No somos hermanos (libro 1: Quinta parte)
Quinta parte
Dulce olvido
Zenien podía escuchar a Johaniel murmurar palabras incomprensibles para él, con alguien en la habitación. No entendía los detalles, algunas palabras eran comprensibles, pero su cerebro no podía conectar las ideas, intentó moverse, pero su cuerpo se negaba a moverse. Se sintió atrapado dentro de su cuerpo… sintió como sus labios se movían pero no había sonido, cuándo deseo sollozar ante la impotencia qué sentía, la oscuridad lo volvió a arrullar junto a un ronroneo que no sabía de dónde provenía.
-Zenien tienes que comer algo… - El mencionado intento moverse, pero el frío que subía por su brazo le dejó claro que su cuerpo estaba en una situación extraña. - Zenien por favor despierta, nuestros padres llegan mañana y no sé qué le voy a decir sino despiertas.
-¿Mañana? - La voz ronca no le era conocida, pero sabía que la pregunta había salido de su boca.
-Sí mi gigante, mañana llegan ambos y no les dije que te habías enfermado hasta perder la conciencia. Solo que tenías fiebre. Tu madre me va a matar si se entera que no le dije lo mal que estabas. - Zenien se preguntó por qué la voz de Johaniel sonaba cálida, podría decirse que se estaba burlando de él. Lo que le hizo dudar de la situación.
-Imposible… Nunca me he enfermado. - fue lo último que dijo antes de quedarse dormido con la mano de alguien en su rostro. La caricia movió algo en su mente, pero no entendía las sombras.
Johaniel no lo podía creer, casi seis días dentro de esa pesadilla por una idiota. Zenien había estado enfermo todos esos días. Incluso le había pedido a su abuelo que enviará al doctor de la familia, ese viejo lo había mirado con respeto, pero el brillo en su mirada dejaba claro que el terror estaba presente cada vez que no podía explicar la situación del cuerpo del joven. Johaniel tenía que admitir que habían sido varias veces las que había estado a punto de explotar. Las dudas ante la situación, el solo pensar en que el joven no despertaba, era una buena justificación para hacer explotar la ciudad.
-¿Johaniel… ¿Por qué la cara de velorio? Uff… alguien tomó la tablilla del camión.
-¿Del camión?
-Sí… es como si un camión me hubiera golpeado. - Johaniel no sabía si sacudir al idiota que se estiraba en la cama como si no hubier pasado más que un mala noche. - Tengo hambre…
-Podría matarte… te lo juro. - con ese murmullo Johaniel se dejó caer de rodillas frente a la cama. Suspiró profundamente, lo que le hizo contener un gemido al sentir el olor de Zenien encendiendo su sangre. Apretó los puños mientras controlaba los recuerdos que afloraron, despertando su cuerpo.
-¿La pizza me cayó mal? - La pregunta que no esperaba respuesta provocó una sensación helada en su vientre. Johaniel levantó la mirada para observar escondiendo todas las emociones que atormentaban su mente.
-¿Qué es lo último que recuerdas?
-Estaba con la tía comiendo y hablando sobre mi cambio de escuela… Ella mencionó… algo… Waooo… tuve algún golpe en la cabeza.
-Aún no… - Murmuro Johaniel pensando qué tal vez un golpe lo ayudaría a recordar. Cómo diablos explicar lo que había sucedido entre ellos, lo que había sucedido luego a eso o peor aún, el cómo su cuerpo y demonio estaban reaccionando a su cuerpo y olor. La situación estaba realmente podrida.
-No recuerdo nada más. - Zenien parecía un niño perdido, eso fue lo único que lo contuvo ante la idea de golpearlo. Podía notar como intentaba recordar qué había sucedido. Imaginó que lo abofeteaba y lo asfixiaba con la almohada, satisfaciendo esa necesidad violenta en su vientre, pero al recordar el llanto y el miedo que había sentido esa noche, era mejor no recordarlo.
-No te golpeaste la cabeza, ni hubo un camión golpeándote, pero pasaste más de veinticuatro horas con fiebres altas. Lo más seguro esa es la razón por la que olvidaste lo que sucedió.- Johaniel sonreía con obligación intentando no gritar las barbaridades que llegaban a su mente, después de sentirse usado y abandonado. - Metete a bañar, faltan un par de horas para la llegada de nuestros padres.
-Pero tengo hambre.
