómo su abuela lloraba desconsoladamente, pero por alguna razón no podía sentir lástima por ella.
-Pero antes que este desgraciado salga, en cualquier buen libro el malo siempre se lleva un buen golpe. No sé, pero no tengo ganas de saltarme dicha parte…-Michael se movió tan rápido que ambas mujeres gimieron. Cuando el hombre quito las manos de la cara estas estaban llenas de sangre y la nariz parecía torcida. -Si te acercas a mi “piccola” juro que desearas no haber nacido. Te enviare a las pailas del infierno a ver si existe realmente un diablo. Por otra parte señora creo que es mejor que se vaya. La familia viene al completo y usted no está preparada para otro enfrentamiento.
-Cierto, pero no puedo dejar a Faith sola con un hombre casado.- ella intento acercarse a Faith que la rechazo dando un paso atrás y negando con su cabeza.
-Tengo permiso de mi esposa y consentimiento de los padres de Faith para estar con ella. Es más de lo que usted tiene en estos momentos.- Nadie se fijó en el bulto que gemía bajando las escaleras. Había desaparecido de la mente de los presentes, como se descarta un zapato viejo.
-Una familia de locos eso es lo que son todos ustedes.
-Puede ser abuela, pero cuidamos unos de otros como lo que somos, la mayor joya de la corona.- La mujer parecía haber envejecido tanto, pero su mirada perdida parecía querer decir mucho más.
-Puede ser que dentro de la locura en que viven al fin puedan ser felices. Espero de verdad que lo sean.- Faith tuvo que admitir que la mujer había envejecido varios años ante sus ojos, por el dolor, no obstante dudaba que fuera por la culpa.
-¿Estás bien Faith?
-No me había dado cuenta, pero esa es tu frase favorita. Sí, estoy algo agotada, pero bien. No puedo sufrir por ella, no sé por qué, pero su dolor no remueve algo en mi interior.
-Pequeña, damos lo que recibimos. Algún día podrás verla como tu abuela, hoy la herida aún sigue abierta.
-Sí, sigue abierta y sangrando, pero hasta hoy no había sabido cuánto había sanado. Gracias por estar conmigo.- Faith se echó a llorar sin poder evitarlo en los brazos seguros de Michael, que susurraba palabras de consuelo con su voz ronca y melodiosa.
Capítulo 13
¿Rescate?
-¿Dónde está?- La voz de su madre crispada con furia fue para Faith un bálsamo, haciéndole sonreír a pesar del gran dolor que guardaba en su pecho.
-A que lo mato… te juro que lo mato.- Eli parecía un pequeño demonio de Tasmania, buscaba en todos lados como si su tío con casi seis pies de altura se estuviera escondiendo de esa cosilla.
-Eli tranquilízate, debes pensar en el bebe. Esos arrebatos emocionales no son saludables. Además creo que ya no hay nadie más que los nuestros en la casa.- Armando sonreía como disculpándose por la imagen que ambas mujeres adultas y cabales estaban mostrando.
-No me putees la vida Armando, mi hijo esta tan furioso como su madre, con ese hijo de puta desgraciado. Ambos vamos a joderle hasta el culo para que jamás pueda volver a sentarse.- Todos miraban a Eli moverse como si fuera todo un batallón de guerra. Sara no podía decir nada para tranquilizarla porque estaba actuando en la misma forma. La única que parecía tranquila en ese mar de locura era Cristina, que con una sonrisa se disculpó con Faith que comprendió el apuro.
-Eli, Mami… ¿Vieron cómo están vestidas?- Las dos mujeres se miraron y luego desviaron la mirada a la otra. Eli tenía el cabello enredado, su pijama estaba mal acomodado y con… unas botas de invierno. ¿De dónde habían salido? Por otra parte Sara tenía una falda de volantes toda estrujada y enredada con su ropa interior. El cabello estaba fuera de su eterno moño y lleno de hojas secas y sino le habían engañado sus ojos tenía un cupón en el cuello. Al lado de ambas mujeres Armando era el más compuesto en el grupo pero su camisa al revés no decía nada bueno. Cristina reía en silencio, tosiendo de vez en cuanto intentando esconder las carcajadas. Mientras Marcos le abrazaba por la espalda, tenía el rostro escondido en el cuello femenino, de seguro escondiendo su risa. J.D. sonreía con un brillo pervertido en la mirada, algo nuevo en el frío joven, pero que no pasó desapercibido a su hermana que observaba todo el cuadro preguntándose qué diablos habían estado haciendo esa gente durante la pasada semana.
