Wandaria

I

 

El viaje había sido interminable, pero la verdad que viajar en la vía verde había valido la pena. Al salir del tren de nueva generación, era como llegar a un nuevo mundo. Sabía muy bien que la Universidad Lambdori era parte del tratado y que el tiempo que debía pasar allí no sería como en las escuelas normativas. Acá sus profesores podían ser parte de los pocos humanos que quedaban, plantarius o los más famosos, los vertabradus ferocious. Estos últimos habían llegado para quedarse dos décadas atrás, después que aceptaran el tratado de los plantirius para proteger a los pocos que quedaban de la raza humana.

Muchos humanos aún se preguntaban qué carajo había sucedido, ella tenía claro que el odio de algunos por lo que era diferente había cambiado la historia del planeta Tierra a finales del siglo XXI. Un escritor loco, había expresado en varias historias por qué las plantas eran las más aptas para gobernar el mundo, sin saber que ciertamente muchas de ellas ya lo hacían. Algunos dicen que ese trabajo tuvo que ver con el amor prohibido de este escritor con una joven plantiriusa, pero a la fecha nadie había podido comprobarlo. Sin embargo, de los trabajos literarios de esa época era uno de los pocos que aun quedaban, en algunas bibliotecas se podían encontrar historias a color con dibujos por montones, pero trabajos que en su mayoría fueran letras, habían quedado en el olvido.

Lo que sí había pasado era que este trabajo literario de “fantasía”, había dado paso a observar las características singulares de aquellos que eran de una raza totalmente diferente. Los famosos vegetarianos obsesivos, eran parte de esta familia de eruditos encargados de que el balance se cuidara. Muchos de ellos son una mezcla de humanos y plantas, evitar por todos los medios el comer alimentos con algún contacto animal, era más que un estilo de vida. Se desconocían sus raíces, pero el ser diferentes se convirtió en una razón para morir una vez más, cuando algunos notaron que perdían el poder en zonas donde podía haber ganancias económicas.

A eso se le sumó con el paso de los años, movimientos extremos en las placas tectónicas, terremotos terribles sacudieron la tierra y el “cherry on top” al final de una gran lista de calamidades, la creación del nuevo continente. Una nueva tierra que había llegado de la nada, según muchos pero que había estado allí desde los inicios, donde la naturaleza compartía en perfecta armonía con los humanos, un espacio visto por muchos como el inicio del final, pero que en realidad era el santuario para proteger la vida del planeta… No era la primera vez que había estado presente en la historia de los hombres, en el pasado ante grandes diluvios, la habían llamado el Arca de Noe. Solo a la vista para algunos pocos, pero lista a salvar a todo aquel que pudiera ser parte del cambio ante el reinicio del ciclo de la tierra.

-Todo bien… estas más dormida… - la voz a su lado la hizo volver de su ensoñación. Wandaria cerró los ojos tratando de recordar los detalles de la historia que la traían allí, el primer oasis, donde los humanos y los plantirius habían fundado el inicio de la nueva cultura, donde se aceptó por vez primera que dependen unos de otros para poder sobrevivir en la tierra. Allí en esa universidad se había firmado el primer tratado que permitía derechos a los humanos, no sobre la tierra, sino sobre su propia existencia como iguales a las demás razas con las que compartían el planeta. Roho maulló a su lado, lo cual que era extraño ya que el minino nunca usaba el lenguaje gatuno. En un instante, lo vio mirar a su derecha y observó cómo un par de vertabradus ferocious la señalaban mientras hablaban entre ellos. Lo cual no quería decir nada bueno.  Por desgracia, las imperfecciones, al igual que los prejuicios no eran solo cosa humana, una de las razones por las que se había tardado más de un millón de años en firmar el tratado. Lo que la llevaba a tener que aguantar el ser parte de una minoría que era odiada en especial por los que compartían características, mamíferos y sangre caliente. ¿Ironía? Tal vez, solo esperaba que no fuera un problema para ella y su educación.

               -Gracias Roho… lo tendré en cuenta. - con una sonrisa ladeada se encaminó a la avenida principal donde se encontraban las oficinas para registrarse de la universidad. En el pasado los edificios habían sido creados llenos de ángulos, algunos de ellos existían en las áreas más remotas. En este caso una gran esfera, creada con plantas y árboles, le esperaba rodeada de esferas de tamaño mediano en comparación con esta. Allí estaba la oficina de la rectora y de la consejera. Ambas mujeres habían solicitado que pasaran por sus oficinas, al llegar a la universidad, una de las mujeres iba a trabajar con su proceso de evaluación y planificación de su programa de clase y la otra… la rectora… en ese caso no tenía muy claro la razón por la que le habían citado. Lo que sí tenía claro era que la mayoría de sus profesores eran considerados del género femenino. Aunque había que aclarar que no eran de la raza humana, esto no sería la primera vez, pero sí le dejaba una sensación de logro. No todos los humanos lograban llegar a estudiar en este lugar, aunque lo cual la colocaba en una desventaja al ser una de las pocas mujeres humanas que había solicitado admisión en la universidad, haber pasado las pruebas de admisión y más aún haber logrado transportación, esa parte había sido la más difícil. Bueno ya estaba allí, con un suspiro profundo, decidió comenzar a moverse hacía su nuevo futuro. 

II

               El patio rodeado de plantas y flores eran una bienvenida visual para todo el que pasara por estas puertas. Al llegar a la habitación de registraduría, noto la mirada furtiva de varios compañeros académicos, por llamarles de alguna forma. No sabía quienes eran profesores, parte del destaque de administración o estudiantes, así que era mejor dejarlo en un término general hasta que pudiera identificar a cada miembro que componía ese núcleo de estudio.

