No somos hermanos (Libro 2: Cuarta parte)


 

Cuarta parte 

La adolescencia es la culpable

El sentimiento de culpa y el deseo de morder esos labios estaban enloqueciendo a Zenien que no podía evitar mirar la figura dormida de Johaniel que poco a poco parecía rendirse a la gravedad. Con un placer culpable lo dejó acomodar su cabeza en el muslo. Sintió como gotas de sangre eran extraídas de la palma de su mano por la fuerza con la que sus uñas se apretaban a la carne. Tuvo que sostener un gemido al sentir como Johaniel se acurrucaba en su falda, enterrando su rostro en el vientre. Acariciando con su cabeza cierta parte de su anatomía que parecía querer otro tipo de caricia. No por primera vez en las últimas semanas se juró no joder la relación con su hermano por culpa de las hormona. Aunque ahora mismo la sensación que lo estaba enloqueciendo le hacía desear olvidar esa maldita promesa. 

-Zenien… ¿todo bien?

-Sí, algo incómodo por miedo a molestar el sueño de Johaniel. Pero parece estar durmiendo de forma profunda.- Zenien nunca sabría de la cara de sorpresa de todos los sombras que estaban siguiendo de cerca el auto en caso de emergencia, razón por la que estaban escuchando la conversación. Algunos de ellos se miraron dudando de tener el auto correcto interceptado. El abuelo recibió el mensaje y soltó varias carcajadas sin control qué alarmaron a los viejos sombras qué le acompañaban. No era cosa de anormalidad, era que el amo no podía dormir con gente a su alrededor, menos aún profundamente. “Luna… lo dejo en tus manos.” El murmullo salió con una voz ronca que tenía una dualidad de los labios del viejo que miraba el cielo como si este pudiera responder. nadie se atrevió a decir palabras, pero el viento en los árboles provocaron que los presentes al lado del viejo dragón se estremeciesen. “Así será.”

Por otra parte… en la casa familiar algo en el subconsciente de Johaniel intentaba analizar lo que sucedía. El ronroneo y gruñidos de su demonio lo despertaron, provocando un sobresalto. No entendía cómo había llegado a su cama o peor aún, cuánto llevaba durmiendo. Un gemido lo sacó del caos que era su cabeza. El gemido por supuesto no era suyo, ni del demonio, pero si masculino. Cerró los ojos y comenzó a buscar la esencia del ser que había perturbado su sueño. Estaba seguro que mataría a cualquiera que estuviera disfrutando mientras él sufría con deseos carnales. El gruñido del demonio debió ser suficiente para avisarle… pero no… Johaniel siguió la búsqueda hasta encontrar la energía de su hermanastro en la habitación del lado masturbándose con ferocidad, los gemidos eran parecidos a un gruñido animal. (...)

-Johaniel necesitas comer algo, anoche no cenaste. -La voz de esa mujer era tierna y preocupada. Por un momento recordó el estado de su cuerpo minutos antes de volver a quedarse dormido por el agotamiento. Abrió los ojos con susto al pensar en todas las veces que se había corrido y él como la parte baja de su cuerpo debía estar desnuda y sucia. 

-¿Mom? -murmuró Johaniel con intención de disculpar su estado, esperando ver el caos y el rostro reprochador de la mujer, pero se detuvo al ver que la habitación estaba limpia y su cuerpo vestido. 

-Johaniel…- sollozó la mujer por el título que se había escapado de los labios del joven. Era cierto que nunca la había llamado como madre, pero la verdad en el último año ella se había ganado ese lugar. -Todo estará bien, ya estás en casa, no hay nada que unas buenas noches de descanso y comida deliciosa no pueda mejorar. 

-Sí Mom… - No quería qué ella supiera la imagen quemada con fuego que no salía de su mente, Zenien mientras se masturbaba aun era una tortura. Debía admitir que la emoción y energía que este había liberado durante la noche era suficiente para estabilizar al ser qué tenía dentro de su pecho qué en ese instante estaba ronroneando como el gato que se comió el canario. Como su madre había dicho, no había nada que no pudiera mejorar con buen descanso y comida. Johaniel sufrió un sobresalto al sentir como el colchón se movía, no supo cómo reaccionar al ver a la mujer tan cerca de él, ofreciéndole una cuchara frente a su boca. Aún cuando había murmurado que él podía comer solo, ella le sonreía asintiendo y seguía alimentándolo con placer. 

-Ya te ves mucho mejor. Lo que necesitabas era regresar a casa. - Ella sonreía mientras estudiaba el rostro de Johaniel. Este miró en dirección a la puerta al escuchar que esta se abría, no sentía la energía de Zenien, pero no pudo evitar un pequeño gemido ante la idea de verle. Los pasos ligeros y el murmullo de JIJI… dejó claro quiénes eran los visitantes, pero no se sintió desilusionado. Todo lo contrario, los gemelos parecían haberlo echado de menos. Antes siempre mantenían la distancia, pero en esta ocasión su padre intentaba mantenerlos bajo control en la puerta mientras ellos no dejaban de repetir el sobrenombre con el que lo llamaba desde que iniciaron sus primeras palabras. - ¿Crees que puedan entrar? Han estado muy inquietos buscándote o esperando que llegues. Te romperían el corazón si hubieras visto el cambio en sus rostros cada vez que veían que no eras tú el que llegaba en las noches. 