-Diablos no saben cuánto me alegra que la abuela se marchara, hubiera tenido razones para decir que Eli es hija del demonio.
-¿Se fue?- Sara hizo la pregunta con duda, como si no pudiera creerlo.
-Sí, no se sentía muy bien después de escuchar a su hijo confesar su amor por Faith.- Michael recibió el codazo en el estómago, pero no se quedaría callado de la situación. Todos tenían que estar enterados hasta donde llegaba la locura de ese sujeto.
-¡QUÉ!- Ahora si se había formado el salpafuera, todos gritaron la misma pregunta, pero luego de eso, todos comenzaron a hablar al mismo tiempo. Michael y Faith entendieron poco, tal vez sobre tipos de torturas y de cómo picar o hacer desaparecer la mierda humana. El silbido de Michael trajo la atención de todos nuevamente a éste y de verdad Faith no supo si había él hecho lo correcto, había que ser muy valiente para hacer frente a la mirada furiosa de seis personas.
-Creo que la señora lo trajo con la intensión de que negara las acusaciones de Faith. Pero el tipejo aprovecho que la señora me estaba insultando para ir a la habitación de Faith. Si recuerdan en eso les estaba hablando de las visitas.- Michael levantó la mano en señal de paciencia, al ver la intención de todos de volver a alborotarse.- La chica se defendió muy bien. Aunque temo que el idiota está completamente obsesionado. Hay que cuidar de la princesa más que nunca. Él pareció no darse cuenta de no estar solo en la habitación, ahora más que antes parece que toda su atención se está enfocando en Faith.- Todos asintieron comprendiendo la posibilidad. Faith se acercó a su familia y se dejó abrazar por todos.
-¿Eli me amas?- Si la joven hubiera sacado la mano y le hubiera dado una cachetada, la mencionada no hubiera estado más sorprendida.
-Sabes que sí, preciosa. Eres una de mis joyas más queridas.
-Lo sé, aunque deseaba estar segura. Pido permiso para probar algo en mi ser.- Faith se soltó de los brazos familiares al ver como Eli asentía con mirada curiosa y sin un gramo de rechazo en su cuerpo. Temblando enredó sus dedos en el cabello de la mujer que le había mostrado lo bello de la vida, aun antes de conocerla. Besándola de inmediato con labios tiernos. Todos respiraron profundo pero nadie dijo nada. Eli no le rechazo, colocó sus brazos alrededor de la joven y se dejó hacer como la brisa que acaricia en el verano.
-Ya sabía yo que la cosa no era conmigo…- La voz de Michael sonaba a queja pero la sonrisa en los labios hablaba de comprensión.
-Michael cállate… sé que no soy capaz de estar en esa combinación, pero no saber lo mucho que me ha torturado el silencio, el secreto. - Faith reía con lágrimas en los ojos.- Te amo Eli, les amo a los dos. Tú fuiste mi manta, me ayudaste a salir de mi agujero. Pero no atrofiaste mi desarrollo, te amo por ser luz, risa y vida en mis días. A parte de un poco pervertida.
-¿Un poco?- Murmuraron algunos de los presentes.
-Sí un poco, amas con locura. El verte junto a Cristina enciende mis ganas, el ver como todos te acarician me provoca ganas de gritar. Quiero que me consideres como pareja, es cierto que será difícil con toda esta ecuación de sumas, pero…- La joven la miró y le mostró sus sentimientos con la mayor fuerza que era capaz. -Michael me mostró lo maravilloso que puede ser un hombre… tú me mostraste lo bello que es amar y sentirse segura amando.
-Mira que yo no le he hecho nada… lo juro.- Michael levanto las mano en señal de paz para Armando que lo miraba con ganas de matarlo.- Niña explícate antes que tu padre me mate.
