I'm Loving it
Publicada en el 2015
Blog: Cristial Crast
Esa es la frase con la que he vivido los últimos años, entre trabajo, estudios, familia y un segundo trabajo, siempre he considerado esta y otras cadenas de comida rápida un salvavidas. O como decimos en Puerto Rico, me encanta, nunca he sido conocedora de comida y comparó mi paladar como el de cualquier camionero de mi País, si esos que se la pasan parando en los chinchorros de todos los pueblos. La verdad crecí con una dieta variada entre comida hecha en el hogar y comida chatarra, así que no se podía esperar más.
¿El problema? Crié a mis hijos de la misma manera, una visita o dos al
mes a un fastfood, y mucha comida hecha en casa, alguna de ella no muy
saludable, pero era una comida en hogar y todos sentados en el comedor. Eso
cuenta para algo. ¿Verdad? A través de los anuncios vemos a estos jóvenes,
abuelos, niños y parejas en forma comprando y comiendo en diversos
establecimientos de comida rápida. Siempre felices, sonriendo y disfrutando del
momento, pero... Ninguno sufre de problemas de sobrepeso, nadie aparece con
problemas de diabete o las nefastas consecuencias de esta. La realidad de un
restaurante es que se observan personas con problemas de sobrepeso, antes de mi
en la fila, por supuesto yo, y después de mi en la fila continúan, más personas
obesas mirando la lista de lo que pueden comprar. Calculando si tienen el
dinero y cuál será el mejor veneno para comer a esa hora.
¿Que se debe añadir a esta lista de pensamientos lúgubres? El daño de
los recursos naturales del planeta y la crueldad contra los animales que
terminamos comiendo. En primer instancia los recursos naturales necesarios por
cabeza de ganado, no son excesivos e incluso se pueden beneficiar todas las
partes si se controla la cantidad de cabezas, humanos que los trabajan cuidando
del balance que exige la naturaleza. El problema real es que las exigencias de
bajar costos, producir cantidades altas y llenar el mundo con uno u otro de
estos establecimientos, nos obliga a ser inhumanos. Exigen que seamos crueles
con el tipo de vida que se le da a los seres que terminan siendo nuestros
alimentos, a su vez fastidiamos los de recursos, como el agua potable, la
tierra, el aire y la capa de ozono, todos y cada uno elementos limitados
irreparables. Hay otros que saben mucho más del daño, yo comencé mi búsqueda de
información después de ver dos películas, Reina del sol y Food INC. Ambas
películas presentan realidades de la explotación a la que sometemos a estos
seres que no tiene una voz, que clame por ellos, dignidad.
Ahora la razón por la que he escrito esta reflexión es, que después de
intentar eliminar de mi dieta estos establecimientos, debo admitir que me
gustan y como adicta los sigo buscando, con la mirada e incluso cuando no
aguanto la tentación en la mesa de cualquiera de ellos mirando mi comida, pero
ahora, a diferencia de antes, recordando el rostro del abuso de animal que
patrocinó con mi compra. En lo personal, he bajado mi consumo de estos
alimentos y con mis hijos se ha hecho lo mismo. Pero me he preguntado en una de
esas escapadas llenas de culpa, ¿Cómo consumidor no tengo otra opción? La
verdad es que no quiero dejarlos, sigo amandolos, aunque me maltratan la
conciencia y la salud. Cuando habló con otros buscando opciones, muchos se
sienten como yo, otros no entienden cual es el problema y otros dicen que lo
único es no patrocinar estas compras. Auch; ¿de verdad? ¿No tengo otra opción?
Me niego a irme por los extremos, recordando que también hay familias que
dependen del sueldo que reciben en estos establecimientos. Al dialogar con una
amiga ambas hemos estado de acuerdo en que tenemos opciones, no podremos hacer
un cambio a gran escala, pero nos estamos recordando lo que sucede detrás de
esos anuncios de comida rápida. ¿Que vamos a hacer? Acordamos poner en nuestros
calendarios electrónicos una alarma para los días 15 y 30, en las que nos
notifica que es el día que nos negamos a comer en estos establecimientos. Sí lo
sé, es difícil, día de cobro para ambas. Pero, cómo vamos a modificar la salida
a un “fastfood”. Una vuelta grande a comprar ingredientes frescos y de
producción humanizada, para nuestra receta favorita. Compartir la información
de donde hemos comprando productos de lugares que sabemos han cuidado del
planeta y que han cuidado de los animales de forma humana, con otras familias
interesadas. Aviso, son productos caros que pocas veces podemos costear. La
idea es DOS DÍAS AL MES, una diferencia en mi realidad.
Ahora, aprovecho este escrito para exigir a estos establecimientos mejor
trató a los recursos naturales y a los animales que les hacen ganar millones
todos los años. Hasta que esto no suceda los ganaderos que cuidan con esmero
sus productos y la tierra, se quedan con mi dinero. ¿Moveré una montaña? No
creo, pero tal vez otros se unan escogiendo los días 15 y 30, en un intento de
hacerles saber que aún los amamos, pero necesitamos que cambien su forma de
trabajar.
Acá una idea para las masas. Si estas tiendas
ven una baja en ventas: ¿cambiaran sus procesos de producción? Es una duda
interesante, que puede producir pesadillas a los que ganan millones con las
ventas a nivel mundial.
Comentarios
Publicar un comentario