-Buenas tardes, señorita… Érchange. ¿ah? - Wandaria sabía que era extraño ver a una humana allí. Pero dudaba que fuera normal recibirla con cara de sospecha. Eso podía significar que no estaban listos para ella. ¡Mierda!

               -Sí, algún problema. - la plantarius le miró de arriba a abajo; eso fue suficiente para entender cuál era el problema. No tenía pinta de erudito. Le sonrío de manera dulce, sin hacer alarde de haber comprendido cuál era el problema. Las chicas con pinta de gamberras normalmente no terminaban como estudiantes de ese recinto. 

               -La consejera Bellum Graptopeta estará con usted en unos minutos. - Se sintió respirar profundo y esperar a que los minutos pasaran. Sus botas golpeaban el suelo con nervios, Roho la miraba mientras se lamía la pata con vagancia.

-Relájate niña… no ves que la estás poniendo más nerviosa. - Wandaria gruñó sin poder evitarlo, ya que el movimiento de su pierna era algo que no podía evitar cuando estaba nerviosa, había aprendido a controlar la risa que le atacaba en esos momentos después de muchas vergüenzas, pero el movimiento de su pierna derecha estaba fuera de control y la única vez que se había sentido a punto de lograrlo había explotado riendo de manera incontrolada, el cuerpo le provocó un escalofrío. Para cubrir un poco el gruñido estiró los brazos sobre la cabeza y bostezo con estruendo. Una imagen que nada que ver con una señorita controlada, con cualquier erudito que se paseaba de manera calmada por esos pasillos.

- Ya puede entrar señorita Érchange. - dijo la secretaria después de hablar unos segundos con el interfono vilial. Al entrar no le sorprendió la cara de susto de la consejera.  ¿Es que nadie había mirado su foto?

               - Buenas tardes, señorita Érchange… la estábamos esperando… Tenemos varias cosas que discutir, exclusivamente su especialización. - ¿Ese era el problema? Se preguntó Wandaria sorprendida de lo directa que estaba actuando la consejera.

               - Estoy aquí para aprender, así que no tengo problemas con la guía que me pueda ofrecer. - La consejera miró de forma pausada los papeles que tenía ante sí. No tenía duda que eran las cartas de recomendaciones, las pruebas que había realizado para solicitar la beca y la evaluación que realizaron dos miembros del comité de becas de la institución. Entrar en ese lugar no era tan fácil como decir: quiero estudiar. Tenía que pasar por un proceso amplio para poder llegar allí. Eso sí, durante los próximos años sus gastos de vida estarían cubiertos por la universidad y las investigaciones le permitirán tener un poco de dinero extra para enviar a casa.

               - Las evaluaciones son excelentes y solo faltaría una prueba. Esta solo se puede hacer en el bosque. Es sumamente sencilla. En la tarde se realizará y luego de esta se le entregará el programa de clase. ¿Podría hacerle una pregunta?

-Claro. Adelante… - Roho acarició la pierna, un claro aviso de que debía tener cuidado.

- Es extraño que una humana pida estudiar arquitectura vegetal. Para ello se supone que haya una conexión con las plantas para que estas puedan funcionar según es necesario en la creación de los edificios.

- ¿Ah, eso? Hasta la fecha no he tenido problemas con mi trabajo en las escuelas normativas, incluso ayude en la creación de la nueva ala del hospital del doctor Kromax . - La mujer asintió y volvió la mirada a los papeles.

- Cierto. Tenemos la carta de recomendación del doctor Kromax. Este explica cómo pudieron acelerar el proceso de creación del área pediátrica gracias a su ayuda. - La voz de la consejera decía todo de manera segura, pero de igual forma se podía ver la mirada dudosa en la mujer. -Bueno estaremos esperando en el lado este, en la entrada al bosque. 

- Muchas gracias, allí estaré. -Al salir de la oficina se encontró con un felidais. Este sonrío de forma amable. -Buenas tardes señor felidais. - dijo en perfecto purrtentus, lo que agradó sobremanera al caballero que la miraba deleitado. Eso pasaba cuando tenías a un minino paseándose por tu cabeza desde que eras una niña, uno tendía a dominar su idioma a la perfección. ¡Ah! y podrás maldecir como un nativo.

- ¡Excelente pronunciación! – dijo mirando a Roho, mientras asentía, como si le felicitará por el trabajo bien realizado. Por supuesto Roho levanto el rostro y saco el pecho con orgullo. Wandaria tuvo que hacer de malabares para no explotar de la risa. - La rectora Heliconies, le está esperando. Agradeceré que me siga por favor, señorita Wandaria Érchange. - No había duda de que el felidais parecía feliz, ya que había sonreído, más aún cuando Roho se había colocado entre ambos al caminar. De seguro en un intento de protegerla por si el otro tenía intención de lastimarla.

III

 

El viaje no fue largo dentro del edificio, lo que sí quedó claro es que estaban cerca del núcleolo latente del edificio. Las paredes eran suaves, una mezcla de madera pulida y hojas cerimán, las cuales se movían de lado a lado permitiendo así que fluyera entre las paredes una leve brisa. Wandaria sabía que estas no eran movidas por cualquier brisa y que habían sido diseñadas para el proceso de ventilación del edificio. Un sistema mucho más eficaz que el utilizado en el pasado por los humanos para los grandes edificios. Esos tubos de metal tendían a llenarse de hongos y provocar más enfermedades de las que había cura en esas fechas.