-Lo que quiero decir es que al ver como debe ser un hombre con una mujer, me dejaste claro que mi tío es un ser patético. Pero al mismo tiempo me robaste un pedazo del corazón, hasta que no he visto a Eli entrar como ha entrado por la puerta no había podido ubicar cada sentimiento en su lugar. Mi rompecabezas me tenía confundida, pero ahora sé y siguiendo el ejemplo de varias personas en nuestra familia, puedo amar a dos personas y de diferentes géneros.
-¿Y yo?- Armando parecía estar dolido por no haber sido ejemplo para su hija.
-Tú no cuentas papi, nunca has estado en mi lista romántica. Por un tiempo estuve confundida por lo que sentía por Eli, pero ahora creo que estoy clara de que no soy lesbiana, pero si bisexual. Por lo menos con ellos dos. Tendría que dar más tiempo a mi crecimiento para ver donde me llevan mis pasos.- La sonrisa de Faith era tierna y sincera, algo que Michael había estado deseando ver durante toda esa semana, tal vez el enfrentarse a su pasado había ayudado a que la chica lograse ver claramente lo que le rodeaba, pero más aun lo que tenía dentro de su corazón.
-¿Estaría mal tener a los padres en la lista romántica?- La mirada de todos golpeó al joven que observaba la escena serio. La sonrisa que siempre caracterizaba ese rostro angelical había desaparecido. Esas palabras habían desviado la atención de toda la familia de la reciente declaración. -¿Uno no puede amar a nadie de la familia inmediata de forma carnal?
-¿J.D. qué quieres decir con ello?- Eli intento mantener la calma, pero veía la cara de Sara y de Armando, sabía la tormenta que se estaba formando.
-Yo… sólo quiero saber.- Armando y Sara buscaron ayuda en Eli. Ella los miró preguntando en silencio si estaban de acuerdo con lo que ella pudiera decir.
-J.D. ven conmigo a la cocina. Michael espero que hayas hecho la compra. ¡Tengo hambre!- Todos rieron mientras la seguían, JD pareció nervioso o arrepentido por haber hecho la pregunta.
-Enano, el amor que envuelve las acciones sexuales son diferentes al sentimiento filial.- Todos parecieron tensarse y volver a respirar, vieron que Eli sacaba algunos envases y olía su contenido.- No quiero decir que es imposible la mezcla de ambos, pero no es fácil y conlleva mucha responsabilidad por parte de ambos amantes.
-¿Por qué?
-En primera instancia el asunto de la edad, ahora mismo en tu caso se añadiría la pedofilia, entre hermanos de la misma edad muchas veces se da el caso. Aunque legalmente ambas situaciones son penables, además que muchas de las religiones condenan el acto. En otras palabras se hace, existen casos a todos los niveles sociales alrededor del mundo, pero es socialmente condenado, así que se mantiene en las sombras. Todos gimieron viendo donde quería llegar Eli.
-He leído sobre esos casos, pero también se comienza con jovenzuelos con personas adultas de la familia. No puedes negar que incluso la realeza o monarquía tienen ese tipo de esqueletos bajo sus camas.- Eli lo miró detenidamente, ese comentario la había sorprendido sobremanera. El chico siempre estaba varios pasos delante en lo que eran sus preguntas. Lo que significaba que el chico se había documentado al respecto, sus golpes no eran a lo ciego. ¡Diablos…! Estaba metida en problemas.
-¿Es algo que llevas pensando mucho?
-Algo así…
-¿Podrías elaborar? No quiero equivocarme en lo que estoy sacando de entre líneas.- JD guardo silencio observando a los presentes. Parecía preocupado por algo que quería decir pero no podía.
-No importa… Vamos a comer algo…- Bajo la mirada avergonzado o por lo menos eso es lo que todos intuyeron menos Eli, que sospechaba que el chico era un gran actor y manipulador. Sara fue a decir algo pero Armando la contuvo con una mano.
-¿José David… deseas que hablemos solos?- La voz de Eli detuvo a todos, vio un brillo de triunfo en el joven, pero aún no podía saber que deseaba.
-No es eso… es que… es la mirada de susto de todos… sé que he dicho algo raro. Pero…
-JD, respira profundo. Intenta recordar las reglas de esta familia.- Así él lo hizo. Las recordaba muy bien, pero se había acostumbrado a ser el chico bueno. El ángel de la casa, era difícil demostrar quién era, pero en las últimas semanas se había estado volviendo loco manteniendo la imagen y lejos de lo que satisfacía esa otra faceta que escondía de todos.
