No somos solo dos (Capitulo dos)
Novella que nace de un Fan Fic
Segundo Capítulo
Carlos tenía examen de su especialidad. Solo por eso se obligó a levantarse
de la cama, aún con el dolor en el cuerpo y con el cerebro pesado. En una
esquina del cuarto vio una figurilla de un león que nunca había visto antes y
le recordaba a Tamir. Al bajar observo a su hermana que estaba en la mesa
desayunando con la cabeza metida en su plato, sin estar vestida para ir a la
escuela, su madre estaba dando vueltas en la cocina preparando más comida de lo
normal y podía escuchar a su padre en alguna parte de la casa. Lo cual, si era
raro, ya que éste siempre estaba en la calle de camino al trabajo a esta hora.
Su hermana lo miró con enojo, pero no dijo nada, así que él evito
preguntar. Miro su comida y sintió como se revolvía su estómago. La verdad por
primera vez en su vida no se creía capaz de comer. Entre lo que sucedió el día
de ayer con Tamir, lo que vio luego, más los sueños en que no dejaba de correr
buscando algo no se sentía como él mismo.
-Muévete idiota tenemos que llegar temprano a la universidad...
-¿¡Carlos!? –un gato, era una miniatura de un león, color rojo fuego estaba
a su lado sin que él se diera cuenta. En cuanto él lo llama por su nombre lo ve
negar con la cabeza, su madre cae de rodilla y su hermana igual.
-Buenos días protector Singh. – exclaman las mujeres provocando un salto en
Carlos y que el gato cambie de forma. Era su rostro, pero no lo era. Toco la
cabeza de Lihanis con cuidado, tal vez con ternura y luego la de su madre que
suspiró aliviada.
-¿Qué sucede?
-Ahora mismo no es importante. Debemos llegar a la universidad antes que
inicien las clases ya que tienes que hablar con Tamir sin falta.
- ¿Qué diablos? No te creas que voy a hablar con él.
-Carlos es muy fácil. Hablas con él y arreglas este asunto o seguirás
sintiéndote incompleto hasta que mueras de manera dolorosa. Yo esperare al
próximo heredero. Créeme pequeño idiota, lo que más tengo es tiempo. - Carlos
miró a su familia que lo miraban con miedo. No podía creer que ellas lo
pudieran ver, él había creído que estaba loco, pero esto era algo más creado
por una mente enferma. Más aún ninguna estaba dispuesta a defenderlo.
-Carlos, debes hablar con Tamir. Tráelo a casa para explicarles a ambos.
Por favor. – La voz de su madre era una seria y una orden. No podría hacer nada
en contra de ello. Salió por la puerta poco después murmurando sobre la locura
que había caído sobre su familia y cuando vio la reacción que tenía su padre al
ver al gato rojo que lo seguía supo que era contagioso.
-No me voy a disculpar... ¿entiendes eso?
-No tiene lío solo llega a la universidad e invita a Tamir a la casa por la
tarde para que podamos explicarles el lío en el que están metidos. Solo tienes
que lograr por cualquier medio que venga a la casa.- Carlos asintió y miró de
mala gana al gato imitación de león que seguía a su lado hablando como humano,
si no se equivocaba el mismo parecía estar soltando fuego cada vez que
caminaba.
*******
El viaje a la universidad se le había hecho una tortura, no sabía muy bien
como había dormido toda la noche pero la verdad es que se había despertado a
una hora de tener que salir, lo que nunca sucedía. Siempre estaba vigilante a
si alguien entraba a su habitación o más aún las alarmas que tenía en sus
sistemas electrónicos de investigación le avisaban de cualquier intento de
entrar a buscar entre sus datos. Por último, en las últimas semanas Carlos se
había convertido en un dolor de cabeza a la hora de dormir. Ya fuese por su
desapego o por el deseo que le provocaban los besos que habían compartido.
Se estaba estacionado en reversa cuando sintió un golpe en el lado del
conductor, puso el auto en parking y abrió la puerta del susto. Para su
sorpresa la puerta del pasajero se abrió y un Carlos pálido, más con cara de
enojo se había sentado a su lado. Lo único que seguía siendo igual era el no
estarse quieto.
-¿Qué diablos? Carlos... me puedes decir que golpeo mi auto.
- El gato… – susurró Carlos sin mirarlo. Su mirada estaba en el cristal
frontal mirando enojado a la nada. Tamir miró el punto que tenía a este absorto
sin saber realmente que pensar. ¿Se había vuelto loco?