- Wandaría, pendiente…-  el llamado de atención de Roho fue un balde de agua fría. No era el momento como para dejarse llevar por la sensación de bienestar que producen las plantas del lugar. Aún no sabía si estaba entrando a un sueño o a una pesadilla. 

- Mister felidais; ¿podría decirme si hay más humanos en la universidad?

- No son muchos, pero sí los hay, en especial los que desean comprender cómo compartir el espacio terrestre con los otros seres vivos del planeta. Aquí están tratando de resguardar la historia humana, de igual forma entender las acciones que provocaron la destrucción del mundo. Sin olvidar por supuestos, a aquellos que desean curar a otros. Tengo entendido que tus padres estuvieron aquí cuando jóvenes, estudiaron salud y botánica.

- Cierto, ¿sabe si hay registro de los egresados de la universidad? - Wandaria estaba deseando saber más sobre su madre. La mujer, a pesar de haber estado en su vida hasta poco antes de los dos años de vida, era un gran misterio. Su padre se deprimía demasiado cuando preguntaba por ella. Así que con el tiempo dejó de preocuparse por preguntar. 

- Debe dialogar esos detalles con la rectora o con su consejera. - Wandaria se preguntó si realmente recibiría respuesta de su consejera.  Tal vez tendría más suerte con la rectora. Ella, al llegar a la puerta, el felidais tocó y avisó que estaba acompañándola. Una voz le susurró que pasara, pero antes de hacerlo el felino se detuvo. - Mi nombre es Margay Linz, espero verle pronto en cualquiera de mis clases.

El que Margay, le diera su nombre sorprendió tanto a Wandaria, como a Roho que lo miró receloso de la intención. Ambos asintieron en silencio y entraron en la oficina; toda una sorpresa, tanto por la… mujer… planta… bueno… la plantirius que le miraba con fascinación y por el escritorio que brillaba de gran manera ante ella.  

- Bienvenida Wandaria. Espero que tu viaje haya sido uno sin contratiempos. Viajar en la vía verde, no siempre es la mejor opción para los humanos. – la joven asintió. Comprendía que muchas veces, al estar bajo tierra podría provocar problemas para los seres humanos, que a su vez lo veían como estar en su propia tumba. En su caso había sido una aventura más, la rectora nunca podría imaginarse los lugares en que había estado metida con su padre.

-Todo fue bien, gracias. - la rectora guardó silencio esperando que Wandaria explicara su viaje, al menos eso cree. Wandaria había aprendido que entre menos dijera, mejor era la situación. Además, no importaba la procedencia o especie, todos odiaban el silencio en una habitación. La rectora asintió como admitiendo la derrota en ese punto.

-Como sabes, el área en que has solicitado casi nunca ha solicitado un humano, es por la falta de conexión con las plantas de estos. - Wandaria pensó en los seis humanos que habían solicitado espacio en la especialización de arquitectura natural, ninguno había pasado la prueba de la universidad. Lo que había descubierto, era poco de ellos lo que sí quedó claro es que de un par nunca más se supo de ellos después de la prueba.

- Lo sé rectora Heliconies. No estaría aquí si no fuera por la recomendación del doctor Kromax. Tanto él, como mi padre, creen que puedo pasar la prueba, aunque aun no entiendo de qué se trata. - La verdad, todo ese viaje era un misterio total. Estaba segura de que todos temían a lo mismo, a lo desconocido, ella no era diferente, pero sí tenía claro que algo dentro de sí se movía con excitación ante las posibilidades. Siempre las posibilidades.  

-Entiendo querida… la prueba no es difícil, debes entrar al bosque del lado este y allí te encontrarás con el guardián del bosque. Según lo que suceda, se prepará tu programa de clases. Espero que sepas que el programa exige que viajes dos veces al año, es un servicio a la comunidad. Todos los costos del viaje son pagados por la universidad. Pero es trabajo arduo, muchas veces no están en lugares con las mejores condiciones para los humanos. - Su padre le había explicado el proceso de beca, la universidad pagaba todos los gastos de sus estudiantes, pero estos debían servir a la comunidad mundial en diferentes proyectos que ayudaban a mejorar la calidad de vida. 

- Mi padre me explicó lo del servicio a la comunidad. De igual forma también mencionó que se le da a escoger al estudiante los proyectos en que desea participar. - Wandaria no iba a pelearse con algo que le parecía correcto, pero si deseaba tener la opción a escoger donde terminaría yendo. 

-Perfecto, recuerdo que Ikaika, fue un joven muy aplicado al igual que tu madre. Ambos hicieron algunos cambios que se implementaron con las nuevas generaciones. Uno de ellos es la posibilidad de educarse en dos especialidades complementarias. Has pensado en cuál será tu segunda preparación.

-Sí, ingeniería mecánica. - Los ojos de la rectora mostraron el que no podía creer lo que le decía. En esos momentos una de las ramas que formaban el escritorio se desprendió, de manera rápida le quitó el guante y se acercó a su brazo. Wandaria sonrío y con dedos trémulos le acarició. - Buen día a ti también nucleolo. - Wandaria sonrío ante el grupo de imágenes que invadieron su mente, era ella desde que había llegado a las puertas de la esfera que conformaba el edificio. En las imágenes se veía que su ojo izquierdo brillaba tanto como lo hacía el escritorio.