-Del cielo a la tierra todo es posible si se dialoga, es la primera. Segundo, ninguna crítica o burla a lo que preocupe a un miembro de la familia y tercero respeto ante las decisiones individuales de los miembros. No es necesario comprensión o aceptación, pero sí respeto.
-Muy bien y ahora que las has mencionado tan claramente señala a quién te está mirando raro.
-Marcos cree que le voy a tirar los perros. Soy más suave físicamente pero no le tiro a esa cancha. Faith y mis padres parecen que se quedaron brutos.- Todos miraron a la joven y notaron que era cierto, era como si viera por primera vez a su hermanito. Al verse señalada sacudió la cabeza, sonrío y se fue a sentar a la mesa al lado de Michael que realmente no expresaba nada con sus cuerpo.
-Ya, ahora bien… explícame tu situación.- Ella le lanzó una mirada de advertencia a Marcos que parecía no poder cambiar su expresión.
-Todos saben sobre mi alto IQ, no es algo que me gusta hablar. Pero sí es necesario volver a mencionarlo para que entiendan. Es un asunto que siempre me ha puesto a un nivel diferente en la familia y en la escuela. Comprendo la situación y la he analizado, soy una rotura a la norma, lo que provoca problemas serios de socialización. A ello podemos añadirle aburrimiento total por entender material, que se supone sea a mi nivel, comprendes que he estado metido en un lío. Para mis padres he sido un dechado de virtudes y el angelito, del cual por supuesto se sienten orgullosos.- JD se movió por la cocina llegando a una alacena, allí golpeo uno de los paneles y saco una caja de metal. Tenía un candado de combinaciones el cual abrió sin siquiera mirarlo. Todos miraban la situación confundidos, pero nadie se atrevió a decir nada. Eran testigos sin participación en esa conversación. Pero si suspiraron al ver algunas golosinas, eran las favoritas del chico. Puso la caja en la mesa y volvió su atención a Eli nuevamente. Lo malo era que la mirada era una adulta, era como si una vieja alma se estuviera expresando en el rostro angelical del niño.- Desde los diálogos nocturnos de mi hermano, soy consciente de esa parte de necesidades humanas. Más… bueno de las…
-¿Posibilidades?- añadió Eli arrepintiéndose de haber sido señalada como la cabeza de esa conversación. El formato de dialogo del joven había cambiado, sus acciones decían mucho más que lo que otros podrían pensar, el problema estaba en su mirada, esta había dejado de ser la de un chico inocente y dulce. Había mundos enteros allí, algo que reconocía de sí misma y que no comprendía muy bien en el joven. Lo único que quedaba claro es que pronto entraría en un ataque de pánico, si el chico no soltaba lo que estaba cocinando en ese cerebro.
-Sí algo así… además, mis padres pensaron que era muy chico para comprender, es cierto en esos momentos las chicas me parecían un problema, pero sabía que algunas eran lindas. Chale… algunos compañeros ya veían pelis de ese tema.- Eli sospechaba que ante la falta de información por parte de sus padres él había buscado otro medio de satisfacer su necesidad de conocimiento. Más algo que había quedado claro con JD era que su nivel intelectual lo sacaba de la norma aislándolo y de la misma forma lo que le obligaba a esconder quien era. Eso significaba la caja de dulces. ¿Pero a qué nivel los había engañado a todos?
-Utilizaste todos los medios que tenías a tu disposición para encontrar respuestas a tus preguntas.- Eli lo vio asentir.- ¿Dónde?
-Películas, televisión, mangas, páginas Web, anime Hentai o Echi. Libros de sexualidad o ayuda sexual que compraba por Internet. En otras palabras, todo lo que lograba llegar a mis manos.
-Por los mil demonios. ¿Hubo algo con lo que no chocaste?- Armando más que preocupado parecía histérico… a punto de explotar, así que la pregunta de Eli lo hizo saltar en su asiento.
-Tus libros Eli…, no.- el joven negó con la cabeza y con la mirada señalando a la mujer que abrió los ojos. – Esos no los encontré hasta poco después de conocerte. Faith debes cambiar tu escondite, la verdad nunca lo fue.