-Zenien… metete a bañar de una vez… ¡Si no te has dado cuenta apestas a perro en celo! El desayuno estará en la mesa cuándo termines. - Con esas palabras Johniel salió como si lo persiguieran los mil demonios. - ¿Qué carajos le dio esa bruja…?
-¿Joven amo?
-No importa, diles que preparen el desayuno para ese gorila. - Kristen asintió e hizo las llamadas pertinentes, tanto para buscar más información de la droga, así como el desayuno solicitado. Johaniel queria desaparecer en su habitación, pero su actuación no había terminado. Si quería dejar a Beatriz fuera de sus vidas para el resto de su miserable vida, tenía que trabajar con cuidado ese momento. Tenía los mensajes de su teléfono y las estúpidas recomendaciones médicas como evidencia de su negligencia. Lo mejor de todo; los que no hablan nuestro idioma o no están presentes no pueden defenderse. Ella por supuesto no estaba presente. Vio con rabia como ponían comida en la mesa para Zenien, más aún la frustración era tanta que todos los sombras parecían caminar con cuidado esperando que el volcán hiciera explosión. El problema real era que nunca se había sentido tan vivo en su vida. No entendía lo sucedido o las consecuencias.
-Ahora tiene el teléfono apagado. - Alberto, el padre de Joaniel miraba la pantalla de su teléfono como si fuera el cuello de Beatriz y desearía estrangularla. No entendía cómo era posible que una mujer adulta demostrará ser tan irresponsable ante la enfermedad de un joven. Para colmo, los mensajes dejaban a Johaniel a cargo de la situación, esperando que todo salga bien. El relato había comenzado con un abrazo de Johaniel a su padre agradeciendo el que regresará y que había estado asustado. Había relatado el como Zenien enfermo, la tía se fue y como lo había amenazado para que no dijera nada a sus padres. Por supuesto todo estaba en textos enviados durante ese fin de semana. Solo le había dado algo de Tylenol al joven antes de salir por la puerta al recibir una llamada del novio. La verdad es que los jóvenes no eran unos bebés, pero tampoco podía entender tanta irresponsabilidad.
Johaniel había compartido con ellos como la pesadilla había comenzado poco después del almuerzo, cuándo llamó a Zenien y este no respondió, intentó comunicarse con ella, al no conseguirla asustado había llamado a su abuelo que envió al médico de la familia. En este momento del culebrón dónde todos lo miraban con miedo, incluyendo a Zenien avergonzado por haber dado tanto problemas, Johaniel dejó escapar algunas lágrimas.
Nadie podría saber qué eran causadas por la rabia que bullían en su interior, al recordar lo impotente qué se había sentido. No estaba acostumbrado a sentirse inutil en ninguna situación, pero esos últimos días le habían dejado la piel en carne viva, el ego hecho mierda y con deseos de asesinar a una desgraciada perra que no merecía ni un poco de piedad. Lo qué había aprendido de esa situación era claro, lo que más odiaba era no tener la solución. Así qué esa mierda no volverá a suceder.
-Jey thanks man… Sorry que todo haya sido tan difícil por mi culpa. - Zenien se preguntó a qué se debía la mirada oscura de su hermanastro, pero más aún por qué se estremeció al recibirla. Aún no se sentía bien como para ponerse a pensar en todos los detalles. Observó al que era su hermano y al notarlo tan pequeño comparado con su cuerpo, se preguntó cómo fue capaz de ser tan valiente en una situación tan difícil como la vivida.
Johaniel salió de su mundo de ideas, sintiéndose sonrojar por las palabras de éste, pero sobre todo el recuerdo de los gemidos compartidos entre sombras. Bajó la mirada intentando esconder las emociones que lo embargaba o sus manos temblorosas, lo que provocó que su nueva madre lo abrazara agradeciendo todo lo que hizo por su hermano. Johaniel tuvo que moverse algo incómodo escondiendo su erección, más tuvo que controlar un gemido cuándo sintió que la familia lo abrazaba en completo para confortarlo en ese momento que para ellos él estaba mostrando debilidad.
Johaniel comenzó a maldecir entre dientes a la mujer que lo había colocado en esa situación, imaginando las diferentes formas en que moriría la desgraciada. Con emociones encontradas y una situación más extraña de lo normal Johaniel le daba la bienvenida, a la pubertad, a las emociones, al deseo y la pasión… Kristen lo pudo ver desde el rincón en el que se escondía… la ciudad tendría sangre corriendo por sus calles durante mucho tiempo.
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