-Disculpa que no te haya saludado al entrar. Pensé que era importante no informar que sabía dónde estabas. Y sí, entiendo lo que significa la brillantez de tu nucleolo. Es hermoso y puro, espero que nos acompañes hasta el fin de los días. - Esa era la despedida natural de una conversación con un nucleolo. Aun con la sonrisa en los labios levantó la mirada de la rama que volvía a su lugar, maldijo en silencio al notar la sonrisa… calculadora de la rectora.

- Interesante Wandaria…  interesante. Espero que todo salga muy bien con la prueba. Ahora es momento que vayamos a dialogar con los profesores del programa. Estos serán tus guías en los próximos años y estarán contigo en los diferentes proyectos fuera de la escuela. - Wandaria asintió, con una caricia sublime se despidió del nucleolo, disfrutando esa sensación cálida que le recorrió el brazo hasta el corazón. El mayor honor que un ser humano podía recibir, una bienvenida del que sería parte de su hogar por los próximos años.

 

 

 

 

 

 

IV

La rectora se movió hacia la puerta y Wandaria no pudo esconder su asombro al verla moverse con libertad sobre el suelo, lo cual hablaba del gran poder de la plantirius. Solo algunos podían estar sin sus raíces tocando terreno, muchos menos podían usar sandalias, las cuales los separaban de la tierra. -Me agrada lo expresivo que es tu rostro. Tu entusiasmo es una parte de lo que amamos de los humanos. En mi caso no es cosa de poder, mi abuelo fue humano; no preguntes mucho sobre ello. Pero la verdad no necesito estar mucho tiempo con mis raíces en tierra como los más puros plantirius.

Wandaria estuvo de acuerdo con la información. Era extraño que la rectora fuera tan abierta contando parte de su pasado, aunque también era cosa de los humanos el contener información.

- Cierto, muy cierto. - Roho contestó con voz burlona en su cabeza. Lo que provocó que Wandaria tropezara un poco. La rectora la miró con una sonrisa en sus labios, desviando la mirada al gato que se paseaba a su lado. Los pasillos eran todos iguales, lo que sí era diferente era la cantidad de luz lo que cambiaba. Wandaria notó que los tragaluces eran esferas de cristal y que cerca de ellos había unas hojas grandes rojizas, nada que ver con las que conocía de su hogar. Luego tendría que investigar más sobre la arquitectura de ese domo, era seguro que encontraría maneras diferentes de hacer las cosas. Pensó en el hospital en el que había ayudado, pues podía mejorar la luz de algunas habitaciones de esa reciente construcción.

 

 

V

 

El sonido de la conversación la sorprendió, sacándola de sus ensoñaciones, más aún el silencio que se hizo al entrar ellas en la habitación le erizó los cabellos del cuello. En silencio observó la habitación, mirando a los ojos a cada uno de los presentes. Observó que había tres vertabradus ferocious, siete plantirius y dos humanos. Los rasgos distintivos de cada uno de ellos le llamaron la atención, pero el recelo y la burla en más de un par le dejo en claro, que allí no era bienvenida. La mano en su hombro de la rectora sorprendió a muchos, incluyendole y a Roho qué gruñó ante el movimiento.

- ¿Rectora Heliconies, es ésta la joven Érchange?

- Ciertamente profesor Servaly, les informo de que en este caso, espero que esta joven pueda participar del programa. La bendición de nuestra madre está en ella. - La aprobación provocó varias reacciones en los presentes desde gestos de incredulidad hasta algún imposible dicho entre dientes. El hombre que había hablado la miraba entre asombrado y enojado, pero su nombre le parecía conocido a Wandaria. Esta no dijo nada, total parecía que nadie deseaba escuchar su punto de vista. Así que al su voz no ser importante, se puso a mirar el mundo que le rodeaba, sabía que estaba en un salón de clase o de conferencias principales, el pedazo de bizcocho, como le decía su padre, estaba bien amueblado con una mesa grande frente a una pizarra y los asientos en forma de abanico escalonado permitían que todos pudieran observar lo que el profesor pudiera proyectar. Realmente la luz era cálida y el salón le daba la bienvenida…

              

 

VI          

 

Es que se metieron a masticar coca, ese bosque tenía un letrero al frente que decía: Si entra, puede perder la vida… ¡AHÍ ES QUE SE SUPONÍA QUE FUESE SU PRUEBA! Wandaria miró a sus profesores, todos y cada uno de ellos estaba presentes, incluso los que juraron que era imposible que ella tuviera una conexión con la naturaleza.

Los demás insultaron de la peor manera la posibilidad de que pasara la prueba. Pero la verdad que Wandaria no estaba muy ilusionada ante el prospecto de ser estudiante de esos profesores. Ninguno la conocía, pero todos la odiaban, bueno no todos, había algunos que guardaron silencio entre los insultos o la negación a la posibilidad. La rectora solo sonreía como un gato que se comió el canario y en ningún momento habló a favor o en contra de algunas de las observaciones de los profesores. Al final de un par de horas de discusión sus palabras fueron “La prueba nos demostrará qué tan equivocados podemos estar…”  El silencio fue peor que la lucha de opiniones.

               - Bueno mi niña, ahora te toca entrar en el bosque. El guardián, si considera que podrás trabajar en esta especialidad te entregará un marcador. Si no, deberás regresar antes del anochecer. - Wandaria alzó su vista al cielo y supo que le quedaban aproximadamente seis horas antes del anochecer. Esperaba que la prueba no tomara todo ese tiempo, ya que “solo el diablo” regresaba por el bosque a oscuras.

               - Ok, vamos Roho.