-Pueden entrar… yo también extrañe a los pequeños monstruos…- Johaniel quedó placenteramente sorprendido al ver cómo los niños con movimientos torpes entraban a la habitación corriendo. Sus pequeños y regordetes cuerpos se pegaron a la cama e hicieron gestos de querer trepar a la misma. Su madre les ayudó a subir y todos sonrieron al verlos gatear hasta llegar a cada lado de su hermano que no entendía por que ya no le tenían miedo. “Familia” fue el murmullo que recibió del demonio al que siempre había catalogado como una maldición. Sintió las manitas tocar su rostro intentando llamar su atención mientras murmuraban sílabas incoherentes que parecían ser una conversación seria… podía jurar que lo estaban regañando. 

-Se nota lo mucho que te quieren. Te han extrañado. – Johaniel tomó agua del vaso que había temblado en su mano al recibirlo de su madre.  Sintió que no podía ofrecer respuesta al comentario así que decidió guardar silencio tomando la medicina y con un suspiro alcanzó un estado de paz extraño, pero que agradeció mientras se acomodó entre los pequeños que le daban palmaditas allí donde alcanzaban como si estuvieran intentando consolar su alma. Se dejó arrullar hasta alcanzar un sueño profundo junto a los pequeños cuerpos y sonidos de bebés que parecían decir que lo protegerían. Johaniel juro que en murmullos intangibles que los echaría de la habitación después de unos minutos.   

Kristen no pudo evitar sonreír, su joven amo había sido torturado por la soledad en esos dos meses. No era sólo la sensación de pérdida provocada por las acciones de Zenien, era el calor familiar que habían mantenido el balance en este ser que aún no podía controlar todo lo que era. Lo que sí estaba seguro, como miembro del grupo sombra, nunca pensó que tendría que llegar tan lejos como el limpiar el cuerpo del joven amo después del abuso al que lo sometió en su sesión de masturbación intensa. Deseo, no por primera vez, olvidar la noche anterior, se suponía que como sombra estaba entrenado para que nada lo avergonzaría ni sorprendería, pero esos dos jóvenes lo habían dejado traumatizado. La parte difícil de ese discurso interno, es qué ya era la segunda vez qué sucedía y no creía que esa pesadilla acabaría allí. Respiró profundo deseando que no se repitiera, pero dudando de tener tanta suerte, como sombra su trabajo era cumplir con la protección de su encargo y evitar momentos incómodos en la medida que le era posible. Sin emociones, sin reacciones, nada debía detener su trabajo de proteger al joven amo. 

**** 

Cuatro días habían sido suficientes para su cuerpo, todo había vuelto a la normalidad. Tanto así que Johaniel frustrado se preguntaba por qué carajos había tardado tanto en regresar a su casa. El gruñido en su pecho parecía reprochar lo mismo. La sensación vibrante de vida recorriendo su cuerpo se unía a las noches que seguían siendo una cacofonía de gemidos y gruñidos entre las dos habitaciones. Johaniel no buscaba durante el día a Zenien, pero ya estaba listo para regresar a la escuela. Su hermanastro no decía palabra y evitaba cualquier roce, choque o él quedarse solos en una habitación como si huyera del infierno. 

La sonrisa de Johaniel había provocado que los gemelos siempre buscarán jugar con él, por lo menos eso era lo que decía la madre para explicar el cambio en los chiquillos se notaba que no deseaban perder de vista a su hermano mayor. Por otra parte, la idea de su hermano pasar tiempo con su novia lo hacía enojar, pero no le quitaba la paz encontrada. Incluso en una ocasión en la que había estado pensando en Zenien uniendo su cuerpo con el de ella, Kristen le había preguntado si debían sacarla de la escuela. En ese instante la imagen sangrienta lo hizo sonreír, pero el dolor en el rostro de Zenien lo detuvo. Sabía que no era el foco de atención en las noches fogosas de ambos, pero en soledad lograba satisfacer las necesidades de ambos, el demonio que lo acompañaba no dejaba de gruñir hasta que el cuerpo de ambos se dejaban caer agotados. En contraste el verle alejarse y evitar todo contacto provocaba una sensación helada en su cuerpo, para quedar todo en el olvido ante los primeros gemidos de la noche. Los sombras y Johaniel se preguntaban cuánto duraría dicha tregua sin que todo explotara en mil pedazos.

Su joven amo no había salido a cortar el cuello de la mujer que aún seguía buscando a Zenien aunque este mantenía una distancia educada con ella y cualquier otro miembro del género femenino. La distancia entre ambos era reconocida por Johaniel como un sentimiento de culpa en Zenien, pero la verdad no pedía detalles a los sombras que cuidaban de este. Esa era su privacidad y no buscaría romper el equilibrio logrado deseando más de lo que tenía. Aún no estaba listo para regresar a ese infierno del que acababa de salir. La pregunta… ¿Cuánto más duraría esa deliciosa tortura?



Comentarios

Entradas populares