-Gracias por los pequeños milagros.- susurro Armando.
-¿Qué carajo tienen de malo mis libros Armando?- Eli parecía de verdad furiosa.- Olvídalo, luego hablamos… JD… ¿qué tema llamó más tu atención?
-Amor filial…
-Okey…- dijo Eli sin saber cómo proseguir.
-¿Qué?- Sara parecía más que confundida, no tenía idea de que era lo que había sucedido con su bebe. Era como si estuvieran hablando en otro idioma.
-Sara respira con calma… estas híper ventilando. Le llama la atención el incesto, el sexo con familiares.
-¿QUÉ…?
-Sara, por favor…
-Hijo comprendo que estas en esa edad, pero la familia es sagrada. Tu hermana… es bueno… ella es… ya sabes.
-¿Quién ha mencionado a Faith en esta ecuación? Yo hablaba de ti madre…- Ante esas palabras se movió erguido y salió de la habitación cargando con su caja de golosinas. Había dejado a todos mirando a Eli en búsqueda de ayuda.
-A mí no me miren. No sé nada… Carajo ni en una de mis novelas pasa esto.- Murmuró al fin al sentir la presión del grupo. El enano los había dejado literalmente brutos. – Lo único que sé es que este bulto lo han montado otros y no yo. Ja buen lío y sin mis libros…- dijo mirando a Armando de forma cínica.
* * * *
Eli respiro profundo ante la puerta del joven. Todos habían votado que era ella la más adecuada para hablar con JD, pero maldición, no quería llamar a esa puerta.
-¿JD, puedo entrar?
-Sí…- El joven estaba rodeado de libretas, de papeles y libros que ella reconocía por tenerlos en su biblioteca personal. Los observó pero no dijo nada, esquivó los mismos para sentarse en la butaca de la computadora. -¿Sabes? Lo que más he extrañado en estas semanas son mis libros y libretas de notas. Son cosas que nunca puedo sacar de mi rincón sin crear una conmoción en la familia. Lo cual tu actividad en las últimas semanas se han convertido en una burla cruel para conmigo.
-¿Por qué?
-Sé cómo me ve mi familia, el callado, el introvertido. Lo cual es cierto hasta cierto punto, pero no totalmente valido. ¿Quieres ver quien soy en realidad?
-Sí, por favor.- El joven se acercó a la computadora, encendiéndola, espero unos segundos que subiera y luego puso su clave. Lo hizo tan rápido que ella sólo pudo notar el movimiento de sus dedos pero no el donde tecleaba. Mientras él buscaba en la computadora noto varios títulos de libros que ella no había visto aún.- ¿Son buenas referencias?- preguntó señalándolos.
-Sí, pero les falta un deje real. Un buen escritor aunque sea de fantasías, vende la posibilidad.
-Cierto…-Eli no sabía que pensar cuando el abrió una página Web, al notar que abría con clave de autor supo que estaba en problemas. Él era el administrador de una página personalizada, una página que ella conocía muy bien ya que había conocido por correo electrónico al autor. Más aún, se había metido en largas conversaciones y discusiones sobre temas escandalosos, vía mensajero automático. En algunas ocasiones había notado unas marcas inocentes en su trabajo, pero lo había achacado a lo novel del mismo.
-Dionisio, ese soy yo… o mejor dicho mi otro yo.
-JD, dime si he entendido bien, eres escritor de literatura pornográfica, con un nombre reconocido en la red. Todo lo que dijiste abajo era para sacar este secreto del closet y poder cargar con tus cosas sin preocuparte por lo que diría tu familia. Si hay algo más, dímelo por favor.
-Algo así, pero es cierto que mi madre ha sido imagen promotora de algunas fantasías. Además existen… bueno… nada.- El chico sonreía, una sonrisa conocida pero nunca antes comprendida. El maldito mocoso era en realidad un demonio.
-JD…
-Sí…
-Corre…- Eli se puso en pie lentamente de la silla, él iba a preguntar por qué cuando vio sus ojos brillar con malicia. Se dio la vuelta con un grito y una risa burbujeante, mientras Eli gritaba como una salvaje, con el corto cabello al aire y las mejillas sonrosadas. Los gritos no cuadraban con la sonrisa femenina, ambos reían mientras todos se habían quedado con la boca abierta ante el intercambio entre ambos.