               - No te puede acompañar, esta es una prueba para ti nada más. - Parecía que esa parte a todos se le había olvidado decirle, incluso al felino que no se había movido de su lugar y seguía lamiendo su pata. El condenado después de un rato se puso en dos patas y le lanzó una sonrisa cómplice. ¿Qué significaba? Luego tendría que hablar con él.

               - Bien… - Asintió con duda y se dirigió a la entrada donde estaba el anuncio en letras grabadas en un árbol viejo, como único testigo de los incautos que entraban allí. Era como si aún quedaba duda de que el lugar era peligroso. ¡Mierda!

VI

               Una risa infantil le dio la bienvenida, lo que provocó que se le erizaran todos los pelos. Comenzó a tararear una melodía que sabía desde que era niña. Lo horripilante fue que la voz infantil comenzó a tararear con ella. Si esa era la prueba, estaba segura de que ningún humano superaría este examen porque era parte del miedo a la muerte, el ver espíritus era el cuento de terror para todo pequeño travieso. Ella no había estado libre de algunos escabrosos relatos por parte de los viejos de la aldea. Wandaria continuó cantando en voz baja esa canción, pero en esta ocasión buscó un latido en el bosque. En cada bosque había un corazón donde se resguardaban los nucleolos de las plantas que allí residían.

La flora del lugar era espectacular, incluso deseaba sentarse a estudiar algunos musgos que nunca había visto antes. Pero la voz que había escuchado al inicio no había dejado de seguirla, pero en esta ocasión con unos pasos sigilosos y una risa traviesa cada vez que intentaba encontrar su origen. Una de dos: estaba en un infierno sensorial o se estaban burlando de ella y de su búsqueda. Conociendo a los espíritus del bosque, estaba segura de que era más la segunda opción, que la primera.  Wandaria, por el rabillo del ojo, pudo observar una luz que se acercaba por el lado derecho. Lo malo de esa luz era que la voz infantil iba subiendo de tono, lo que decía que estaban conectadas. Después de unos segundos ella comenzó a escuchar unos golpes fuertes en la tierra, como si algo grande caminara en su dirección, era como si la estuviera persiguiendo.

En esos instantes, Wandaria se echó a correr. Debía buscar refugio en algún lugar donde pudiera observar qué era lo que la perseguía y qué era lo que estaba detrás de ella, tratando de volverla loca.

Sus opciones no eran muchas. Al lado derecho había un pantano y al izquierdo, una enredadera con flores rojo carmesí. Tropezando y cayendo al suelo se arrastró para buscar un refugio, comenzó a pensar en todos los seres que podían habitar en ella. Las posibilidades eran infinitas y algunas de ellas podrían poner fin a sus estudios de maneras muy dolorosas.  Seguramente esa es la intención de los profesores al enviarla allí, cada uno de ellos deseaban ser testigos de ese horripilante final.

El suelo se estremeció bajo su cuerpo y le llegaron recuerdos donde pasaba tiempo con su padre en un molino. Cada sacudida le corría el cuerpo entero. Lo que la perseguía era enorme y la risa traviesa e infantil no ayudaba a pensar de manera positiva. El olor a humedad, flores y hojas pudriéndose era tan fuerte que tal vez podrían camuflar su presencia. Wandaria miraba a su alrededor cada vez que sentía algún toque leve de unas largas lianas. La voz traviesa ahora era acompañada por otras risas traviesas. De seguro que el lugar no era para recibir ningún ser vivo que le interese quedarse por mucho tiempo y en soledad. Eso sí deseaban mantener la cordura.

 

 

 

 

VII

Intentó quitar del medio varias de las lianas que la estaban acariciando, pero estas se enredaron con más fuerza en sus extremidades. Con un gemido trató de salir del lugar en el que se había escondido y se dio cuenta de que estaba atrapada. El temblor en la tierra se había detenido, pero no sabía por qué. Ahora salir del lugar sin mutilar las lianas era uno de los requisitos para pasar la prueba de admisión, estaba segura. Quería salir sí, pero no lastimando el lugar. Intentó zafarse de un jalón, cuando de momento la toman de entre los arbustos y la suben desde las piernas. Con una gran velocidad unas enredaderas envuelven su cuerpo, quedando ella completamente arropada boca abajo y mirando que son miles de vainas las que ahora están buscando tocarla de alguna manera.

- ¡Carajo…! - Wandaria intentó sin éxito mover sus hombros, sus extremidades, aunque fuera un dedo, sin lograr escapar. En un instante, algo se movió fuera de lo que era la cortina de vainas que le rodeaba, sus ojos quedaron cegados por la luz que golpeó su rostro. Frente a ella un ojo enorme la está observando. La miraba con travesura y por una sonrisa que dibujaba en lo que parecía ser un rostro. Ella pudo ver su reflejo en el ojo, lo cual no era halagador, parecía un capullo de mariposa a punto de terminar con su proceso de crisálida.

- ¿Por qué estás boca abajo niña? - a lo que Wandaria resopló como toda una lupinus can.

- No sé. Tal vez porque soy el juguete nuevo de tus amigas. - refunfuñó avergonzada.

- ¿Y por qué no les has pedido que te bajen?

-La verdad no se me había ocurrido. - Suspirando profundo para calmar su corazón, miró con sospecha a ese gran ser, parecía mezcla de un árbol centenario y un cíclope. - ¿Será, que me pueden soltar? - susurró a la planta que la abrazaba, no con fuerza para ahogarla, pero como una amiga que desea abrazarte. Se sintió incómoda por haber tenido que esperar a que le recordarán esa lección que había aprendido desde niña. El miedo de verdad era algo curioso.