-¿Quién?
-No vas a entender, necesito que visites mi casa hoy en la tarde. Mi madre,
hermana, incluso mi padre, se han vuelto todos locos y necesitan que nos
visites. - ¿Ah? ¿Era cosa de familia? Eso podría explicar algunas cosas, pero
él había conocido a la madre de Carlos y esta no había dado indicios de locura.
– Mira sé que suena desquiciado. Pero necesito que vayas a mi casa hoy en la
tarde. ¿Crees que puedas?
-La verdad... no es cosa de ir... es cosa de querer y para ser sincero no
quiero. Creo que ayer dejaste tu punto de vista claro.
-Sí lo sé, pero tú no has estado viendo lo que yo veo, ni escuchando lo que
se ha estado dialogando en mi cabeza. La verdad si todo esto estuviera pasando
en tu vida, tú hubieras salido corriendo en dirección contraria también. Lo
único que me queda claro es que el amor no es para mí en estos momentos y estoy
seguro, que no soy más que un trofeo para ti. – Carlos vio como el maldito león
gatuno en miniatura se recostó en el bonete del auto y comienza a mirar con
detalle a Tamir. Recuerda pedirle un beso... ya verás que todo volverá a su
lugar. Tamir dio un respingo en el asiento. Estaba seguro qué esa voz había
sido la misma de la noche anterior.
-Carlos... no puedes decidir qué es lo que siento. Tu no me amas, bien,
solo me quieres como amigo... yo no deseo ser tu amigo. Quiero ser mucho más.
- ¿Qué quieres a cambio de visitar mi casa esta tarde? – Un beso... Carlos
dio un salto al escuchar esa voz y sintió como su rostro se enrojecía.
-Un beso...- De verdad había dicho eso, pensó que lo había escuchado en su
mente, pero su boca se movió sola. Tamir miró a su alrededor, estaba a punto de
salir corriendo cuando Carlos cerró sus ojos y puso su rostro cerca del suyo.
Ante este gesto no podía contenerse, había soñado con esos labios tantas veces
que se le hacía extraño tenerlos en la realidad. Tamir solo un beso... pídele
todo en un beso... hazlo amor... todo estará bien. – Carlos hay algo de más
aquí... necesito que me des tu ser. ¿Lo entiendes?
-Sí Tamir... lo entiendo y lo tienes. – con estas palabras Carlos volvió a
cerrar sus ojos y se lanzó a un nuevo beso con él. Sin embargo, en esta ocasión
puso todo lo aprendido la vez pasada en práctica. De manera suave atrapo el
labio inferior entre sus dientes, dejo que su lengua escapara un poco y
acariciara el lugar donde había mordido. Una cosa era pensar en besar a Tamir y
otra muy diferente hacerlo, la electricidad que había sentido en la sala de su
casa volvió a iniciar un proceso de ebullición en su ser. Carlos abrió los ojos
y vio que el león no estaba en el bonete del auto, respiró aliviado. Pero la
idea no duro mucho en su mente ya que Tamir volvió a tomar posesión de sus
labios, esta vez sosteniendo su cabeza con fuerza mientras su mano se posaba de
manera posesiva en su corazón que latía con fuerza.
-Más... quiero más Carlos... lo quiero todo... - murmuraba Tamir entre
besos, era como un hombre al que se le había negado el agua por años y por fin
lograba beber.
-Sí Tamir tómalo todo... - Todo es tu tuyo Tamir, tómalo sin miedo. La voz que había escuchado ahora estaba más cerca, pero no le importaba. Carlos sabía dónde estaba el león en esos instantes, estaba dentro de él compartiendo el beso y esta vez sí escuchó el consejo, entregando todo al hombre que estaba ante él. Se entregó por completo y sintió la energía salir de él, la cual no tardó en llegar donde Tamir, quien gimió con fuerza al recibirla. Todos murmuraron un sí cargado de pasión... incluyendo una voz ronca que Can no había escuchado antes. Lo cual provocó que ambos se separaran.
-Hoy iré a tu casa Carlos, pero no voy a cambiar de parecer. Deseo que seas
mi novio. ¿Te queda claro? - Carlos asintió, pero sabía que en la tarde su
respuesta sería la misma que el día anterior.
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Bueno hasta la próxima semana en que tenga algo más para estos dos jóvenes
enamorados... por ahora sigo divirtiéndome con las posibilidades...
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