-¡ELI! ¿Qué sucede…?
-Tú quieres saber que sucede, yo te voy a decir lo que sucede querido Armando. Me niego a cargar con este muerto. No sé cómo, no sé desde cuándo pero tu hijo es un escritor de pornografía recocido mundialmente en la red.
-El cuándo, comencé hace dos años, pero estaba documentándome desde que mi querido hermano soltó prenda dormido.
-¿Qué? Es que mi hijo se ha vuelto loco.- Sara parecía a punto de echarse a llorar.
-No Sara, tu hijo es muy listo… es que lo voy a matar.
-¿Por qué? Porque lo que escribo te excita o porque has llevado a cabo algunas de las fantasías que te había recomendado.
-Por qué todos en esta casa menos tu madre saben quién eres en la red y han disfrutado de tus relatos.
-Dos cosas, si han disfrutado eso significa que es un trabajo bien hecho. La otra quien dijo que mi madre no conoce mi trabajo.- Diciendo estas palabras se escondió tras Faith y Michael que veían el intercambio con rostros pálidos sin poder comprender por completo.
-No me digas… qué…- Eli por primera vez se había quedado sin palabras, eso en definitiva era mucho más grande que ella.
-Sí, una de mis mejores fans, pero eso sí, hay que ayudarla para que aprenda a esconderse mejor en la red, en el primer mes de conversaciones sabía con quién estaba hablando.
-Carajo…
-¿Por todos los cielos de quien estamos hablando…?- Sara parecía a punto de sufrir un ataque cardiaco.
-Dionisio, lo que es igual a un travieso demonio, vestido de ángel.
-¡No! No puede ser… José David… dime que no es cierto.- La palidez de Sara se había acentuado, las manos le temblaban pero era más cosa de no querer creer lo que tenía ante sí.
-Ya entiendo… denme permiso para matar al maldito mocoso sabelotodo.
-Es que lo voy a matar yo.- Sara parecía seriamente con ganas de sacudir a su hijo.
-¿Por qué? Todos se divierten con mis historias. Además mi negocio va bien. Así que no hay problemas si costeo mis caprichos.
-¿Eres virgen?- Marcos lo miraba como si lo viera por primera vez.
-Claro que sí… mi cuerpo no va al mismo nivel que mi mente. Soy “cute”, no sexy. Tú fuiste al revés y como no sabías cómo manejar ese monstruo de cuerpo, te volviste malhumorado. Las chicas te catalogaron con un “bad boy” así que fuiste de los que “se sale, pero no lo llevas a casa a conocer a papá.” Eli se le llama jugar con el peligro… ¿no?
-Condenado sabelotodo. Sí, es la pasión que sienten las chicas por el prototipo masculino vil y mentiroso. Algo que todos sabemos Marcos no es, la pregunta es en este caso: ¿lo eres tú?
-¿Qué tú crees?
-Que el chico dulce y tierno es solo una pequeña parte de lo que realmente eres. Sin embargo, son demasiadas cosas que pasan por debajo de las narices de tus padres. Por otra parte para tener el negocio que tienes debes tener más de dieciocho años. Has necesitado más que ayuda, un cómplice. ¿Quién?
-El hermano de papi. Entre ambos nos encargamos de una parte del negocio, yo escribo mientras él ilustra.
-Lo voy matar…- La voz de Armando reflexiva avisaba tormenta.
-Por qué padre, tienes uno de nuestros trabajos en tu computadora.
-Sí, un regalo de Eli y Michael.- dijo mirando a los culpables de ese hecho.
-Jey… no dispares, que aquí nosotros no pusimos ni un grano. Todo eso es tuyo y de Sara.- Michael se defendió, estaba del lado de Eli, de ese muerto no quería nada… era como un perro rabioso a punto de morder, pero los amos quieren acariciarlo… o peor aún dormir con él.
-Muy cierto, a veces me pregunto en que estaban pensando cuando nos hicieron.- La voz traviesa volvió a llamar la atención sobre el pequeño rostro.
