Día vs. Noche (Título provisional)


Inicios: la base fue escrita en el 2021 en un taller de redacción con una autora que nos visito y se termina con la primera parte de esta historia se completo como parte del proyecto de redacción creativa del club de escritores del que soy consejera. 

Premisa: Niña ha pedido la vista en un accidente, su abuelo muere en ese mismo accidente, en una visita a la casa del abuelo se reencuentra con viejos amigos que le hacen recordar que el mundo no es solo lo que ven tus ojos.

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Los amigos…

            Entre sonidos, olores y extrañas sensaciones en la piel, unido a los sabores extremos entre dulce, picantes, saldados sus sentidos siempre la volvía loca. Al inicio era asunto de olores a flores, que le provocaba ganas de llorar al nunca poder volver a ver los diferentes colores. Aun recordaba la luz del sol, el color del autobús escolar y el color rosado que llenaba cada esquina de su cuarto. Ahora el rostro de su madre y padre no tenían sentido sin el rostro que los acompañaba. Podía sentir su tristeza, a veces “enojo o frustración”, pero después de varios meses no había forma de recordar siquiera el reflejo en el espejo cuando se hacía las coletas.

            -Lili, mi amor… aún no has terminado de comer. – La voz ronca de su madre sonaba cansada. - ¿Quieres otra cosa? ¿Necesitas… ayuda?

            -No gracias… es que no tengo hambre. – La incomodidad en el estomago que provocaba gruñidos dejaba claro que mentía, pero estaba segura de que podría vomitar en cualquier momento. Se sentía mareada de forma constante y las emociones no eran de ayuda. Odiaba el no poder comer sola o peor aun sentir que la comida se caía cuando se equivocaba de movimiento.

            -Esta bien… - Escuchó el suspiro y deseo poder abrazar a su madre susurrando que todo estaría bien. Pero desde el accidente nada estaba bien. Las discusiones en susurros de sus padres, la oscuridad absoluta que le acompañaba y la soledad… esa punzada en el corazón que iniciaba con la perdida de su abuelo, se le añadía que ya no tenía amigos, peor aun no iba a la misma escuela. Ahora sus padres intentaban que fuera a una escuela especializada.

            - ¿Quieres ayuda cambiando la ropa?

            - ¿Vamos a salir?

-Sí, hay que limpiar la casa del abuelo. Se van a estar alquilando las habitaciones. – Lili deseo volver a llorar. Su abuelo intento salvarla y por eso ahora no estaba con ella. Lo peor de todo es que la casa tenía que cuidarse por ser patrimonio familiar, parte del legado histórico de la ciudad. La casa había sido una de la primera en ser construidas en esa comunidad y había sido convertida en patrimonio de la ciudad bajo el cuidado de su madre al abuelo fallecer. En otras palabras, había propiedad, pero no los fondos para cuidarla. Asintió en silencio, sabía que su madre la miraba esperando la respuesta. -Hable con tu padre y posiblemente termine convirtiéndose en un hostal, que ofrece desayuno. Es bueno que la pequeña ciudad no cuente con un hotel. Así que ante visitas esperamos poder ofrecer un espacio de descanso.

-Sabes que no podre ayudar…

-Puedes estar en la habitación del abuelo y si hay algo que desees de el te lo traes. – Asintió en silencio, sabía que su madre la miraba esperando la respuesta sobre la ropa.

- ¿Puedo usar pantalones hoy? Por favor… - Los sonidos se volvieron una cacofonía entre el chachareo de su madre, el abrir y cerrar gavetas, más los sonidos que nunca supo estaban en su habitación hasta haber perdido la vista. El psicólogo había mencionado que esos ruidos eran partes de la hipersensibilidad en sus otros sentidos mientras su cerebro buscaba estabilidad después de haber perdido la información que recibía a través de los ojos. Ahora sus sentidos se enfrentaban a ofrecer la mayor cantidad de información posible, era por eso por lo que estaba escuchando cosas que a veces no estaban allí. Como las conversaciones… incluso podía escuchar los susurros de sus padres. Por lo menos eso era lo que le parecían ese interminable cuchicheo. La opción era pensar que había perdido la cordura. “Todo tiene una razón lógica y con sentido si se busca el origen.” Aun podía escuchar la voz… “condescendiente” su papa había susurrado en el camino de vuelta. Lo que era evidencia del resultado ofrecido al psicólogo, era herencia genética. “Edad 9, mes de nacimiento, junio. Nombre de la madre, Claris. Nombre del padre, Luis. Cual es la clase favorito, baile. Que no ten gusta… “los idiotas que no saben escuchar.”” Esa última respuesta había colocado la etiqueta de rebelde en el expediente. Es que el tipo no entendía que no estaba para que le dijeran que todo estaría bien. ¡Nada estaba bien! ¡El abuelo ya no estaba, ella ya no podía ver, no podría regresar a su escuela… ya no tenía amigas y para colmo de males sus padres no dejaban de tratarla como si fuera a romperse…! Al finalizar les habían explicado que sufría de síndrome post traumático, ansiedad y depresión. Habían salido de la consulta con la piel sensible y ganas de explicar, la recomendación para visitar un neurólogo y tal vez otra lista gigante de pruebas. El solo recordar lo que había sucedido un par de tardes atrás se estremeció.

-Todo listo… ya nos vamos Lili.

-Mis gafas…

-Al lado de la puerta. Las tomamos antes de salir. – Había aprendido de muy mala forma que sus ojos eran blancos y por comentarios de los que un día fueron compañeros de clase, asustaban. Ahora no salía de la casa sin usar gafas oscuras. Ellos solo habían murmurado, pero el recordar como la vecina había provocado un escándalo poco después, supo que no le gustaba que nadie viera esas pupilas blancas. Sintió los movimientos torpes de su madre colocando las gafas al llegar a la entrada y suspiró al pensar lo que había vivido hasta ese momento.

(Primeras tres páginas en una edición inicial)

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