Wandaria debió haberlo solicitado antes, sabía muy bien que lo podía hacer. En cuestión de segundos, entre caricias y risas fue colocada en el suelo con cuidado, sus pies tocaron el suelo sin zapatos, lo que provocó que mirara a las vainas, esperando que le devolvieran su calzado.

- Debemos partir niña, el guardián te espera. - Wandaria suspiro profundo, que más se le podía hacer sobre su calzado. En cuestión de un instante captó lo que el gran “guardián” le había dicho.

- ¿Es que no eres tú el guardián?

- No niña, nadita de nada… el guardián es Nolsgul. Fue escogida en el último solsticio de invierno.  Desde entonces el bosque ha estado más lleno de luz y con menos intrusos. - el gran gigante se carcajeó deleitado por algún recuerdo del pasado.

- Entonces; ¿cuál es tu nombre? - Wandaria miró hacia las plantas esperando que le devolvieran sus zapatos y noto que llegaba solo al muslo del gran ser que sería su guía.

- ¿Ah? es que no te di mi nombre… me llamo Aivern, pero me puedes llamar Aivern. - La risa de ambos llenó el lugar sin problema alguno, la verdad fue un alivio después de los minutos de suspenso que pasó al entrar al bosque. Al notar que sus zapatos no aparecían, se encogió de hombros y a paso ligero, Wandaria siguió a su nuevo compañero, estaba segura de que al pasar el tiempo serían muy buenos amigos.

Por demás estaba decir que sentía una sensación extraña en los pies, tal vez era el bosque dándole la bienvenida, pero nunca se había sentido tan animada. Las plantas se acercaban con curiosidad, acariciando su cabello y los dedos de los pies. No era la primera vez que preguntaba si eso era normal, más aún mientras se encontraba rodeada de tantas plantas que no conocía.

Con cuidado, se movió a través de las pequeñas veredas. Estas habían sido creadas por roedores. Se podía notar por lo angosto de éstas y la mucha vegetación, la cual era inteligente en el proceso de moverse de un lugar a otro. El mejor ejemplo era cuando Aivern se movía por el lugar pero por extraño que pareciera no afectaba el lugar, era como si la naturaleza le hiciera espacio y luego volviera a su lugar anterior. Sus oídos captaron el sonido del agua chocar con las rocas, proveniente de algún río cercano. No entendía muy bien la razón, pero le pareció nostálgico. Su corazón latía con fuerza y tuvo que cerrar los ojos con fuerza en un intento de controlar sus emociones. Por alguna razón extraña deseaba ponerse a llorar.

VIII

Un claro de luz que se asoma ante ella, la hizo contener el aliento.  La belleza del lugar la dejó sorprendida sabía que en algún lugar había pasado por un portal.  Mentalmente no podía identificar dónde, aunque la estética única que le rodeaba no le dejaba dudar de estar en uno de los nidos ¿Cómo era posible que una humana estuviera allí?

Los plantirius habían hablado a través de la transformación de la tierra sobre la importancia de los nidos. Tanto así que, ante la caída del imperio humano, estuvieron a punto de desaparecer, tanto por la contaminación como por la explotación de los recursos. Estos nidos estaban descritos en los libros de textos, se educaba a todos desde que eran niños sobre su importancia. Estaban atados al bienestar de la tierra, la tierra se enfermaba, los nidos también lo hacían. Incluso se supo de varios que murieron ante la destrucción masiva de grandes selvas y bosques, como lo fue los incendios forestales incitados por la palabras y acciones en Brasil por su presidente, Jair Bolsonaro. Dos nidos se vieron afectados, uno de ellos murió por estar muy cerca y el otro tuvo que ser movido.

Todo esto se supo mucho después…. Miles de años después. Cuando los humanos dejaron de tener hijos, cuando se veía que la población disminuía y los cambios no podía ser controlados por las personas que tenían dinero. No hubo ciencia que expicara que había sucedido, mujeres en el mundo entero no podían tener hijos, no importaba raza, no importaba nacionalidad o nivel social. Lo que asusto a los humanos es que se veía de igual forma en otros seres vivos, los mamíferos más que otros.

Esto dejo claro que la tierra necesitaba balance y el ser humano había abusado de ella en el pasado, por primera vez en su vida Wandaria se sintió fértil... su cuerpo tuvo una sensación extraña, como si el calor del centro de la tierra se posara en su vientre. De seguro así se sentía una madre esperando a su hijo.

La sensación logro arrancar un par de lágrimas, haciéndole sentir humilde, pequeña ante la vida que le rodeaba. Nunca pensó que sería digna de ver tan hermoso lugar, donde toda vida inicia, los plantirius, los vertabradus ferocius y por último...los humanos. Desde la llegada del ser humano a la tierra, este había sido puesto en la Tierra y colocado con los demás seres vivos para poder adaptarse a este nuevo lugar. Allí habían sido acunados los primeros humanos al llegar a ese mundo, en un intento de salvarlos de la extinción y permitirles vivir en lo que un día ellos llamaron “La tierra”. 

Las luces del lugar eran hermosas y todas eran iguales, no había una que fuera más brillante que otra, no había una más hermosa que otra, no existía una más opaca que otras. Allí todos eran vida, era el inicio y el final. Todo existía en un perfecto balance…

-¡Niña!...- La voz de Aivern, entró en su contemplación y por primera vez vio como una luz emanaba de éste ¿Cómo era posible?  Él era uno de los nucleolos del bosque... pero este había estado moviéndose por el bosque. ¿Tan ciega había estado?