-Iack… cállate mocoso. Esa imagen es grotesca, yo fui creada por el pensamiento… nada de sexo entre nuestros padres.- Faith parecía seriamente perturbada por la imagen de sus padres montando una fiestas de esas.
-Ya… por favor… qué voy a hacer con este chico.- Sara parecía a punto de derrumbarse, hasta ese momento había podido aceptar todos los cambios en su vida, pero su bebe era su ángel y ahora salía con cuernos y rabo.
-Sara, no es cosa tuya. Tu hijo menor al igual que los demás es un ser humano único, algo retorcido y con un sentido del humor peligroso, pero único, nada más y nada menos. José David, haz el favor de recoger tus cosas. Hay que montarte una oficina en la casa y en el edificio de Río Piedras. ¿Tal vez te basta con tu habitación?
-Si me permites tu biblioteca de vez en cuando, puedo llevar lo mínimo. Además de una línea propia de teléfono en mi habitación. Si no es mucho pedir, también me gustaría cerradura.
-No exageres… Ahora explícale a tu madre la conversación del incesto y por qué la sacaste a relucir.
-Está bien, pero no te esponjes. Mami, estoy trabajando en una historia con base a nuestras últimas conversaciones, lo único que es cosa entre madre e hijo. Además me he encontrado con la situación en mi charla con diferentes individuos en la red. Es mucho más común de lo que uno podría pensar y más todavía provoca muchos casos de desesperación, depresión y hasta suicidios.- Con el gemido de Sara les quedo claro que no quería saber de qué trataban las mismas. -Al irnos de vacaciones tuve que detener el proceso de redacción, algo por demás incómodo. Tengo notas y libretas guardadas en casa de Eli, pero necesito mayor movimiento en la casa si deseo terminar con la historia y terminar con mis responsabilidades. Al ver a mis hermanos comenzar a sacarse del pecho sus secretos, el ver a mis padres jugar a las escapadas y con unas tías locas de remate que no son difícil de encontrar cuando se están portando pervertidamente, se alborotaron mis ganas de escribir. Por otra parte, tengo una lista de más de 35 pedidos con los que tengo que cumplir en los próximos meses.
-¿Pedidos?- Faith parecía más que tranquila, abrazada a Michael que no sabía qué decir de toda esa situación.
-Historias eros personalizadas. Pregúntale a nuestro padre o a quienes les compraron una. Es un negocio redondo del que soy socio.- Eli y Michael sonrieron viendo la incomodidad de Armando.
-¿JD, sigues siendo mi bebe?
-Sí madre, aunque sospecho que he perdido a mi fanática favorita.- Ella asintió, parecía triste ante la posibilidad.
-Enano, te apoyamos en tus proyectos, es algo peligroso y hay que cuidar de lo que sucede a tu alrededor. Pero te amo con todo mí ser. Pero deseo dejarte en el lugar de mi bebe.
-“Sorry”, ya sé que están en plan “Flan” pero qué quiso decir con lo de las escapadas de sus padres…-Faith parecía más que confundida, parecía dolida ante el nuevo cambio en la familia, era como si la hubieran dejado fuera por un buen rato.
-Ha eso… fácil, nuestros padres en la última semana han parecido conejos. Incluso han disfrutado de salidas con Carlos… la última vez este llegó a la casa con cara de idiota y nuestra madre con una mordida sobre el pecho izquierdo de locura. Muy buen material… les digo… excelente.- Con esas palabras salió corriendo escapando de las garras de su padre y sin ver a su madre derrumbarse sobre el sofá con cara de susto nuevamente.
-Qué bien… juro que esa es mucha información… demasiada…lalalalalalala…- Faith hizo que se estremecía, pero miraba con burla a sus padres que se habían sonrojado como un par de chiquillos.
-Por lo menos no me equivoque con el título…- Todos miraron a Eli asustados, no tenían idea de cómo reaccionar ante otra sorpresa.- Ah… ¿No les había dicho? Termine el borrador de mi último trabajo, se llama “Locuras de Familia”, tengo que mejorar el personaje de JD, pero por lo demás queda todo… bueno en familia…
-¡ELI!- Gritaron sin poder evitarlo al pensar en esa nueva pesadilla.
Fin…
Tal vez…
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