- ¡WANDARIA! - No podía negar el grito de susto que escapó de sus labios al escuchar su nombre y más aún el ver cómo una fila de luces descendía como unos brazos. Sabía que estaba diciendo algo, pero entre la risa y el llanto de… ¿la ninfa? Diablos… ¿Será posible que hubiera terminado en ese lugar y con una ninfa en sus brazos? Para colmos de males que pareciera que la conocía, Wandaria termino cayendo de con fuerza en el suelo y el pequeño cuerpo se acurrucó contra ella.

- ¿Eh? ¿Te conozco? - la ninfa alejó su rostro de su cuerpo, pero no dejó de su falda. Parecía una niña que había estado perdida.

- Sí, pero no me recuerdas. Madre dijo que no podrías hacerlo hasta que llegara el momento de despertar.

- ¿Despertar? ¿Madre? - por alguna razón sabía que había algo importante en esas palabras, pero en ningún lugar le habían explicado de qué se trataba esa prueba.

-Sí pequeña… nos toca despertar los otros nidos y estaremos juntas en ello. La tierra está lista para un nuevo despertar y tú nos vas a ayudar. ¿Qué te parece? - Ok, eso estaba de locos ¿Cómo era posible que ella ayudará a los seres de ese… mundo? ¿De esa… dimensión? era solo una humana.

XIX

Susto, miedo… tal vez un montón de dudas, pero sobre todo un escalofrío recorrió la espalda de Wandaria, quien no podía entender que estaba sucediendo. Recordó algunas de las historias que le habían contado de las ninfas en su infancia y entrecerró los ojos. Esa era la única explicación…

- Está bien, si es una broma es de muy mal gusto. Sé que las ninfas les gusta hacer bromas algo pesadas, pero en esta se exageran. Yo soy hija de humanos y… - la cara de sorpresa de la ninfa detuvo su discusión. ¿Ahora qué carajo se había perdido?

- Primero que nada, mi nombre es Notsgul Triantemos Viltrons. Segundo, es cierto que naciste humana, la verdad es que tu existencia ha estado conectada desde que tenías un año y medio con todo lo que te rodea. - Ella la miró sorprendida pero con dudas. Por un momento pensó que las luces a su alrededor reían, pero era difícil de comprender un lenguaje que no era el propio. --Vamos, Nana te va a explicar mejor.

Ante esas palabras la ninfa se puso de pie, si se podía decir de esa forma, ya que sus pequeños pies no tocaban el suelo. Wandaria estaba decidida a saber qué era lo que había pasado. Por primera vez tenía más preguntas que respuestas, más aún temía a esas respuestas que parecían estar guiando su futuro.

Es tiempo de moverse, de crecer…

Es tiempo de llegar y reconocer…

La luz del sol te espera ya,

recuerda tus sueños alcanzar.

Eres la luz que ha de brillar,

una solución, una oportunidad

en un mundo que te espera

y que te abrazará…

Vamos, es tiempo de correr

Es tiempo de crecer

Hoy es tu día para nacer….

Wandaria guardó silencio ante los versos cortos y que le recordaban una época feliz. Allí, entre medio de las luces, quien cantaba era… su madre. La mujer que no había podido verla crecer y qué… o ¿qué era lo que estaba sucediendo? ¿Qué hacía su madre allí, vestida de blanco y susurrando versos de cuna a las luces que se dejaban lleva por la corriente?

- ¡Hola, hija! Mira qué grande estás. - La mirada llena de emoción de la mujer lo decía todo. No se equivocaba, ella era Kirsa, la mujer que le había dado la vida y que no había logrado conocer mientras crecía.

- ¿Cómo es posible? ¿Por qué ahora? ¿Por qué no regresaste conmigo? ¡Te necesitamos! - el llanto era amargo, los años de soledad y ver el dolor en los ojos de su padre, el ver un asiento vacío en su graduación, en sus cumpleaños… un espacio en su corazón siempre vacío. El sentimiento de estar incompleta en los momentos más importantes de su vida. Su madre se acercó y la abrazó mientras ella seguía llorando, sabía que parecía una niña de tres años, pero no podía detenerse.

- Ay, mi niña. Es bueno llorar ante el dolor, la alegría y la confusión. - Wandaria levantó la vista y vio que su madre también lloraba pero con una sonrisa en los labios. No había duda de que el tenerla en sus brazos le brindaba consuelo. - Lo que ves en esta forma es lo que queda de la mujer que un día fui. He estado contigo todo lo que tenía que estar, pero solo en los nidos tengo una forma física. Te pido perdón… porque en el momento del accidente tome por ti una decisión. - La mujer aguantó las lágrimas que luchaban por ser soltadas ante estos momentos. - Yo… decidí que tú vivieras por mí.

X

La confusión en el rostro de Wandaria era una clara, parecía que le mundo había cambiado de la noche a la mañana y habían cambiado las reglas. No era capaz de entender como su padre la podía estar abrazando y consolando en ese espacio. Que había pasado, había muerto o era solo una ilusión de ese bosque que era su prueba. Si era así era una prueba muy cruel, ya entendía por qué los humanos casi nunca la pasaban. La escuchó susurrar que respirara profundo que no era tan complicado… que todo estaría bien, solo había llegado el momento de tomar una decisión… ante eso la cara de susto se multiplico y la miró de lleno.

- ¿¡CÓMO!?

 

- Una de las dos teníamos que seguir con vida ante el accidente…- Wandaria sintió los dedos acariciar su rostro y parte de su cabello, era una sensación que podía reconocer, algo que había pensado siempre eran sueños en su infancia. -Como madre decidí que tu existencia era más importante que la mía. Ese día, Chelloir, me ayudó a salvarte, pero al hacerlo la misión que yo tenía en el mundo fue transferida a ti. Ahora que tienes la edad suficiente, debes conocer la verdad y tomar la decisión por tu cuenta. -Su madre la miró con una sonrisa triste en sus labios. Mientras ambas eran bañadas en la leve luz de las esferas que le rodeaban ofreciendo su calidez e inocencia, pensó que al fin se sentía en su hogar. - Fui una madre egoísta, prefería verte con vida en la distancia, colocando una gran carga sobre tus hombros, antes que quedarme con los brazos vacíos por tu perdida y con una misión que ya no tendría sentido. Algo que me mataría poco a poco…

- No entiendo… ¿qué…?

(Imagen del nido completo, se solicitó a wilfredo)

- Lo sé Wandaria, mira a tu alrededor. Este mundo es tan real como el tuyo. Pero en este caso se necesita el equilibrio en tu mundo para que este exista. Los nidos son el lugar donde la vida comienza. Es donde el ser, en su más pura existencia decide qué desea hacer con los años de vida que tendrá ante sí. – La mirada de amor de su madre, le dejo saber lo importante que era ese lugar para ella, comprendía que había mucho más por lo que luchar, la tristeza se unía a ese amor. -  Cada nido está limitado en lo que a los seres humanos respecta. El ser humano ha sido un ente adoptado por los nidos, lo que provoca que solo unos pocos puedan estar en cada nido. Es importante el balance porque las plantas siempre han tenido una tendencia a crecer de gran manera y la vida animal en el planeta es una gran fuerza, en vitalidad y emociones parecidas a la de los humanos. Los guardianes, aun dormidos velan por cada uno de nosotros.

- ¿Los guardianes?

- Sí, todos los mundos tienen guardianes, en este caso los de nuestro mundo dieron toda la energía con la que contaban para poder evitar la destrucción del planeta. Sin embargo, los nidos son nuestra misión, los seres humanos dependen de ellos para poder existir y multiplicarse. Al haber tan pocos, te podrás imaginar que los humanos se mantienen en la minoría. - Entendía lo que su madre le estaba diciendo, parecía como si ya lo hubiera escuchado hacía un tiempo. Aun así, el ser humano seguía creyendo en dioses distintos, lo cual no estaba mal ya que la existencia inicial del ser humano seguía siendo un misterio. - Para que existan más humanos debe haber más nidos… despiertos.

-Entiendo, pero que tiene que ver eso con la misión.

- Hay muchos que no están de acuerdo en que deba haber más humanos en el mundo. A ti te tocará despertar esos nidos, Wandaria. Enfrentar todos los peligros que están ante ti, llevar la contraria a muchos que temen lo que podría suceder si el ser humano vuelve a olvidar su conexión con la tierra.

- ¿Esa fue tu misión?

- Sí, mi niña.

- Pero; ¿Por qué no lo haces tú? - Wandaria notó el sonrojo en el rostro de su madre y por primera vez supo la mujer tenía ideas no tan prácticas en su mente.

- Yo… bueno, el proceso de renacer exige escoger a los padres adecuados, el olvidar lo vivido y comenzar desde cero con mi preparación. -Wandaria se alejó un poco de su madre, esperando que esta terminara de explicar. En esa explicación había un PERO bien grande. Todo se aclaró cuando la vio mirar hacia una esquina. - Bueno, también está la promesa de esperar a tu padre. Si entró al mundo sin él, nos estaremos saltando tres ciclos. Ya nos ha pasado antes y la vida es difícil. Pero créeme es un infierno vivir sin tu alma gemela.

- ¡No puede ser… eres una ROMÁNTICA! - el rojo encendido en el rostro de su madre lo decía todo. Pero quién era ella para ir en contra del amor. Pensó en su padre, que se había negado en varias ocasiones a casarse, aun cuando se lo habían recomendado por el bien de su hija. También recordó las veces que había visto esa flor, su padre siempre había llevado una de esas flores cimbid orquis, al río. ¿El río? ese era el sentimiento de nostalgia que había sentido antes de llegar al nido.  Con cuidado miró a su alrededor, las sonrisas de Nolsgul y Aivern lo decían todo.

- Wandaria... debes decidir si deseas tomar la misión que he dejado en tus manos.

- ¡Daaah! Como si fuera a esperar por otros a que hicieran mi trabajo. Además, estoy segura de que mi padre también está esperando por estar a tu lado. ¿Qué es lo que tengo que hacer? – El rostro asustado de su madre lo dijo todo, se había saltado con sus palabras alguna parte importante de la explicación. ¿Cuándo no?

XI

“Ya está todo dicho… bienvenida hija mía…” La voz fue una gran sorpresa, sabía que no era de ninguno de los que le miraban con rostros extraños. Wandaria miró a su madre con miedo. Esa voz no pertenecía a ninguno de los presentes, pero estaba en todos ellos, incluso en su interior. Una sensación extraña comenzó a moverse a través de su cuerpo, su madre la abrazó y le susurró palabras que no comprendía. Solo pudo gritar cuando un dolor agudo se sintió en sus brazos y espalda.

- HIJA… DÉJATE IR… POR FAVOR NO LUCHES CONTRA ELLO… - ¿Cómo diablos uno dejaba de luchar contra el dolor? Las palabras de su madre llegaron a ella. Por último, se le ocurrió abrazarla en un gesto por mostrarle que la había escuchado. Fue en ese momento cuando la oscuridad llegó por fin a ese lugar de luz.  

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